En el libro Trinche, que el periodista Alejandro Caravario presento hace un poco más de un año en Rosario se devalan algunos misterios. Este mito que no tiene video de sus gambetas y donde todo se reduce a la memoria de sus fans tenía una forma particular de jugar al fútbol.
Caravario reconstruye el juego a partir de relatos de sus compañeros. Y sostiene que hay una especie de consenso en que es una mezcla de Redondo y Riquelme. Era 5, grandote, aguerrido pero no marcaba, y esa sería la diferencia con Redondo, que se raspaba. Tenía la elegancia, la posición y la zurda de Redondo, y la enorme precisión de pasador de Riquelme. Además jugaba muy bien con el cuerpo, con el culo, y eso también es de Riquelme. Cuando el tipo cubría la pelota, no había modo de sacársela. Y con algunas exquisiteces de otro tiempo. Me decían que, en lugar de pegarle de derecha, le pegaba de tres dedos con una fuerza tremenda. Y después están las proezas relatadas, como el doble caño.
El llamado doble caño de ida y vuelta, es para Caravario puro ornamento, una jugada ineficaz. Pero desde la técnica, en ese diálogo dentro de la cancha, es una demostración de excelencia: el tipo que tira un caño, espera al marcador, y lo tira de nuevo. Un paso de torero. Y es la humillación máxima a un rival. Si esto alguna vez sucedió, alguien dijo: “Es la jugada de Carlovich”.
Sobre es detalle de juego dijo el Trinche: “Mirá, alguna vez la hice, no sé. Pero como recurso, eh, no quería gastar a nadie”. Caravario sostiene que el Trinche le bajaba el precio a todo. Y forma parte un poco de su memoria flan. “Pero hay compañeros, esa primera línea de la logia, que te cuentan que es verdad, posta, y te describen el caño doble con detalle”.
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