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El desafío de ser mamá a los 45, desde el micrófono

Por Santiago Baraldi.- Viviana Rojo es locutora de “Fisherton CNN”. Ya tenía hija de 22 e hijo de 7, y el 6 de junio parió a Elena. Las mujeres que eligieron ser mamás con otra mamá

“Ser madre de grande es toda una experiencia nueva: creo que los hijos son un motor y nos ayudan a reinventarnos permanentemente”, asegura Viviana Rojo, quien parió a los 45 años a Elena, el pasado 6 de junio. Madre de Celina de 22 y Emilio de 7, la locutora de radio Fisherton CNN tenía “el sueño de la familia perfecta, con un marido para siempre y muchos críos”. Pero no. “La misma vida te pone escollos y hay que ir adaptándose”, acepta. Rojo tuvo una experiencia muy fuerte con una de sus grandes amigas, Graciela, y no dudó en estar a su lado: “Cuando ella esperaba que su hija muriera yo esperaba que mi hija naciera. Fue terrible. Fue un amor muy fuerte de una madre que espera parir y otra madre que ve que su hija se va” (ver recuadro).

—Muchas mujeres dudan a quedar embarazadas después de los 40. ¿Tuvo miedo?   

—Tuve temor cuando nació Emilio, cuando tenía 39, pero con Elena, que la tuve a los 45, la verdad que no. La medicina avanzó tanto que hoy es común escuchar que mujeres de 40 o más son madres, incluso con todas las novedades en la fertilización asistida. De mi primer matrimonio tuve a Celina que tiene 22, luego quedé viuda de mi segunda pareja en el momento en que Emilio tenía un año y medio (hoy tiene 7); volví a formar pareja y nació Elena.

—La maternidad fue un cable a tierra…

—Y en mi caso, cuando quedé viuda, estaba con muchos bajones y son los hijos los que me sacaron a flote. La misma vida te pone escollos y hay que reinventarse, ir adaptándose. Cuando quedé viuda, un jefe me dijo que tenía la capacidad del junco, que el viento lo tumba y luego vuelve a levantarse, y de eso se trata la vida. Me decía: “Me tengo que levantar, estar bien, estar equilibrada”. En definitiva son los hijos los que te retroalimentan para que uno siga, ellos son los que nos ayudan. Emilio fue un motor para reinventarme y seguir. Para mi la familia es algo muy importante. Yo no sé vivir sola, así que formé pareja nuevamente y nació Elena, teniendo 45 años. Emilio encontró un papá también y él mismo dice: “Tengo mi papá en el cielo y mi papá en la Tierra”. Es decir, tengo hijos de todas las edades y en distintos momentos de mi vida, incluso profesional. Cuando fui madre por primera vez, estudiaba y trabajaba. En mi caso, al tener un turno de locutora de seis horas, me da tiempo para dedicarle a los chicos. Para mí son mis soles y mis generadores de energía permanente porque te viven demandando.

—¿Cómo fue su último embarazo?

—Los miedos lo único que traen son problemas, los miedos enferman y me pasó que con este último embarazo tuve síntomas que con los dos primeros no tuve. Pensé que eran por la vejez (se ríe) y Raúl –su actual pareja– me decía: “Es por tus miedos”. Obviamente tuve más controles, más estudios, exámenes periódicos, las visitas en los últimos tres meses eran todas las semanas. Por suerte salió todo bien. Al momento del parto pedí la anestesia peridural por temor, y tuve parto natural, con dolor, como dice la Biblia…

—Con el trabajo, ¿cómo resuelve el tema de la lactancia?

—Soy súper maternal y me encanta dar la teta. Creo que es vital el vínculo entre la mamá y el bebé. A Emilio le di la teta 13 meses, con la mayor me pasó que a los cinco meses tuve un choque, estuve un día sin verla y se me cortó… Ahora con Elena le doy todo lo que puedo; antes de salir a trabajar dejo una mamadera llena que se la da la mujer que la cuida, pero sí soy una defensora de la lactancia materna, porque se crían más sanos: la leche es como una vacuna en su primer año.

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