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El G-8 apuesta al cambio árabe

La cumbre de los ocho países más ricos concluyó con la promesa de otorgar un paquete financiero de 40.000 millones de dólares para impulsar la democracia en naciones como Túnez y Egipto.

El G-8 se comprometió a otorgar un paquete financiero de 40.000 millones de dólares para impulsar la democracia en los países árabes, amenazó a Siria con “otras medidas” y reafirmó que el libio Muamar Gaddafi “debe irse”. Todo ello en la cumbre de Deauville que terminó ayer.

El presidente francés Nicolas Sarkozy, anfitrión de la gran cita anual de los ocho países más industrializados del mundo, precisó en la rueda de prensa final que “20.000” millones vendrán de organismos multilaterales (salvo el Fondo Monetario Internacional), “unos 10.000 millones de compromisos bilaterales” y otros “10.000 millones de los países del Golfo”.

Aunque no detalló los compromisos bilaterales, precisó que la contribución de Francia a Egipto y Túnez será de “1.000 millones de euros”.

Los líderes del G-8 invitaron especialmente a los primeros ministros de Túnez, Beji Caid Esebsi, y Egipto, Esam Charaf, a esta segunda jornada de la cumbre dedicada a respaldar a los países que derrocaron este año sus regímenes autoritarios e inician su camino hacia la democracia.

Túnez se va “muy satisfecho” por la declaración del G-8, dijo el ministro de Economía tunecino, Jalud Ayed, que había cifrado las necesidades de su país en 25.000 millones de dólares en cinco años. Egipto anunció antes de la cumbre que necesita 12.000 millones de dólares hasta mediados de 2012.

El FMI anunció la víspera en forma independiente que estudia conceder préstamos de hasta 35.000 millones de dólares a los países importadores de petróleo de Medio Oriente y el norte de África.

Libia fue otro asunto en el que la cumbre mostró unanimidad.

Los líderes del G-8 coincidieron en que el dirigente libio Muamar Gaddafi “ha perdido toda su legitimidad” y “debe irse” pues “no tiene futuro en una Libia libre y democrática”.

Nicolas Sarkozy y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, impulsores junto a Reino Unido de los bombardeos en ese país norafricano, reafirmaron su decisión de “terminar el trabajo”, y el primer ministro británico, David Cameron, dijo que las operaciones de la Otán entran en una “nueva fase”.

Mientras tanto, Rusia se posicionaba como un posible mediador en el conflicto, después de que su presidente Dimitri Medvedev confirmara que ofreció sus servicios en la cumbre.

“Todo el mundo cree que será útil”, agregó Medvedev, poco después de que su representante especial para África, Mijaíl Margelov, dijera que Estados Unidos y Francia le pidieron que actúe de mediador.

El caso de Siria, que según el gobierno ruso es “dramáticamente diferente” al de Libia, suscitó más divisiones dentro del grupo formado por Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Canadá, Italia, Japón y Rusia.

En la declaración final de la cumbre, los líderes del G-8 indicaron que están “horrorizados por las muertes de muchos manifestantes pacíficos como resultado de las repetidas y graves violaciones a los derechos humanos en Siria” e instaron a Damasco a “cesar inmediatamente el uso de la fuerza”.

“Si las autoridades sirias no tienen en cuenta este llamamiento, estudiaremos otras medidas”, afirma la declaración final, que baja el tono de un borrador previo que mencionaba una “acción en el Consejo de Seguridad de la ONU”.

Sólo ante la prensa, Sarkozy dijo coincidir con su homólogo estadounidense, Barack Obama, que días atrás urgió a Asad a que lidere la transición  o se vaya.

En los pasillos de la cumbre volvió a imponerse el FMI, porque los europeos afirman que tienen “asegurado” el nombramiento al frente de ese organismo de la francesa Christine Lagarde en reemplazo de su compatriota Dominique Strauss Kahn, inculpado por intento de violación en Estados Unidos.

ONE, la ONG del cantante irlandés Bono, lamentó “la falta de anuncios concretos en favor del desarrollo”.

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