Por Pablo Sucarrat / Especial para El Hincha
El clásico rosarino, es conocido como el clásico más emocional del futbol argentino. Muchos le adjudican por ser una ciudad tan futbolera, su historia, sus calles llenas de camisetas de los dos clubes más populares de Rosario.
La gente en su vida diaria convive emocionalmente con el sentir de sus clubes, sabe de sufrimientos y de sus alegrías.
Todos quieren ganar el clásico, porque con ese resultado el hincha convive y arma su historial frente a su adversario, dándole rienda suelta al folclore futbolero.
Ahora bien, los jugadores nacidos en el club, saben perfectamente de que se trata esto. Y los que vienen de afuera se contagian rápidamente de esta linda “locura”. Pero deben mantener la ansiedad en otros niveles que los hinchas e inclusive que los dirigentes.
Esta semana es clave para afrontar desde los entrenamientos, en la convivencia con sus compañeros, generalmente es aconsejable estar un poco al margen del sentir de la ciudad para mantener la cabeza lo más serena posible para poder jugar bien concentrados el clásico.
Es una semana psicológica desde donde se la mire. Y los cuerpos técnicos deben apelar al factor mental, a la concentración, al control de la ansiedad. A potenciar sus jugadores desde lo psicológico, no se trata de ganas ni de deseo, ganas tienen todos de jugarlo y de ganarlo. Pero la forma, lo ganará quien mejor esté desde lo psicológico.
Contar con el acompañamiento constante del psicólogo del equipo será muy importante. Porque el futbol si bien es táctico, físico también es mental. Y las emociones en los clásicos vienen a poner un condimento especial.
El domingo cuando la pelota ruede, volverá a rodar las emociones y ya no se hablará más. Se jugará, y la ciudad latirá al ritmo del clásico, una vez más.
