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Entre lo presencial y lo virtual

El día a día, la clave de la escuela en la pandemia

La directora de la Escuela N°72, Adriana Di Lauro, habla sobre cómo se sostiene la enseñanza hoy, en un tiempo inédito. Celebra el retorno a las clases cara a cara, pero también afirma que si hay que cerrar preventivamente las escuelas, es de sentido común priorizar el cuidado de la salud


Marcela Isaías

“Es el día a día”, dice una y otra vez la directora de la Escuela N° 72 Juan B. Justo, Adriana Di Lauro, al hablar de cómo se enseña hoy, en la segunda ola de la pandemia. Una afirmación que parte de su realidad de trabajo y se generaliza a otras.

También diferencia la posibilidad en este ciclo 2021 de reencontrarse en las aulas, pero sin dejar de saber que en cualquier momento hay que recluirse en los hogares y aprender a la distancia. Un tiempo educativo inédito que invita a pensar cómo se diseña y se sostiene esa educación entre el aula y la casa, entre lo presencial y lo virtual. Ese “día a día” del que habla Adriana.

Antes de ser la directora de esta escuela pública de barrio Refinería –Vélez Sarsfield 439, Adriana había sido su alumna y maestra. “La escuela es mi casa”, sintetiza ese lazo que la une en sus 30 años de docencia. Un breve tiempo fue vice de una primaria de Empalme Graneros, otro trabajando en la jefatura de supervisión, al ser convocada desde la función pública. “Pero sentía que debía estar acá”. Y ese acá es la Escuela 72.

“Tengo un equipo docente y otro directivo muy comprometidos, que siempre están, necesarios para transitar este momento que es histórico”. Desde ese lugar es desde donde comparte su experiencia de educadora.

A la escuela que dirige asisten 353 alumnas y alumnos desde el nivel inicial y hasta el 7° grado, en dos turnos. En general, son chicas y chicos del mismo barrio, de “familias muy involucradas y respetuosas”, subraya Adriana. Eso repercute, por ejemplo, en algo que observan con satisfacción: “El estricto cumplimiento de los chicos con las distancias y el uso del tapaboca”.

Y la verdad que todo suma cuando hay que organizar la escuela para recibir los grados divididos en burbujas. Y ni hablar cuando de un día para otro, ante la alerta de un posible o confirmado contagio, hay que reordenar todo. O cuando hay que flexibilizar las decisiones, sin descuidar la aplicación estricta de los protocolos.

Para graficar estas ideas, Adriana recuerda cuando debieron suspender una burbuja porque una maestra se contagió, y en lugar de dejar “un bache” se reorganizaron rápidamente para que otra burbuja tuviera tres semanas seguidas de clases presenciales. O el día que por la lluvia solo asistieron tres alumnos en el 7° grado, quienes les pidieron permiso para jugar al metegol. “¡Ya venían con el alcohol en gel en mano! Para desinfectar antes y después del juego”, dice sobre cómo argumentaron a favor de dejarlos jugar.

“Hay toda una reorganización que es el día a día. Los chicos vienen contentos y cuando están en la casa también están contentos. Esa semana que no asisten también trabajan y están conectados con los docentes”, cuenta Adriana, y rescata que en esta tarea haya mucho compromiso también de la generación más joven de docentes, que hoy se ve en las y los reemplazantes. Considera que todos estos debates hablan de “otra forma de ver la escuela”.

“Nos está funcionando muy bien esto de tener menos chicos, por burbujas. Es la casi personalización del trabajo”, puntualiza acerca de una relación que favorece la escucha de todo el grupo. “Una maestra me contó que al saludarlos con un «buenos días a todas y a todos», una nena le dijo «pero también tenés que decir a todes». La maestra le pidió que se lo recuerde porque se estaba deconstruyendo”, se maravilla Adriana con lo que señaló una nena de 10 años.

O con la vez que se acercó a una de las burbujas donde debatían sobre quemas en el humedal. Habían estado buscando información, pero además cotejándola en el salón. De todos los aprendizajes que aparecen en esa clase, la directora rescata especialmente “el análisis de la información, la formación crítica” respecto de qué y por qué se comunica desde los diferentes medios.

Lazos y aprendizajes

Hasta principio de esta semana (19 de abril), en la Escuela 72 no se registraban casos de chicos contagiados. Un docente y un portero dieron positivo. Y se han apartado otras maestras por contactos estrechos con personas contagiadas. En todas estas situaciones se llama al 0800 de Salud de la provincia y se desinfecta la escuela. “Estamos organizados, pero también somos pocos, la escuela es grande, el espacio nos favorece”, destaca la directora.

En este contexto, los contenidos de las clases presenciales hacen hincapié en la prevención, tal como lo marca el Ministerio de Educación. Cuentan con cuadernillos ya diseñados para seguir la tarea en la casa, pero a la vez les suman los propios que se enriquecen con “los aportes que plantean las maestras”.

La escuela de Refinería dispone de un “carrito digital” (o Aula Digital Móvil que, entre otros recursos, incluye netbooks) que recibieron “del gobierno de Cristina”. La mayoría de los chicos se conecta por telefonía celular, algunos disponen de computadoras propias.

2021 encuentra a las escuelas mejor posicionadas para enfrentar la enseñanza en la pandemia que en 2020. Al menos está la posibilidad concreta de volverse a encontrar en las aulas. “Para que un chico aprenda tiene que haber un lazo. Y aunque los chicos aprenden a pesar de los maestros, viene mucho mejor si existe ese lazo afectivo y eso se logra con la presencialidad”, dice Adriana.

Profundiza en esa idea con su propia experiencia de abuela, al recordar la angustia que le provocaba el año pasado no poder abrazarse con sus nietos. “Pero como yo –continúa ese relato– estábamos todas. Y también los maestros”. Una razón más que explica por qué hoy, “a pesar de mantener distancias y estar con barbijos, las chicas y los chicos vienen felices a clases”.

“Este año –aprecia– con la presencialidad volvió a sonar la escuela como escuela. El ruido de los chicos es la escuela”.

Adriana no tiene dudas de que entre clases virtuales y presenciales la balanza se inclina claramente sobre estas últimas. A la vez que considera que hoy “hay un uso político” de la “defensa” de la presencialidad. Por eso aclara que prioriza el cuidado de la salud: “Si se determina que hay que cerrar la escuela por una razón sanitaria yo estoy a favor de que se cierre, soy la primera en hacerlo. Es de sentido común”.

Ante tanto dolor que envuelve los días de pandemia, Adriana propone aferrarse a lo colectivo y solidario: “Algunos dicen que esto nos va a volver mejores. No, a nadie nos va a volver mejor o peor nada, depende de cómo lo vayamos manejando. No somos solos, somos con otros. Y si podemos seguir funcionando como equipo para los chicos podemos darnos por satisfechos”.

Acá y en el mundo

Desde Amsafé provincial también ponen el acento en rescatar a la escuela como un lugar de cuidado. “En el ámbito de las escuelas no se dan los contagios, porque el cumplimiento y buena aplicación de los protocolos es muy alto”, dice Paulo Juncos, referente por Amsafé del Comité Mixto de Salud y Seguridad a nivel provincial.

De todas maneras, advierte con preocupación sobre el aumento sostenido de contagios que se da a nivel poblacional en la provincia, un alerta sobre ese día a día cambiante. Y que, más allá de los cuidados que se garantizan en las aulas, impactan en ellas. “Un 30 por ciento de las escuelas ha tenido compañeras o compañeros con Covid, al menos uno o dos casos”, cita de un relevamiento permanente que encara Amsafé y alcanza a 400 establecimientos educativos santafesinos (los últimos resultados corresponden al 15 de abril pasado).

Hasta principios de esta semana “el 90 por ciento” de la docencia santafesina ha sido vacunada. “Se está completando la vacunación que corresponde a las compañeras y compañeros de nivel superior, y a las reemplazantes”, dice Juncos, y agrega que se ha reclamado ante el Ministerio de Salud para que se vacune a las y los reemplazantes incorporados al trabajo en el último tiempo y que no estaban inscriptos.

A nivel nacional, las principales centrales sindicales docentes apoyaron las medidas restrictivas decretadas por la Nación para el Amba en resguardo de la salud colectiva. En un comunicado conjunto, la Ctera y el Sadop nacionales recuerdan que en “el mundo entero se monitorea de manera permanente y se va y viene desde situaciones de apertura a cierres secuenciales y acotados conforme a cada realidad sanitaria”, además de puntualizar que por estos días la Argentina también “exige medidas urgentes, que prioricen el cuidado de la salud mientras avanza el plan de vacunación nacional”.

Por la misma época, la Internacional de la Educación América Latina (IEAL) se reunió para analizar el impacto “de una crisis que se alarga en el tiempo” –al decir de Hugo Yasky, presidente de la IEAL– en los sistemas educativos latinoamericanos, y consensuar un documento común de trabajo.

También a mediados de abril, el Consejo Federal de Educación acordó una propuesta “para administrar la presencialidad en aquellas áreas donde la situación epidemiológica se agudice”. Así, ministras y ministros de todo el país coincidieron en que, de darse restricciones en la presencialidad, éstas deben afectar “a la menor unidad geográfica posible”.

 

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