Por: Franco Trillini
Es increíble como una simple jugada puede cambiar el rumbo entero de un partido. Porque Central Córdoba era más que Lamadrid. No por mucho, es cierto, pero por lo menos cruzaba la mitad de la cancha bastante más seguido que el único puntero del campeonato y además se mostraba mucho más ambicioso. Pero en el arranque del complemento, Leguizamón lo bajó a Lezcano dentro del área y Flegenal sentenció al Charrúa desde los doce pasos. Ahí empezó otro partido.
El primer tiempo fue aburrido y con pocas emociones, con un Córdoba carente de ideas para lastimar al rival, pero así y todo protagonista, ya que de entrada quedó claro que el empate le sentaba bien a la visita.
Había que jugársela en el segundo tiempo. El problema fue que a los tres minutos ya perdía 1 a 0 y para colmo instantes después Fabello se retiró expulsado sorpresivamente, aunque también vio la roja Lezcano, artífice del penal que facturó Flegenal.
Y de a poco, el Charrúa se empezó a animar más, pero falló en la definición y encima Canessa se hizo echar sobre el final y dejó a su equipo con nueve. Partido liquidado. Todavía faltaban el segundo gol de Lamadrid (con Córdoba jugado al ataque) y el posterior tumulto que se originó en el banco de suplentes de la visita, que gritó con todo lo que tenía el 2 a 0 y desató una rosca tremenda entre jugadores, ayudantes y entrenadores. Un papelón.
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