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El cierre de listas, una foto de la diáspora reutemista

El silencio primero, y las palabras del Lole sobre su prescindencia después, aceleraron el desbande.

Mercier hizo la suya y se quedo sólo. Omar Perotti se llevó el grueso del obeidismo.

Por: Daniel Zecca

La presentación de listas del lunes pasado expresó de manera incontrastable la dispersión –¿final?– del reutemismo, con su apéndice incluido, el obeidismo. Concebido desde principios de los 90 a partir de la sorpresiva candidatura de Carlos Reutemann a la Gobernación, mantuvo su vigencia como núcleo duro del PJ provincial hasta estos días. Dueño de los votos del territorio, Reutemann se repartió el poder con Jorge Obeid, intercalando gobernaciones hasta completar 16 años de la historia santafesina, y mantuvo su vigencia hasta la última elección de 2009 cuando, ya alejado del kirchnerismo tras el conflicto con el campo, derrotó a Rubén Giustiniani en la compulsa que definía la representación de Santa Fe en el Senado de la Nación.

Sin embargo, en una decisión que registra algunos antecedentes, Reutemann dejó a sus seguidores librados a la buena de Dios, en medio de rumores, declaraciones de una frase como máximo y supuestas interpretaciones de su pensamiento.

En una de sus esporádicas y cortas apariciones, Reutemann se declaró prescindente del escenario electoral provincial, y unos días antes del cierre de listas salió a decir que todos los candidatos eran “mayores de edad” y que se podrían arreglar solos. Inmovilizados por el abandono de su líder, por la resurrección del kirchnerismo y por la falta de un candidato firme, cada uno de los dirigentes que supieron formar parte de la masa crítica del reutemismo y del obeidismo –subordinado a su estrategia– salió disparado hacia el sector que mejor pudiera cobijarlo del frío político en el que los había dejado el Lole.

Hubo quejas, tibias, como las del presidente del Congreso provincial, Antonio Ciaurro, quien alcanzó a decir que el peronimo “también” le había dado mucho a Reutemann, pero no había tiempo para reproches ni para mirar atrás. Nadie puso en palabras el sentimiento que generaba el desapego del Lole por su propia construcción, a riesgo de transformase en estatuas de sal, y perderse la posibilidad de formar parte del armado político de los próximos cuatro años.

Fueron tiempos de vértigo, como todos los cierres de listas, donde los profetas de la candidatura presidencial de Reutemann desaparecieron definitivamente y se aferraron a la subsistencia política. El golpe de gracia lo dio desde la Rosada la propia presidenta Cristina Fernández, cuando sacó bolilla negra a Obeid, que se restregaba las manos ante una interna donde podía copar la parada. Fue renuncia y hubo unidad.

En sacrificio

Con una lógica que sólo él puede entender, Reutemann llevó su espacio político a lo más alto en Santa Fe, para luego inmolarlo y ofrecerlo por partes a invitados hambrientos.

Rafael Bielsa se sirvió el candidato a intendente de la ciudad de Rosario, el actual concejal Diego Giuliano, junto con las candidaturas a senador de Danilo Capitani, por el departamento San Jerónimo, y de  Eduardo Rosconi, por Caseros. Además, el obeidista Osvaldo Miatello, primer candidato a concejal en Rosario. Aspiraba a más, y desde la Rosada trabajaron fuerte para eso, pero su alianza de último momento con Oscar Cachi Martínez le quitó algunos de los bocados predilectos.

Omar Perotti, el intendente de Rafaela, que esta vez concretó su idea de presentarse como candidato a gobernador, tiene en el armado de listas la presencia de la diputada nacional Celia Arena, y se llevó el grueso del obeidismo. Tanto es así que el propio Obeid salió esta semana a respaldarlo. No es para menos; allí está su propia hija, en el tercer lugar de la lista de diputados provinciales, y el actual legislador Mario Lacava, su cara visible en la Legislatura provincial, hace punta entre los que aspiran a integrar la Cámara baja. De parte del reutemismo hay que agregar a Norberto Betique, Hugo Puchetta y José Baucero, tres senadores actuales que van por la reelección en la lista de Perotti.

Juan Carlos Mercier, por su parte, encarnó la candidatura reutemista más pura, pero terminó aferrado a candidatos de todo origen, en la imposibilidad de retener bajo su ala a los nombres más importantes. Ángel Baltuzzi decidió acompañarlo en la fórmula, pero no hubo mucha presencia rosarina en las listas.

Por último, un invitado de último momento, Miguel Del Sel, quien finalmente le dijo que sí a Mauricio Macri y se presentó como candidato a gobernador por el PRO, se llevó al intendente de Chabás, Osvaldo Salomón, quien no puede ser considerado un reutemista clásico, aunque sí se inscribe en el movimiento anti K santafesino que surgió en el conflicto con el campo, y a la diputada provincial Alejandra Vucasovich, de indiscutible estirpe reutemista.

Por último, los actuales senadores Ricardo Spinozzi y Alberto Crossetti decidieron ir a la reelección con boleta propia, sin colgarse de ninguna candidatura a gobernador.

Tiran de la cuerda

Como si la dispersión no fuera suficiente, una serie de intereses contrapuestos sigue tirando de la cuerda y desgarrando lo poco que queda: son los que piden sanciones para los que fugaron al PRO, o los que  quieren  castigo para quienes presentaron candidaturas por afuera, las llamadas listas distritales, convencidos de que le quitan fuerza a las principales.

Mientras tanto, muchos de los que sobrevivieron a la zaranda de confección de las listas, está en proceso acelerado de mutación K, toda vez que quienes compiten con más chances para la Gobernación tienen a la presidenta como guía de su suerte electoral. Tanto es así que la nómina de Mercier planea como estrategia identificarse como “la única lista anti K”.

En ese marco, Agustín Rossi presentó sus listas tempranito y se sentó a ver cómo la dispersión mejoraba sus chances electorales, al menos en las primarias.

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