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Reflexiones

El Estado Islámico borra el patrimonio de Siria e Irak

Palmira, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es sin dudas una de las joyas arquitectónicas más dañadas por la agrupación yihadista sunnita, al punto, sostienen expertos, que su reconstrucción sería imposible.


El Estado Islámico (EI) continúa borrando con explosivos miles de años de historia antigua de Irak y Siria, los países de los que conquista grandes porciones de territorio.

Palmira, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, es sin dudas una de las joyas arquitectónicas más dañadas por la agrupación yihadista sunnita, al punto, sostienen expertos, que su reconstrucción sería imposible.

Desde que en mayo pasado el autoproclamado califato lograra arrebatar el gobierno de Bashar al Asad el control de estas ruinas, la amenaza de la desaparición de esta gran muestra de historia es permanente. Y la indignación internacional pareciera agudizar su deseo de destrucción. “Allí donde tomemos el control de un pedazo de tierra, extirparemos los símbolos politeístas e implantaremos el monoteísmo”, se escucha o lee en sus mensajes difundidos en las redes sociales.

La última atrocidad en esta vieja ciudad grecorromana ocurrió la última semana, cuando los terroristas dinamitaron el llamado Arco del Triunfo de más de dos mil años de antigüedad. La acción sucede después que los templos de Bel y Baalshamin corrieran la misma suerte. “Estamos al tanto de que el EI llenó de explosivos a la mayoría de los monumentos de la ciudad. Quieren destruir el anfiteatro, la columnata. Tenemos miedo por toda la ciudad antigua”, afirmó el encargado de las antigüedades en Siria, Mamun Abdelkarim, quien hizo un llamado a la comunidad internacional para que intervenga urgente para salvar las reliquias. “Es como si hubiera una maldición que ha caído sobre esta ciudad, y sólo espero noticias que nos conmocionen. Si la ciudad sigue en sus manos, está condenada”, cerró Abdelkarim.

Precisamente, este último martes la aviación rusa atacó los activos del EI en Palmira, y hasta el momento habían informado de la muerte de hasta 15 yihadistas.

Ya en julio habia llegado el turno de la figura de León de Al-Lat, A.C, que entonces había sido calificado como “el crimen más grave cometido por el Estado Islámico contra el patrimonio de Palmira”, de acuerdo con Abdelkarim. Esta escultura, de tres metros y medio de alto y quince toneladas de peso, había sido descubierta en la década de 1970 y estaba escondida bajo llave, pero los yihadistas no tardaron en localizarla. Lo que sigue en pie es el anfiteatro romano, donde el EI comete a diario diferentes masacres.

Todas estas novedades se conocen luego del asesinato, también por parte de la agrupación terrorista, de Jaled Asaad, un arqueólogo de fama internacional que nació y vivió para reconstruir Palmira. Al parecer, una vez que la ciudad fue invadida, el hombre, de 82 años, se negó a revelar el paradero de algunos de los tesoros más importantes del sitio, por lo que fue decapitado y su cuerpo mutilado fue expuesto en público. La muerte del experto suscitó una fuerte condena internacional. Asaad se había negado a abandonar la ciudad pese a la llegada del EI, ante el temor de que también Palmira, como otros sitios arqueológicos en Siria e Irak, se convirtiera en víctima de la furia destructiva de los yihadistas, que consideran las estatuas y monumentos funerarios como objetos de “idolatría”, algo contrario al Islam.

Lo que sucede en Siria supera con creces lo ocurrido en Irak en los últimos 30 años, tanto durante la dictadura de Saddam Hussein o la ocupación estadounidense de 2003.

Lo que preocupa a los arqueólogos es la imposibilidad de acceder a los diferentes sitios históricos para realizar vitales tareas de mantenimiento.

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