El Hincha

El corazón de Fortín Barracas late al ritmo de sus lazos con la comunidad

“Acá priorizamos la contención, lo social. Nos conocemos todos como debe ser en un club barrial”, relata Jorge Pedemonte, presidente de la institución de zona norte


El Club Fortín Barracas no necesita carta de presentación. Ubicado en Bv. Rondeau 1016, es un ícono de la zona norte de Rosario. Y si bien es reconocido por su impronta en patín artístico, básquet y bochas, es mucho más que deportes. Al menos así lo certifica su rica historia. El azul y blanco se mueve al ritmo de la función social que lleva adelante en su comunidad.

“Las puertas están abiertas para todo el mundo. La principal actividad es atraer a la juventud porque la calle es mala consejera. Además de enseñar deportes inculcamos y transmitimos la importancia de los valores”, desliza a modo de preámbulo el presidente Jorge Pedemonte. “Se prioriza la contención y dinámica grupal. Uno de los puntos fuerte es la parte social. Nos conocemos todos como debe ser en un club barrial”, acotó el directivo con vehemencia.

Fortín Barracas se fundó el 17 de abril de 1937. La primera sede tuvo lugar en bulevar Rondeau 960. Por entonces era un predio alquilado. Pero con tenacidad y empuje de un grupo de dirigentes y socios pudieron adquirir un gran terreno e instalarse para nunca más moverse a escasos 100 metros de distancia exactamente.

“Este club creció mucho porque tuvo un gran dirigente como Eduardo Osia, quien estuvo más de 50 años como presidente. Siempre pensando y aportando ideas hasta su último día en beneficio de todos”, comentó con cierta emoción Jorge al recordar al directivo que fue reconocido en su momento por el Concejo Municipal como el presidente de club más antiguo de Rosario. Si bien falleció en 2017, las y los socios y la comisión directiva del club decidieron ponerle su nombre el estadio cubierto.

Como Pedemonte, quienes frecuentan la intimidad de la institución destacan la esencia comunitaria de la institución: “Acá nos conocemos todos. La génesis es que todos interactuemos, entablemos diálogos y se fortalezcan los vínculos”.

El Fortín cuenta con una impecable cancha de básquet, que en este momento está en refacción. En ese especial y amplio espacio también se practica patín artístico, otra de las disciplinas que acapara la atención de la institución y es un imán para los vecinos.

“Tenemos cerca de 300 socios, la mayoría son de patín, básquet y bochas. Es un club bien familiar”, afirmó Jorge, quien desde hace dos años está al frente del azul y blanco. En ese sentido, recordó con una sonrisa: “No quería ser dirigente, pero Osia en 2016 me pidió que me sumara y le dije que sí. Pero le solicité que me pusiera como vocal suplente. Cuando vi la lista figuraba como vice. Y acá estoy”.

Dentro de las instalaciones del club se destacan, además, dos canchas de bochas. Según los entendidos en la materia, son de lo mejor que hay en la ciudad. “Ambas tienen el piso de conchilla, son profesionales”, puntualizó el presidente, quien es bochófilo y comnta orgulloso que aún representa al club “a mis 79 años”.

 

“En este club se juegan los torneos provinciales y nacionales. Por acá pasaron grandes jugadores como Alberto Bonassi, quien fue campeón rosarino y argentino individual, y Luis Curaba. De hecho, cada cancha llevan sus respectivos nombres”, comentó.

 

“En los últimos años hicimos asadores y el quincho. También tenemos un lindo espacio verde para que la gente disfrute al aire libre. Y por suerte el año pasado pudimos construir nuevos baños y el vestuario como exigía la federación de básquet. Nos costó, pero lo logramos”, amplió Pedemonte.

Además, remarcó con placer: “El club está abierto para todos. De hecho, prestamos las instalaciones a algunas escuelas de la zona. La idea es colaborar en lo que podamos con la sociedad”.

“Habíamos gestionado en su momento diferentes subsidios, pero al no tener los papeles en regla no podíamos acceder. No obstante, hace poco pudimos lograrlo gracias al asesoramiento y colaboración de la Secretaría de Deporte de la Municipalidad. Parte de ese dinero nos sirvió para arreglar el piso y el techo de la cancha de básquet. También empezamos a edificar la secretaría, que no teníamos”, graficó.

La institución cuenta además con los dos salones donde se practicaban hasta antes de la inactividad que generó la pandemia diversas actividades como baile, zumba, gimnasia, taekwondo y tai chi, mientras que en su momento hubo escuela de tango.

“Pese a las limitaciones edilicias aspiramos a seguir mejorando y creciendo como club. Uno de los sueños es construir la parte superior para sumar más disciplinas para los chicos. Queremos ser socialmente más abiertos y más contenedores. Porque lo mejor que tenemos es la parte social. Nos conocemos todos, como debe ser en un club barrial. Como en definitiva es nuestro querido Fortín Barracas, que para nosotros es el orgullo de la zona norte”, cerró el directivo.

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