Sociedad

Feria del Libro

“El desafío de los cronistas está en la posibilidad de ser espontáneos”

Julián Gorodischer es licenciado en Ciencias de la Comunicación de la UBA, magister en Periodismo y doctor en Ciencias Sociales. El libro es parte de la colección Ficciones Reales, que dirige Cristian Alarcón para Marea Editorial


Julián Gorodischer es licenciado en Ciencias de la Comunicación de la UBA, magister en Periodismo y doctor en Ciencias Sociales. Publicó los libros Golpeando las puertas de la TV (2004), La ruta del beso (2007), Orden de compara (2010), La ciudad y el deseo (2011), Camino a Auschwitz (2015), y compiló y prologó la antología Los atrevidos. Crónicas íntimas de la Argentina (2018). Los atrevidos…, que se presentó el último viernes en la Feria del Libro local, compila crónicas de la Argentina íntima, reivindica y rescata el aporte de treinta y tres autores a la renovación del campo de sentidos de la prensa de gran tirada, dando impulso a la crónica íntima que acompañó durante lo que va del siglo, el avance de la libertad personal contra el estigma por género, clase, trabajo, costumbres o condición sexual. El libro es parte de la colección Ficciones Reales, que dirige Cristian Alarcón para Marea Editorial.

—¿Considerás que en los últimos años creció en el periodismo narrativo argentino el interés por la escritura de la intimidad y la vida cotidiana?

—Sí, creo que creció el interés en los temas de la intimidad y de la vida cotidiana. Y tiene que ver con un fenómeno que data de principios de este siglo e incluye la explosión de las páginas webs de carácter personal y la expansión de las redes sociales en todos los niveles de nuestras vidas cotidianas. En el marco del periodismo, fue la irrupción de esta temática en los medios de tirada masiva, es decir, en diarios y revistas que quizás antes le daban la espalda a la primera persona y a los fenómenos de intimidad narrativa. En este caso, cuando pensamos en esta explosión, va mucho más allá de la primera persona, también lo estamos pensando en términos de género más que de pronombres. Es decir, estamos pensando en textos que tengan que ver con memorias, personales o familiares, también con lo que se llama periodismo de rol o suplantación, que es la representación de un personaje del que parte el cronista para llegar a un lugar de “verdad esencial” de su historia. Y también el género de periodismo de inversión que incluye largas estadías, convivencias prolongadas, con el objeto para lograr una cierta naturalidad y una espontaneidad en el vínculo, que permita acceder a una realidad menos osada de la historia que se está contando.

—¿Cómo fue el proceso de selección de los textos?

—Incluyó mi propia investigación hemerográfica en este caso. Estoy pensando en revistas como La mujer de mi vida, El Guardián, Txt, Latido, secciones de diarios, suplementos como “Radar”, revista “Rolling Stones”, muchos de los cuales están desaparecidos, por lo cual el libro también implicó un rescate. A su vez, retoma una de las líneas de investigación de mi tesis de doctorado sobre crónicas de la intimidad en el periodismo de 2000/2016, pero en este caso con un sentido de mayor divulgación y de presentación a través de un prólogo de los textos que fueron seleccionados para el libro. Por lo general, los textos se incluyen en alguna de las líneas de género que te mencionaba anteriormente, algunos de ellos son series como la de Mariana Enríquez y la de Margarita García Robayo. Y sirven para detectar un estado de situación, es decir, de cómo estos textos de intimidad van acompañando toda la revolución de estas primera décadas del siglo que se refiere a libertades individuales, a nuevos reconocimientos civiles, a permisos novedosos para el disfrute, la ley de género para lograr avances sociales, incluso para iluminar zonas de nuestra vida privada que antes estaban opacas detrás de un personaje más esquemático de nuestro ser urbano contemporáneo.

—¿Hay alguna característica que diferencie la escritura de los cronistas argentinos con los de otros países?

—Lo particular de la crónica íntima argentina es que se detecta mucho monólogo interior, es decir, pensamiento por asociación libre, como si en el transcurso de la escritura se iluminara un modo del pensamiento. Obviamente esto podría vincularse a la tradición psicoanalítica y psicoanalizada que atañe sobre todo a la cultura porteña, a una necesidad de hablar de uno mismo que también tiene un carácter más global y se relaciona con la nueva visión del ser que impulsaron las redes sociales. Pero en lo que refiere a los argentinos, en este período hay una gran abundancia de intimidad y vida cotidiana en medios masivos. Los rasgos tienen que ver más con la autoreflexión, el rastreo de los orígenes, hay mucho periodista genealógico, lanzado a interpretar su propia biografía, es decir, hay un permiso para narrar el “yo” que no se verifica, por ejemplo, en la crónica mexicana. En este sentido recibí comentarios desde México que se quedaban un poco azorados ante esta inmersión en los mundos individuales e íntimos que se construyen en todas estas crónicas. En México hay un periodismo totalmente focalizado en violencias, narcotráfico, de muertes en escalas masivas o colectivas, con lo cual cuando crece o cuando se amplía esta tragedia social o esta masacre, parece haber menos permiso para ahondar en las problemáticas de uno mismo.

—¿Cuáles son los desafíos de los y las cronistas en estos tiempos?

—Creo que tienen que ver con la posibilidad de ser espontáneos, de no responder a cánones repetitivos de cómo se estructura un texto, perseverar en la exploración de nuevas formas, porque justamente creo que más allá de los temas, son las formas las que permiten iluminar nuevos y desconocidos aspectos de lo real. Entonces el desafío tiene que ver con una reflexión permanente sobre el trabajo, como si fuera un metatexto que nos desafiara a romper con lo ya conocido, a evitar ser imitadores de otras firmas consagradas, a poder encontrar cada uno su camino formal en función del tema elegido con olor a nuevo.

—¿Creés que en los últimos años hubo un resurgir de la crónica? O que tal vez se apeló a nuevos objetos y nuevos métodos.

—Creo que lo que hubo fue un fenómeno de marketing editorial muy fuerte alrededor del género que incluye a determinadas asociaciones y fundaciones que dieron vueltas alrededor del género con premios, talleres, publicaciones, que incluyen también colecciones editoriales y mucha presencia, sobre todo a través de entrevistas y reseñas en medios gráficos masivos, y no tanto del género en sí. Creo que también la narración de realidad trasciende a este boom, es muy anterior, que también está en el presente pero no creo que deba ser tan separada y escindida de la literatura en general. Es decir, pretendo de una buena historia de no ficción que se homologue a la historia de ficción en su sentido de trascendencia formal, en su originalidad y en su estilo. Valoro mucho una buena prosa y una buena escritura que va más allá de la investigación temática y esto se puede hacer presente en cualquier género de lo literario, independientemente de si se trata de un texto de ficción o de no ficción.

—Cómo definirías la escritura?

—Es una indagación en temas que me interesan, una posibilidad de transportarme a historias que no tienen que ver con mi vida, ampliar mundos posibles. Siempre en mi caso a partir de historias reales que luego disparan a territorios más vastos que incluyen también a la ficción y que me impulsan a indagar en formas alternativas de la narrativa de realidad. También es una manera de dialogar conmigo mismo y con las lecturas que me marcaron, para volver al pasado y reinterpretarlo. Es una manera de pensar los objetos culturales de mi tiempo histórico a través de una reflexión que no se haría de otro modo que mediante esa profundidad que me permite el acercamiento a un objeto a través de la palabra escrita.

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