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Espacio icónico

El cierre del Bar Rojo: el fin de muchas historias entrañables de la cultura de toda la ciudad

Los destacados referentes del music hall local Vanesa Squillaci y Barquito Machado fueron dos de los tantos artistas que transitaron las noches del espacio de Necochea y Riobamba. Hablan de su dolor por el final de un lugar emblemático. “Era un semillero de artistas”, expresaron al unísono


Foto: Franco Trovato Fuoco

El Bar Rojo fue un espacio de oportunidades, de glamour, de emociones, de variedades. Para la artista trans Vanesa Squillaci fue el espacio donde se mostró por primera vez como mujer, allí festejó su primer cumpleaños como Vanesa y desde allí fue vista por varios productores y empresarios del espectáculo que luego la contrataron para otros shows. En tanto, Gustavo Barquito Machado fue el primer transformista rosarino que actuó en el histórico espacio de Necochea y Riobamba con su humor desfachatado y sobre los tacos aguja el artista hacia llorar al público de la risa.

Barquito, a sus 75 años, lamenta que las persianas se ese reducto histórico de la ciudad se hayan bajado definitivamente. “Jorge y Rody eran mucho más que empresarios del espectáculo, transformaban todo en familia. Si surgía la posibilidad de actuar en otro espacio o en un teatro, ellos iban a verte, era un apoyo constante. Incluso muchas noches, al terminar la jornada en el Rojo, salíamos todos los artistas junto con ellos a cenar afuera. Era un grupo humano hermoso”, destacó el artista acerca de los históricos dueños del bar.

El Rojo, de Rody y Jorge, sus dueños, sufrió los embates de la crisis económica de los últimos años, sobre todo en la pandemia. Con la muerte de Rodolfo Scampino todo comenzó a tambalear hasta que la artista Cecilia Córdoba tomó las riendas del lugar y volvieron a brillar las luces del escenario, pero tras la partida de Jorge Kronfly, las hermanas de ambos, herederas del icónico imperio artístico, decidieron terminar con esta historia cultural de la ciudad y la zona que llevaba más de cuarenta años del recorrido y luminarias. Así, recientemente, El Rojo se sumó a la lista de bares culturales que debieron cerrar sus puertas en los últimos meses como pasó con Berlín, Oui, El Escaramujo y Jekill and Hyde.

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Vanesa Squillaci llegó al Rojo en 1999, junto a unos strippers que trabajan allí. Fue para conducir ese segmento y presentarlos en escena. “A partir de ahí hice amistad con Jorge y estuvimos trabajando muchos años juntos. Por el Rojo pasaron mis espectáculos, en El Rojo crecí como artista y como persona, porque fue testigo de mi transición y allí festejé mi primer cumpleaños como mujer. El Rojo es una marca hermosa en mi vida”, recordó la artista.

Por otro lado, ambos referentes del music hall local remarcaron la calidad técnica del espacio, en materia de iluminación y sonido, y mostraron su enojo con quienes comentaron en las últimas semanas, tanto en medios de comunicación como público en general, que el espacio era sólo un reducto de strippers. “Me da bronca que mucha gente, incluso colegas tuyos, hayan catalogado el bar, primero poniendo en duda que sea un espacio cultural, segundo desconociendo que allí había espectáculos de todo tipo, desde tango, musicales, humor, transformismo y también shows de strippers. Que incluso a partir de allí se abrieron muchos bares gays, pero al Rojo iba todo el mundo”, señaló la artista y capocómica.

Y a su tiempo, Machado sumó: “El Rojo le abrió la puerta a muchísimos artistas de Rosario como cantantes, bailarines, cómicos, magos, y era tanto el éxito y la convocatoria que tuvieron que derrumbar una pared para que entrara la gente, que era el espacio donde estaba instalada la rotisería, pero bueno, había que atender al público y la rotisería tuvo que mudarse unos metros”.

“Los viernes de tango eran tremendos y si bien era un lugar al que muchos grupos iban por despedidas de solteros,  nunca hubo un hecho de violencia ni nada por el estilo”, aseveró quien por esos años trabajaba como encargado de un edificio durante el día y a la noche se maquillaba con glitter y lucía una frondosa peluca rubia.

Vanesa Squillaci junto a Jorge Kronfly. Derecha: Barquito Machado
Sin lugar para actuar

Por El Rojo también pasaron, y se puede decir que allí nació su trayectoria, artistas como Lo Lumvrise, Mariquena del Prado, Mimí Nervios, Juan Pablo Geretto, Nancy Arias y Marcelo Poncio. También tuvieron su presentación oficial otros artistas de la talla de Raúl Lavié, Carmen Barbieri y Santiago Bal.

Ante el cierre del lugar de manera definitiva y sumado a la larga lista de espacios que también debieron bajar sus persianas, Vanesa Squillaci aprovechó la ocasión para hacer un reclamo, lamentablemente, añejo: “Estoy enojada, muchos desprestigian a los mismos rosarinos, ya bastante devaluados estamos para todo el país con esto de que es una ciudad que chorrea sangre, y dicen que El Rojo no era bar cultural. El Rojo era inclusivo, era para todo el público y eso fue muy valioso. Cuando abrió sus puertas, y durante muchos años, los shows de transformismo eran una utopía y allí teníamos un lugar, teníamos una familia. Los dueños siempre cuidaron mucho de los artistas y sobre todo en esa época donde el transformista era carne de cañón para agarrarlo para la joda y si eso pasaba lo paraban de buena manera. Nunca una pelea ni nada por el estilo”.

Y sumó con aún más dolor: “Es tristísimo que los artistas vayamos perdiendo espacios como ése porque ya de por sí nos cuesta muchísimo trabajar y cotizar lo que hoy necesitamos para sobrevivir. Es casi una utopía vivir de nuestra profesión. Incluso las y los artistas locales somos los que ofrecemos al público una entrada mucho más accesible, pero hasta los mismos empresarios y medios de comunicación se desviven por figuras de Buenos Aires que cobran cinco veces más. No me parece justo”.

Graciela Rey en los “Viernes de tango”. Foto: Franco Trovatto Fuocco
Mucha historia

Barquito Machado recordó también que “iba al Rojo desde que era Tienda Gloria”. Es que esa esquina, antes había sido gestionada por los padres de Jorge. “Por ahí pasaba el tranvía, el colectivo 11, el 16 y el 27, cuando Necochea era doble mano. Eran otras épocas”, dijo el artista que se inició en el transformismo hace 54 años.

“Me acuerdo que para la inauguración llamaron a Raúl Mouso, un transformista de Buenos Aires que era del ballet de Susana Giménez. Yo fui el primero en Rosario que actuó en El Rojo y estoy orgulloso de eso. Incluso tenía mis números con Angelita de la Mata en los viernes de tango”, enumeró Barquito. Y se quebró al recordar una noche muy especial: “Era un viernes, yo estaba listo para salir a escena y Jorge me pidió que espere un ratito. Me pareció raro pero le hice caso. Cuando me dieron el okay salí por una puerta trasera porque mi número empezaba cuando entraba por la puerta principal. De repente empecé a charlar con la mujer que estaba en el escenario y me señaló a otra que estaba parada en el público. Era mi hermana, que se había venido desde San Nicolás para verme, nunca lo había hecho. Fue una emoción tan grande que la abracé, lloré y aún recuerdo cómo la gente aplaudía. Porque todos recibían cada tanto a un familiar que los iba a ver, yo estoy solo acá, mis padres fallecieron hace mucho. Yo soy entrerriano, nací en la isla y mi hermana se casó y se fue a San Nicolás”.

Además, el artista recordó que su madre había sido payaso de circo y su padre payador. “La única que salió normal fue mi hermana, que se casó y se fue a vivir a San Nicolás”, apuntó con humor quien aseguró que en sus noches en El Rojo “tenía la melena de La Mona Jiménez, y ahora parezco un desodorante a bolilla”.

“Estoy acostumbrado a pelearla, nunca fue fácil la vida, yo me crié en una casilla y muchas veces esos recuerdos estaban en escena, porque le ponía humor a ese bañito afuera de la casa al que los días de lluvia íbamos corriendo, hasta que una tormenta fuerte le voló el techo y entonces, mientras cagábamos, al mismo tiempo nos bañábamos. Ahí estaba el aprovechar el tiempo y los recursos”, dijo con su habitual sentido del humor.

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Cierran más que persianas

De nada le valió al Rojo la declaración de Bar Tradicional de la Ciudad de Rosario, recibida en 2017, al cumplir sus 32 años de historia. Fue entonces que el festejo se hizo en la esquina junto a clientes, familiares y amigos del lugar y tanto Jorge como Rodolfo recibieron la distinción de la por entonces presidenta del Concejo Municipal, Daniela León.

Barquito Machado reconoció que se siente muy triste por el fin de ese espacio cultural. “Me pone muy mal, pero todo fue como cuando te hacés un análisis porque te sentís mal y estás muy jodido. Es obvio que te ves venir el resultado y cuando Jorge se enfermó algo de esto se esperaba, pero nunca perdimos las esperanzas. No olvidemos un cierre muy significativo como fue el de Gotika o El Refugio, espacios que daban oportunidades, porque los artistas de la ciudad la estamos pasando mal. Si sobrevivimos es por los espectáculos privados, como animaciones de cumpleaños y demás encuentros familiares o empresariales, pero no por un show. Porque no quieren pagar lo que corresponde y así, vivir de esto se hace cada vez más difícil. Con El Rojo se podría haber hecho una cooperativa de artistas, había otras formas de llevarlo adelante, pero bueno, sólo Dios sabe por qué se tomó esta decisión tan dolorosa. Lo que no saben es cuantas historias y nuevas oportunidades se apagan con estas persianas bajas”, compartió.

Jorge y Rodolfo recibieron la distinción de manos de Daniela León.

Ante este contexto desolador para los artistas, Vanesa agregó: “Mis padres me fueron a ver ahí en mi primer show, ahí dejé de ser actor transformista para ser una persona trans. Jorge y Rody me fueron a ver a Mar del Plata, estaban en primera fila. Es una herida muy abierta y me va a doler mucho pasar por esa esquina y ver que estarán haciendo un edificio, es parte de la historia de la ciudad y la región”.

“Incluso de ahí surgieron muchísimos artistas nuevos. Eso era un semillero de artistas, de ahí era un trampolín para trabajar en otro lugares. Del Rojo estuve diez veranos seguidos en Mar del Plata. A mis 52 años este cierre duele mucho, nos quitan una gran parte de nuestra vida”, concluyó la artista.

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