Aniversario

#19años

El desafío de seguir transformándonos

La tarea de volcar el peso periodístico de la tinta al bit, del puesto de diarios a internet, es la nueva etapa de esta historia.


Quienes hacemos El Ciudadano nos propusimos ocupar un espacio en el universo digital a la par que nos convertíamos en cooperativa para mantenernos en el mundo del trabajo. Si cualquier transición es incómoda, esas dos juntas multiplican los problemas. Sin empresario, el riesgo era además por cuenta nuestra. Lo supimos, tragamos saliva y lo aceptamos. Le agradecimos los servicios prestados a una página web que cumplía con mostrar el diario impreso en las pantallas, y nos pusimos a imaginar lo que seguía: un portal multimedia que sintonice con los nuevos modos de consumo de noticias. Que pasara del papel secundario que ocupaba hasta entonces a uno protagónico. Es lo que estamos construyendo y pronto tendrá otra cara, un cambio en la forma y el contenido que nos permitirá un salto de calidad. Es el paso próximo, y le seguirán otros: el juego en el que nos metimos es el de seguir transformándonos. Y en eso andamos.

Volcar el peso periodístico de la tinta al bit, del puesto de diarios a internet y de la imprenta a los servidores es la tarea. El camino no es mecánico ni fácil: hay que transformar los horarios de trabajo, los tiempos de redacción y la relación entre las secciones, pero también la forma en que comunicamos la información. Aunque cueste, hay que sacudirse los viejos estilos periodísticos que ya no seducen, aprender a dominar los soportes de la imagen y el video, abrirse a otras estéticas, meterse de lleno en las redes sociales y entender sus códigos. Ya no es producir contenidos para la edición del día siguiente, sino en el momento. En tiempos de informática y vértigo, en suma, hay que actualizar el software del chip mental que nos acompañó hasta acá. Lo despedimos con cariño y cierta resistencia, pero su programación es obsoleta.

Hubo que arremangarse, entonces, y salir de la zona de confort. ¿Con qué contamos? Con 19 años porfiados en la calle que nos dieron experiencia. Y una mayoría de edad impensada para un medio que se atrevió a disputar la hegemonía informativa de Rosario. Es buena espalda, porque durante ese tiempo conseguimos armar una identidad.

El desafío ahora se multiplica: si aprendimos a preservar un lugar frente al centenario medio de papel de la ciudad, ahora hay que brillar con luz propia en la galaxia de portales del espacio cibernético. Para seguir con la metáfora del cosmos: la película 2001, Odisea del espacio lanzó hace más de 40 años la hipótesis de que el hombre continuó evolucionando gracias a unas cuantas ayudas externas en momentos clave. Sin ellas, seríamos monos todavía. Si cambiamos la escala, con El Ciudadano pasó lo mismo. Así como la defensa de nuestra fuente laboral fue y es posible sólo en buena compañía, el ingreso a este territorio digital que mirábamos de reojo llegará a buen puerto con el empuje de la experiencia ajena. La tenemos, y de la mejor. Es la de colegas que pensaron el oficio periodístico desde las nuevas tecnologías y formatos de comunicación, pero plantándose en una postura distinta para mirar lo que otros sólo ven y contar con voz propia lo que muchos repiten. Las pruebas de que es posible la aventura están a la vista: Anfibia y Cosecha Roja. Sabemos que, así, El Ciudadano está armado para sumar, como hasta ahora en papeles, su voz entre las pantallas. A preparar el pochoclo, porque confiamos en que esta nueva película promete. Y porque varias veces pudimos transformar un anunciado Fin en un Continuará.