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El día en que vino al mundo el “poeta maldito”

Por: Rubén Alejandro Fraga

Federico García Lorca nació en Fuente Vaqueros, Granada, el 5 de junio de 1898.
Federico García Lorca nació en Fuente Vaqueros, Granada, el 5 de junio de 1898.

“Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política”. Así se definía el poeta, dramaturgo y prosista granadino Federico García Lorca, uno de los miembros más destacados de la generación del 27, de cuyo nacimiento se cumplen hoy 112 años.

Hijo del hacendado Federico García Rodríguez y de la maestra Vicenta Lorca, quien fomentó en él la pasión literaria, Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca nació en el municipio español de Fuente Vaqueros, Granada, el domingo 5 de junio de 1898.

Estudió bachillerato y música en su ciudad natal y, entre 1919 y 1928, vivió en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde se hizo amigo del pintor Salvador Dalí, el cineasta Luis Buñuel y los poetas Rafael Alberti, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Gerardo Diego y Dámaso Alonso, entre otros, a quienes cautivó con sus múltiples talentos. Aunque se licenció en Derecho en la Universidad de Granada, Federico nunca ejerció la abogacía, ya que su vocación era la literatura.

En 1918 publicó su primer libro, Impresiones y paisajes, que fue costeado por su padre. En 1920 se estrenó en teatro su obra El maleficio de la mariposa, en 1921 se publicó Libro de poemas, y en 1923 se pusieron en escena las comedias de títeres La niña que riega la albahaca y El príncipe preguntón. En 1927, en Barcelona, expuso su primera muestra pictórica.

Federico viajó a Nueva York y Cuba en 1929 y 1930. Volvió a España y fue director del teatro universitario La Barraca, conferenciante y compositor de canciones, y tuvo mucho éxito en la Argentina y Uruguay, países a los que viajó en 1933 y 1934.

Luego de escribir su obra de teatro La casa de Bernarda Alba, García Lorca llegó el 16 de julio de 1936 a Granada, a la residencia familiar de verano para descansar, pocas horas antes del alzamiento del general Francisco Franco al mando del Ejército en Marruecos contra el gobierno republicano de España, que marcó el comienzo de la Guerra Civil, que finalizaría recién en 1939 con el triunfo del fascismo y un trágico saldo de más de 50.000 bajas civiles. Cuando los nacionalistas entraron en la ciudad de Granada y arrestaron al alcalde y a otras personalidades republicanas para ejecutarlas, Federico buscó refugio en casa de la familia de un amigo conservador, cuyo hermano entregó al escritor a los falangistas.

El artista fue fusilado la noche del 18 de agosto de 1936, tras permanecer dos días encarcelado en las dependencias gubernamentales de Granada. Así, el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX se convirtió en la víctima más famosa de la Guerra Civil Española, por su afinidad con el Frente Popular y por ser abiertamente gay. Tenía 38 años. Uno de sus biógrafos, el madrileño Francisco Umbral, escribió Lorca, el poeta maldito (1968), en donde puso de relieve las secretas y profundas vinculaciones del literato español más universal después de Cervantes con los grandes “malditos oficiales” de la literatura europea y con las “razas” menospreciadas de Occidente: gitanos, negros y homosexuales.

Cuando lo mataron, García Lorca ya era conocido mundialmente por obras que combinaban elementos populares, clásicos y realistas con una buena dosis de expresionismo. Poemas como el Romancero gitano (1928), Poeta en Nueva York (1930) y Poema del cante jondo (1931), y obras de teatro como Mariana Pineda (1927), La zapatera prodigiosa (1930), Bodas de Sangre (1933), Yerma (1934), Doña Rosita la soltera el lenguaje de las flores (1935) y La casa de Bernarda Alba (1936) junto a su magnetismo personal, le habían granjeado muchos seguidores. Pero también el odio de los conservadores españoles que lo tildaban de “decadente” porque no le perdonaban que fuera rojo, librepensador y gay.

Postales de la ciudad del río encerrado

“El duende nos inundó el alma. Allá por octubre de 1933, cuando navegó esta geografía nuestra, buscando, tal vez, las raíces de la hispanidad austral. Nos dejó un jirón de su vida que, por entonces, no se podía pensar en las postrimerías. La bala asesina ya lo andaba buscando, aunque Federico no lo supiera”, escribió Oscar Sbarra Mitre, ex director de la Biblioteca Nacional, sobre la primera visita que Federico García Lorca realizó a la Argentina, tres años antes de su trágica muerte, y que incluyó un fugaz paso por Rosario.

Lorca llegó a la Argentina de la Década Infame para promover la puesta en escena de algunas de sus obras por la compañía teatral de Lola Membrives y para dictar una serie de conferencias.

“Estaba a punto de terminar 1933 cuando llegó a Rosario el poeta Federico García Lorca, acompañado por su émulo y crítico teatral Pablo Suero. El autor de Yerma se había comprometido con los empresarios del Teatro Colón, Luis Bravo y Antonio Robertaccio, también periodistas, quienes durante años mantuvieron la presentación de los espectáculos del Teatro La Comedia, a dar una conferencia, «Juego y teoría del duende», y un recital poético”, contó el periodista Horacio Correas en una reconstrucción de aquella visita publicada en 1961 en el diario La Capital.

Durante su estadía en Rosario, Federico y Suero (su “ángel de la guarda”) asistieron a comidas, una de ellas oficial, que le ofrecieron los miembros de la colectividad española en el ya desaparecido restaurante Rotisseri Cifré, sin contar las recepciones y otras invitaciones que llegaban a través del consulado de España. Lorca también tocó el piano y cantó en el Club Español.

“Ya de madrugada –relató Raúl Gardelli en Vasto Mundo– noctívagos en la ciudad nada nocturna, habrá sido para Federico el gozo de andar calles no conocidas. Sentir el soplo en la plaza vecina al puerto, donde quizás se oía el murmullo de algún canto marinero; íntima plaza, propicia como era por las tardes moribundas a la efusión de las parejas y el diálogo amistoso, donde hoy está el Monumento a la Bandera”. Y agrega una anécdota: “Julio Vanzo me lo contó una noche, en un bar con algo de bodegón. García Lorca, que venía del Guadalquivir («Guadalquivir, alta torre/y viento en los naranjales»), su río grande, Guadalquivir es río grande en árabe, y que muy poco estaría enterado de nuestra geografía, miró con asombro el Paraná caudal y exclamó: «¿Tenéis un río?» De inmediato, viendo la verja que impedía a la gente aproximarse a él, preguntó: «¿Por qué lo habéis encerrado?»”.

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