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Jardines en pandemia

Nivel inicial y un desafío prioritario: cómo tener sociedades más justas

Gabriela Pereyra, quien co-conduce la Secretaría de Nivel Inicial de Amsafe, señala que aun en el actual contexto de pandemia, los hilos conductores de la tarea docente siguen estando ligados a incentivar que los pequeños construyan su lugar en el mundo de una forma crítica y creativa


Juan Pablo Sarkissian

La tarea de educar es una práctica compleja donde el Estado debe asumir un rol preponderante, al tiempo de transformase en garante de que, en contenido y forma, el conjunto de un pueblo disponga de las herramientas necesarias para su formación. De no ser así, las consecuencias pueden significar una catástrofe. La otra punta del ovillo está representada por las y los docentes; las y los trabajadores de la educación, que ante una eventual ausencia del rol clave del Estado asumen con sus cuerpos todas las carencias, las propias y las ajenas, las macro estructurales y las cotidianas.

Pensemos ahora en un contexto donde un fenómeno exógeno irrumpe y sacude las estructuras. Pensemos en una pandemia. ¿Cómo es la tarea de educar, cómo será la educación de los pibes y pibas más pequeños, los que van de 3 a 5 años, lo que se conoce como nivel inicial?

“El juego, la literatura y las conversaciones se convirtieron en pilar en las jornadas de los jardines de infantes, y es porque se parte de entender a la educación como transmisión de la cultura de una a otra generación”, señala Gabriela Beatriz Pereyra que junto a Carina Cabello conducen la Secretaría de Nivel Inicial de la Asociación del Magisterio de Santa Fe (Amsafe provincial).

Y agrega: “Los recién llegados a los jardines se inician con otra institución que ya no es la familia, pero ese paso se da con la lengua materna y por ello los educadores somos los responsables de mostrar otros mundos, otras palabras, otras músicas, de eso se trata educar, de un esfuerzo por superar las propias fronteras y las que impone el sistema, si fuera necesario.”

Pereyra indica que ese es el trabajo de las maestras jardineras: “Recuperar historias, canciones, recuerdos; pero también construir juntos nuevas experiencias con músicas, colores, texturas, aromas que están por fuera del circuito comercial, y ayudar a construir subjetividades a través de las culturas”.

La ética del dar parte de lo recibido, repartir

Es preciso recordar que en la búsqueda de ordenar el sistema educativo es cuando se comienza a discutir sobre la educación en la primera infancia. “En ese debate se plantean dos posturas bien definidas: una es pensar al jardín de infantes para una elite, y para los otros proponer el asistencialismo, es decir, ayudar a criar, para evitar las desviaciones morales de los pequeños y así prevenir la delincuencia. Una historia tensionada entre instituciones asistenciales y educativas, esta era la mirada de Sarmiento”, subraya Pereyra.

“En contraposición, el venezolano Simón Rodríguez incluía en su ideario de educación popular a los indígenas, y pensaba que no solo el saber erudito era necesario, sino también el manual. La creatividad, la invención, sus pilares y no esa mirada hacia Europa y Estados Unidos que sólo posibilitaba la copia. “Si no inventamos, erramos” fue una de sus frases más célebres, entre otras que impulsaban un pensamiento latinoamericano propio”.

“Igualdad no como objetivo, sino como un principio desde el cual se parte”, remarca Pereyra parafraseando al también docente Maximiliano Duran.

“Otro docente de docentes es Pablo Pineau, alguien a quien es necesario conocer y leer porque nos dice cosas que emocionan y que forman parte de lo que sentimos como trabajadorxs de la educación, él nos dice que “el desafío de la educación, siempre, es cómo hacemos para tener sociedades más justas. Un maestro es el que decide pasarse la vida devolviéndole a otro lo que le dieron de chico, y esto implica una ética que los poderosos de este mundo no se bancan. Esta ética del don, esta ética del doy porque te doy, de lo que me dieron, lo reparto. Esta ética casi de milagros, de panes y de peces”.

Y en el año del centenario de su nacimiento no podía faltar Paulo Freire. “Es necesario pensar la educación como acto político, porque las y los docentes deciden en el  acto pedagógico si continúan aportando al discurso hegemónico de la clase dominante, es decir, en palabras de Freire el opresor, o se rebela, con amor, con pasión, con alegría para que los oprimidos nos demos cuenta que podemos transformar el mundo, como dijo el maestro «las cosas no son así, están así, y podemos cambiarlas. Nadie lee o estudia auténticamente si no asume, frente al texto o al objeto de la curiosidad, la forma crítica de ser o de estar siendo sujeto de la curiosidad»”.

“Y así es en la vida de todos los días, porque cuando los chicos hacen, juegan, comparten, imaginan, dicen, eligen, inventan y construyen su lectura del mundo con los otros; no es otra cosa que su forma de construir su lugar en el mundo de una forma crítica y creativa”, concluye Pereyra.

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