Ciudad

Integración e igualdad

El Club Sportivo Alberdi se va para arriba y suma gimnasio para optimizar el rendimiento deportivo

Tras recibir la asistencia del Plan Incluir, el polideportivo de zona norte busca ampliar sus espacios no sólo para sus deportistas y socios sino también para abrir el club a toda la comunidad


El Club Atlético Sportivo Alberdi (Casa) está ubicado en Aráoz 1050 y bajo la bandera del blanco y verde tiene más de 80 años de historias compartidas con los vecinos de zona norte. En los últimos seis años, un grupo de jóvenes trabaja desde la comisión directiva para ampliar los espacios en busca del mayor rendimiento de las y los deportistas de patín, fútsal, tenis criollo, vóley, danza artística para chicos, yoga, judo y taekwondo. También para sumar otras actividades que integren e incluyan a toda la ciudadanía. “Para que el club esté abierto a toda la comunidad, al barrio”, resumió Rosana Altomonte, la presidenta del Club Sportivo Alberdi.

En esta búsqueda para que vuelva a ser el punto de referencia del barrio que lleva su nombre, la comisión recibió la asistencia del Plan Incluir desde el Ministerio de Desarrollo Social y ahora construirá un salón gimnasio en la planta alta para seguir optimizando el polideportivo.

Rosana destacó que es fundamental que existan estas iniciativas porque se les haría imposible hacer estas obras sin el apoyo del Estado. “No hay otra manera porque la infraestructura tiene muchos años y el aporte de los socios se va en mantenerla”, dijo y resaltó que esta construcción va a permitir que los chicos y chicas “puedan desarrollar sus capacidades innatas en un contexto adecuado, en condiciones dignas y con los elementos que necesitan”.

Un poco de historia del Casa

El Club Sportivo Alberdi nació el 15 de abril de 1939 de la mano de un grupo de amigos que se reunían en Aráoz y Zelaya. Un vecino les cedió el terreno que estaba en el 1050 de Aráoz y el sueño de esos amigos se materializó y reafirmó con la personería jurídica en 1946 para perdurar hasta el día de hoy. Rosana contó que entre el 40 y el 50 el Club Alberdi se dedicaba a la actividad social y cultural. “Tenemos el escenario, muy característico de esa época. Se hacían bailes con cantantes y bandas. Las fiestas más representativas eran la de carnaval y de fin de año donde asistían todos los vecinos y vecinas”, recordó.

En los 80 y una parte de los 90 hubo un boom desde lo deportivo. Por ese tiempo el Club Alberdi empezó con patín, actividad que continúa y es una de las más importantes por su participación en competencias. También estaba el tenis criollo, el fútbol de salón y el casín. “En uno de los salones funcionaba un buffet con un comedor. Era un espacio abierto en el que no paraban de entrar y salir adultos y chicos de todas las edades. Los viejitos siempre estaban jugando a las cartas. Los festivales de patín de fin de año explotaban de gente. Llegamos a tener más de 100 patinadoras. Era muy lindo”, describió Rosana .

Ya para finales de los 90 y por más de una década los clubes de barrio quedaron paralizados y en silencio. “Se vinieron para abajo y el repunte que vivimos acá fue entre 2008 y 2010”, dijo y señaló que el club Alberdi nunca estuvo totalmente cerrado pero sólo se abría para alquilar la cancha. “Por unos diez años, hubo dos personas, uno era un vecino y otro era de zona oeste, que estaban a cargo del club. En esa época sólo se alquilaba la cancha para fútsal y hubo algunas situaciones que no gustaron a los vecinos, lo que hizo que el club tuviera una mala imagen. En 2015 empezamos a trabajar con estas personas”, explicó Rosana en referencia al grupo de jóvenes que volvió a la institución y se involucró.

Lo primero que hicieron fue acomodar lo legal, actualizaron los libros de actas, de socios, formaron una comisión y la personería jurídica. “Le propusimos empezar en las vocalías y estuvieron de acuerdo, así, de a poquito, pudimos regularizar el club”, contó para agregar que a los dos años esas dos personas decidieron irse.

“Así empezamos de cero y a tener más libertad para apuntar a lo que nosotros queríamos que era que el club creciera. Ya teníamos todos los papeles en orden y comenzamos a juntar algún ahorro para después ver en qué invertíamos esa plata que entraba con cuota social que es ínfima”, remarcó Rosana.

“En la comisión somos 9 porque dos están de licencia. Todos somos del barrio y el único grande es mi papá Vicente Altomonte que es el secretario. Siempre estuvo en el club porque mi abuela fue una de las fundadoras, pero ahora se jubiló y tiene más tiempo. Es el segundo período que estoy como presidenta, es hasta diciembre. Esto lo hacemos todo ad honorem y es un trabajo que te lleva las 24 horas”, siguió para sumar que la tesorera es María Belén Fernández, quien vive al lado del Club y su padre fue presidente de la institución. “Somos amigas desde los 4, nos criamos en el club. Es contadora pública lo que hace que sea un aporte enorme a la hora de presentar el balance que es un costo grande y este año la Secretaría de Deporte de la provincia se hizo cargo del gasto, lo que fue una gran ayuda”, explicó.

Rosana habló sobre empezar de cero, pero en realidad ese grupo de jóvenes partieron con la mala imagen que adquirió la institución hasta 2015. No sólo tuvieron que gestionar con la EPE y Aguas provinciales la regularización de la gran deuda que tenían, hacer el mantenimiento al edificio sino también renovar la confianza de las y los vecinos. “La gente estaba enojada por cosas que pasaron. Nos costó mucho que tengan ganas de acercarse para decir, bueno voy a ir a una institución y sé que el esfuerzo que hago en mi aporte como socio va a ir donde corresponde. Ese trabajo también lo tuvimos que hacer con los dirigentes deportivos y con la municipalidad porque el club ya estaba marcado. Es lo que más nos costó”, recordó Rosana y quiso dejar el mensaje de no marcar a las instituciones: “Las comisiones están de paso. Lo que hay que cuidar siempre es el club porque es la historia, los recuerdos de todos esos momentos lindos que le quedan a la gente, los socios y los deportistas”.

Un club en expansión

El Club Alberdi está a mitad de cuadra de la cuadra de Aráoz entre Zelaya y Valentín Gómez. Apenas se ingresa tiene dos salones a los costados donde dictan clases de danza para chicos y chicas de 9 y 10 años, Judo, Taekwondo y Yoga. En uno también funciona desde hace tres años la escuela primaria Caeba para adultos de la Biblioteca Popular Juan Bautista Alberdi, ubicada en Zelaya 2089. “La presidenta Nora nos pidió si podía tener la escuela acá y nosotros le dijimos enseguida que sí porque nos encanta. Somos bien versátiles”, dijo Rosana.

Pasando los salones se abre paso la cancha donde se practica vóley, patín, fútsal y tenis criollo. En estos seis años, la comisión pudo, a través de subsidios, agrandar ese espacio. Sacaron los baños que estaban a un costado y con la ayuda del arquitecto Pablo Martins construyeron los baños, vestuarios y una secretaría en la planta alta. “También hicimos un baño común y otro para discapacitados en la entrada más lo que se construyó en la planta alta. No sé como hicimos para multiplicar esa plata pero el arquitecto nos dio una mano bárbara”, señaló.

En estos días, el Club Alberdi tiene 230 socios entre mayores y menores pero el flujo de deportistas y de vecinos que lo transitan es mucho mayor. “A los profes no le cobramos alquiler sino un porcentaje por las y los alumnos que tienen, después el que quiera se puede asociar. Silvia, la profe de fútsal para chicos, tiene 80 y vienen de todos lados en su mayoría del barrio La Cerámica. Muchas veces los chicos son de sectores humildes así que los becamos, vemos que tengan botines y de que almuercen o tengan una merienda”, sumó Rosana.

“Creo que les debe pasar a todos porque los clubes de barrio son lo que más cerca están de la realidad social. Somos como la primera línea en recibir a esos chicos que están en la calle y no saben qué hacer y encuentran en el fútsal, judo o taekwondo un espacio para desarrollarse. Queremos recibir a todos, pero nos está quedando chico el espacio”, enfatizó la presidenta y contó que uno de los proyectos que quieren gestionar es un playón deportivo grande para compartir con todos los clubes chicos de zona norte.

El gimnasio

“Cada vez que pensamos una obra es para agrandar los espacios y que sea funcional, es el objetivo. Con la obra del Plan Incluir vamos a hacer un gimnasio en la planta alta para sumar otro lugar para desarrollar las actividades. Siempre estamos abiertos a nuevas propuestas para integrar a la comunidad, el barrio al club”, insistió Rosana para agregar que también los deportistas van a poder hacer el entrenamiento físico en esta instalación.

La presidenta contó que el proyecto del gimnasio en la planta alta estaba desde hace un tiempo cuando tras cobrar otro subsidio levantaron las paredes e hicieron los desagües del techo pero no les alcanzó para nada más. “Teníamos la duda de que quedara así pero a los seis meses salió el Plan Incluir, presentamos todo y nos otorgaron la plata. Fue todo rápido y ahora lo vamos a poder terminar. Es siempre mirar para adelante”, enfatizó sobre este programa que es una continuación de las políticas públicas implementadas por el gobierno Santa Fe para ofrecer propuestas que favorezcan la eliminación de la desigualdad y que ya abarcó a 450 a instituciones intermedias ligadas al deporte y la cultura que trabajan con niños, niñas y adolescentes en toda la provincia.

“El Plan Incluir es muy importante porque para estas cosas si necesitás un apoyo externo para que el club pueda seguir apuntando a la contención social y al desarrollo del deporte con la gente del barrio. Para el diario es el esfuerzo de los socios porque no buscamos pararnos en la comodidad de recibir un subsidio para todo. Me crié en el club y nunca me imaginé poder hacer estas obras y que el club esté tan cambiado. El que venía antes y lo ve ahora, te lo dice y es increíble”, cerró Rosana.

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