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Reconocimiento a los héroes

El escuadrón que sorprendió a los ingleses en Malvinas ya cuenta con un memorial en Punta Loyola

Levantaron un monumento en su honor, a 32 kilómetros de la ciudad de Río Gallegos, que busca destacar el "valor" de los hombres de la Fuerza Aérea Argentina durante el conflicto bélico. Los “Halcones” se reunieron 41 años después junto al Marjory Glen, el buque sobre el que practicaban sus ataques


Amparo Beraza, enviada especial de Télam

Los pilotos y mecánicos de los legendarios aviones A4-Skyhawk, que integraron el escuadrón letal que sorprendió a los ingleses en la guerra de Malvinas, cuentan desde esta semana con un monumento en su honor en Punta Loyola, a 32 kilómetros de la ciudad de Río Gallegos, que busca destacar el “valor” de los hombres de la Fuerza Aérea Argentina durante el conflicto bélico del que próximamente se cumplirán 41 años.

Punta Loyola es una playa inhóspita que se caracteriza por su agua cristalina, un viento perpetuo y la presencia del esqueleto de una embarcación escocesa llamada “Marjory Glen”, un buque que encalló allí hace más de un siglo y reposa sobre las rocas de la costa santacruceña oxidándose.

Ese fue el lugar elegido para emplazar esta semana un memorial que consta de tres tótems ubicados sobre la playa rocosa: en ellos se destacan las marcas de las manos de los 22 pilotos que volvieron con vida al continente y se conmemora aquellos pilotos que fallecieron en la posguerra.

Según cuentan los propios aviadores, durante la guerra de Malvinas, mientras realizaban vuelos de reconocimiento de la zona, divisaron la silueta del barco y la consideraron ideal para resolver el problema que tenían: necesitaban realizar prácticas de combate contra barcos británicos que tenían una tecnología muy superior.

Los “Halcones” de los Escuadrones Aeromóviles A4 no tenían experiencia en el combate contra buques de guerra, y, además, los ingleses contaban con armamento de última generación que consistía en misiles antiaéreos guiados por radares que detectaban a los aviones enemigos.

La experiencia debían adquirirla rápido: el Grupo de Caza 5 de la IV Brigada Aérea, con asiento en la provincia de San Luis, fue convocado a principios de abril de 1982 e informado de la situación a enfrentar.

Por este motivo, se planeó realizar aproximaciones a los objetivos con ataques al ras del mar, a máxima velocidad y en total silencio radioeléctrico y se pensó que así mejorarían las chances de supervivencia.

Para darse una idea de la peligrosidad de la misión a enfrentar, calcularon que, de un equipo de 12 pilotos, 10 serían derribados de ser detectados por los radares ingleses.

“El Marjory Glen fue un hermano en un momento difícil”, destacó el brigadier general retirado y veterano de la guerra, Rubén Zini, durante la ceremonia que se realizó este jueves en Punta Loyola. Se refirió así a que el buque encallado “contribuyó a lograr eficacia y eficiencia en las misiones de ataque para llegar a los buques e impactar a pesar de la mayor tecnología inglesa”.

“Al regresar de una misión de reconocimiento, divisamos la silueta de un viajo navío y surgió la idea de que era el blanco adecuado para la particularidad de los objetivos que debíamos atacar; teníamos el factor sorpresa como nuestra única defensa”, señaló el veterano, de 80 años.

Hoy en día, si uno se asoma dentro de los agujeros del barco y mira para arriba, pueden verse los orificios de los proyectiles de aquellos entrenamientos en el buque centenario.

Gracias a las prácticas, los pilotos y los mecánicos que los acompañaron lograron hundir durante la guerra cinco embarcaciones británicas y dejaron tres fuera de combate y tres averiadas. Nueve pilotos argentinos perdieron la vida en esas incursiones.

“Se fue demostrando en las pérdidas y daños a la flota británica la eficacia del entrenamiento; era un callejón sin salida pero debíamos salir al frente y adelante”, afirmó Zini.

Los aviones Douglas A-4 Skyhawk del Grupo 5 de Caza sorprendieron a los ingleses, cuyos sistemas de radares quedaron “ciegos” debido a la peligrosa técnica implementada, que volando a unos 900 kilómetros por hora les descargaron sus bombas de 226 kilos.

De esta manera, lograron hundir al destructor HMS Coventry y por su arrojo, el ese entonces capitán Pablo Carballo recibió la Cruz al Heroico Valor en Combate.

“Los despedíamos en la pista, todos juntos los mecánicos, con banderitas improvisadas y patriotismo para darle fuerza al piloto para que cumplieran su misión. Algunos cumplieron su misión y otros no volvieron”, contó a Télam el suboficial mecánico retirado y veterano José Maidana.

En el lugar, la Compañía General de Combustibles (CGC) erigió en 2019 un monumento a los combatientes caídos durante el conflicto.

El homenaje de esta semana se realizó frente al buque oxidado y contó con la presencia de ex combatientes, familiares y autoridades locales.

“Aquí fortalecimos nuestra confianza y nos preparamos para afrontar el destino que nos deparaba”, reza la estructura de cemento.

Según contó el gerente de CGC, Edgardo Antranik Eurnekian, la idea surgió luego de que un piloto veterano se emocionara al ver el monumento construido en el 2019 y apoyara sus manos sobre él, en homenaje a sus compañeros caídos.

“Esto nos inspiró para grabar sus manos en cemento, como forma de demostrar la importancia de este sitio como parte de la historia argentina. Para que todos los que vengan estrechen sus manos con la historia”, indicó.

En uno de los tótems los pilotos decidieron homenajear a los ciudadanos de Río Gallegos, a quienes agradecieron en su conjunto por el recibimiento que les dieron. Muchos de los aviadores fueron abrazados por familias santacruceñas, junto a quienes compartieron comidas, música, alegrías y profundas tristezas.

Los pilotos podían observar desde las cabinas de los aviones cómo los ciudadanos los despedían desde la tierra y esperaban su regreso apostados en la ría local con sus vehículos en silencio, en respeto y homenaje a los caídos en combate.

“Estas circunstancias forjaron a fuego en 1982 un vínculo inquebrantable, legado que subsiste hasta le presente”, se lee en una de las columnas grises.

Durante la ceremonia los familiares de los caídos en combate y de aquellos fallecidos en posguerra colocaron coronas de flores en su honor.

Para el jefe de la Fuerza Aérea, Xavier Isaac, el reconocimiento “es un hecho inédito” y la presencia de la ciudadanía de Rio Gallegos demuestra “la relación que tiene la Fuerza Aérea con la comunidad patagónica”.

“Para la Fuerza Aérea es un orgullo, son los que hicieron que seamos reconocidos en todo el mundo”, aseguró Isaac en declaraciones para Télam.

Además, los pilotos hicieron un especial reconocimiento a los mecánicos de aviación y aseguraron que su rol fue “fundamental” para cumplir con las misiones, ya que ningún avión sufrió ni una sola falla técnica por un error humano.

“La guerra nos dejó gloria y alegría, pero también dolor y tristeza. Sus heridas son muy profundas, por eso este memorial es el lugar indicado para expresar reconocimiento a los hombres que cayeron en combate”, afirmó Zini durante su discurso.

En honor a los 9 pilotos fallecidos, Zini leyó uno por uno los nombres de sus compañeros caídos: Capitán Hugo Angel del Valle “Turco” Palver, 1er Teniente Manuel Oscar “tordo” Bustos, 1er Teniente Fausto “Gaucho” Gavazzi, 1er Teniente Danilo Rubén “Gorrión” Bolzan, Teniente Mario Victor “Pacu” Nivoli, Teniente Jorge Rubén “Vasco” Ibarlucea, Teniente Juan José “Turco” Arraras y Alférez Alfredo Jorge Alberto “Oso” Vazquez.

“En 1982 era nuestra tarea, sabíamos que era una lucha desigual, pero también teníamos el deber como pilotos de combate y como militares de luchar por nuestras islas. Lo que queda claro es que quizás no sirvió para ganar la guerra, pero demostramos que, cuando los argentinos tenemos valores por los cuales luchar, se puede llegar muy lejos”, concluyó Zini en diálogo con Télam.

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