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INFORME DE NACIONES UNIDAS

Embarazo adolescente: Argentina posee una tasa alta en la región

La tasa de jóvenes que tienen hijos entre los 15 y los 19 años en el país se mantiene como una de las más altas de la región, a pesar de que el porcentaje de acceso a métodos anticonceptivos para las mujeres en general es alto, según un informe que difundió hoy Naciones Unidas.


La tasa de jóvenes que tienen hijos entre los 15 y los 19 años en Argentina se mantiene como una de las más altas de la región, a pesar de que el porcentaje de acceso a métodos anticonceptivos para las mujeres en general es alto, según un informe que difundió hoy Naciones Unidas, que advierte cómo el aumento de embarazos en la adolescencia se convirtió en un síntoma de desigualdad y pobreza.

En Argentina, la tasa de fecundidad adolescente se ubica en el 68 por 1.000, muy superior al promedio que la ONU adjudica a las regiones menos desarrolladas, donde ubica al país, donde se producen 48 embarazos cada 1.000, mientras el promedio mundial es de 44 por 1.000, indica el documento que analiza los datos en el período que va de 2006 hasta 2015.

El informe sobre el Estado de la Población Mundial 2017 “Mundos aparte: la salud y los derechos reproductivos en tiempos de desigualdad”, fue publicado hoy por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, según la sigla en inglés) y allí se señala que Latinoamérica reporta una tasa de 64 partos por cada 1.000 mujeres de entre los 15 y 19 años.

La cifra es sólo superada por África, mientras que en la región, Argentina se ubica entre los países con mayor inequidad para encontrar una solución a los embarazos adolescentes.

De acuerdo a los datos de la ONU, Brasil, Uruguay, Chile, Perú y Paraguay tienen tasas menores a las de nuestro país sobre madres jóvenes, las cuales sólo son superadas por Bolivia y Colombia.

“El embarazo adolescente es un fenómeno de la pobreza de América Latina, donde el peso de la inequidad es más contundente, porque es la región más desigual”, dijo a EFE el director para Latinoamérica del UNFPA, Esteban Caballero, al comentar el informe presentado en Berlín.

“Nunca ha habido mucha educación sexual en la región, pero ahora, la poca que hay, genera más controversia y polarización que antes.

Las iglesias y el pensamiento que tienen varias de ellas influye mucho en la opinión pública y en la visión que tiene la población sobre la educación sexual”, reconoció el experto en la sede regional del UNFPA, ubicada en la capital panameña.

El informe de Naciones Unidas analiza de manera global nuevos aspectos de la desigualdad y cita la manera en que las diferencias en el desarrollo económico tienen su correlato en el acceso de las mujeres a la salud sexual y reproductiva.

“La necesidad insatisfecha de planificación familiar en los países en desarrollo, por ejemplo, suele ser mayor entre las mujeres del 20% de los hogares más pobres. Sin acceso a métodos anticonceptivos, las mujeres pobres, en particular las que tienen menor escolaridad y viven en áreas rurales, están más expuestas a la fecundidad no deseada”.

A pesar de que la tasa de embarazo adolescente en Argentina es una de las más elevadas a nivel regional, el acceso de las mujeres a los métodos anticonceptivos se encuentra por encima del promedio mundial llegando, incluso, al que se registra en países desarrollados. Así, mientras aquí la tasa de mujeres que buscan acceder a un método anticonceptivo y efectivamente lo consiguen es de 89 (demanda satisfecha), en países desarrollados es de 88.

El informe advierte que es en los países en desarrollo se registran cada año 89 millones de embarazos no deseados (43% del total contra el 41% registrado hace cinco años) y se producen la mayor cantidad de abortos, 48 millones anualmente, además de señalar que las mujeres y adolescentes pobres tienen tres veces más hijos que las de altos ingresos.

“La desigualdad se suele considerar principalmente una distribución desequilibrada de la riqueza o los ingresos. No obstante, se trata de un fenómeno complejo con múltiples facetas (racial, género, origen étnico, área de residencia urbana o rural), y cada una de ellas es síntoma y causa de las distintas formas de disparidad”, sostiene el documento.

El texto resalta también su preocupación por cómo estas desigualdades se superponen y “atrapan a las personas en una espiral descendente de privaciones y potencial humano desaprovechado. Algunas personas tienen las oportunidades y capacidades para detener esa trayectoria nociva, otras no disponen de las medidas necesarias”.