Espectáculos

El Castagnino recorre la gráfica social en torno a Berni

El museo Castagnino exhibe "Impreso en Argentina", obras en torno al Gran Premio de la Bienal de Venecia ganado hace 50 años por Antonio Berni con sus grabados.  


Por Ana Martínez Quijano / ámbito.com

Cinco xilograbados de Juanito Laguna de Antonio Berni presiden la abarcadora muestra que gira en torno al XXI Premio de Venecia otorgado a Berni hace 50 años.

La exhibición «Impreso en la Argentina. Recorridos de la gráfica social desde la colección Museo Castagnino+macro», gira en torno del Gran Premio de la XXXI Bienal de Venecia, el mayor galardón al que puede aspirar un artista, ganado hace justo media centuria por el rosarino Antonio Berni con sus grabados. El rico patrimonio artístico que posee el Museo Castagnino posibilita traer al presente un retazo brillante de la cultura argentina y, en especial, rosarina. La curadora de la muestra, Silvia Dolinko, presenta los cinco xilograbados de gran formato de Juanito Laguna, abre además un panorama de la obra gráfica que existió antes de Berni, y la que continuó después, que llega hasta nuestros días.

 

Las inmensas y poderosas imágenes de Juanito resultan significativas. En uno de los grabados hay un niño en un bosque, lleva un pájaro en su mano, mientras mira cómo cae en picada otro pájaro que ha cazado de un hondazo. Las visiones de Juanito pescando, bañándose, remando y cargando una red colmada de peces, siempre procurando su sustento, acompañado por su perro y, a veces, por algún amigo, son imágenes de un niño marginado, pero que vive aún como un niño. Los personajes aparecen en el marco de la naturaleza, pero de una naturaleza amenazada, asediada por el avance feroz de los entornos fabriles. Una mariposa gigantesca se recorta sobre la flora y cielo, envuelta en tonos negros, azules fríos y amarillos ácidos, parece la última de su especie en el planeta.

 

Berni se había iniciado en la técnica del grabado con el poeta Max Jacob, en París, en 1928, mientras pintaba sus obras surrealistas. Pero fue recién en Rosario, cuando el surrealismo dejó de ofrecer respuestas a los problemas políticos y sociales planteados por la crisis de la década del 30, cuando confluyeron en su obra la técnica, el tema y el contenido ideológico. Se afirmó entonces su particular interés por el grabado. En 1934 había pintado su primera gran obra del Nuevo Realismo, «Desocupados», rechazada por el Salón Nacional, y fundó con sus amigos rosarinos la Mutualidad Popular, bajo la evidente influencia del muralista Siqueiros y los Sindicatos de artistas mexicanos. En ese contexto, las posibilidades de difusión masiva del grabado, sus características de obra seriada, barata, la tornaban propicia para expresar ideas políticas.

 

Hoy, en el centro de la sala del Museo, en una vitrina, hay papeles, textos y fotografías del año 1963. A través de estos documentos y los relatos de las notas periodísticas, se accede a la historia de la donación de los coleccionistas Domingo Minetti y Gonzalo Martínez Carbonell, quienes compraron las obras que volvían de Venecia para incrementar los tesoros del Castagnino. Berni certificó y rubricó de puño y letra el pago de 80.000 pesos. En un diario de época informan que el presidente de Italia le había entregado personalmente a Berni, un año antes, el premio de 500.000 liras (90.000 pesos).

 

A partir de ese núcleo, la exposición se expande en el tiempo y despliega gran parte de la colección de obra gráfica del Castagnino que se inicia con una estampa del 1900 de Emilio Agrelo.

 

La muestra se puede recorrer como un viaje, logra volver el tiempo atrás para mostrar a través del arte un fragmento de la tradición gráfica de nuestro país. Para comenzar, figuran algunos de los Artistas del Pueblo, como Adolfo Bellocq y Abraham Vigo, sus obras de la década del 30, «La huelga», «Tribuna proletaria» o «El agitador», están teñidas por la ideología anarquista y el comunismo. Allí está el puerto en las imágenes de Julio Vanzo y Santiago Minturn Zerva, el «Conventillo» de Clement Moreau y una deliciosa escena de Raúl Soldi. Está el trabajo, el fragor de «Los fundidores de acero» de Bellocq y también está la noche. «La victrolera» de Víctor Rebuffo, sentada junto a la mesa de un bar, descansa, melancólica; a su lado, una erótica flor puede verse como una clara metáfora del sexo.

 

El Grupo Litoral ocupa un espacio privilegiado con las estampas de Leonidas Gambartes, Zerva, Ricardo Warecki y Juan Grela, que abre con un delicioso y sintético paisaje uno de los capítulos de la muestra.

 

El rosarino Alfredo Guido está presente con dos obras, un aguafuerte de la serie dedicada al Altiplano resulta escalofriante. En la noche se divisa un compacto grupo humano cargando sobre sus hombros unos bultos gigantescos; desde la cintura de uno de estos personajes, cuelga el pequeño cuerpo de una niña desnuda que se destaca por su blancura. Resulta imposible adivinar si está viva o muerta.

 

En el recorrido, un lugar destacado lo ocupa el importante catálogo de la muestra realizada en el año 1942, «El grabado en la Argentina», reseñado por el diario «La Capital» de Rosario. Allí figura una página del 30 de octubre de 1942, donde destacan que, mientras los folletos se pierden, «el libro perdura en la urdimbre de la historia, penetra en las bibliotecas y se incorpora a la vida misma de la civilización». «Entre lo multiejemplar y la obra única, Impreso en la Argentina indaga sobre continuidades y cambios de la producción gráfica durante más de un siglo, considerando a los Juanitos como articuladores del trazado sobre esas derivas», señala la curadora. Las obras de Pompeyo Audivert, Juan Batlle Planas, Juan Berlengieri, Mele Bruniard, Gustavo Cochet, Carlos Giambiagi, Clément Moreau, Catalina Otero Lamas, José Planas Casas, Sergio Sergi, Luis Seoane, Ricardo Supisiche y, entre tantos otros, un artista profundamente ligado a Berni, Lino Enea Spilimbergo, completan la parte histórica de la exposición.

 

Entre los contemporáneos están Nicolás García Uriburu, con una de sus intervenciones verdes, Graciela Sacco, con su conocida obra «El incendio y las vísperas», el activísimo Taller Popular de Serigrafía y, entre otros, Eloísa Cartonera, la hoy conocida editorial fundada por cartoneros, artistas y escritores. Este proyecto cultural que surgió en plena crisis y utilizó cartón comprado a cartoneros quienes, pintaron a mano los libros donde se publicó material inédito de cientos de autores latinoamericanos, es el mejor cierre para la muestra.

El primer piso del Castagnino esta ocupado por una muestra de grabados de Mele Bruniard.

La muestra «Impreso en la Argentina», del Museo Castagnino+macro estará acompañada, desde este mes a noviembre por un extenso programa de actividades, entre ellas, además de las mesas redondas, conferencias y visitas guiadas, se realizará en septiembre un homenaje a Emilio Ellena. Las carpetas de grabados editadas en Rosario entre 1958 y 1967 por Ellena, representan un aspecto central de la colección del museo.

Todo el primer piso del Castagnino+macro está ocupado por la extensa muestra de grabados de la artista santafesina Mele Bruniard, alumna de Juan Grela. A sus 82 años, Bruniard concurrió al vernissage de la exposición curada por Nancy Rojas que muestra su expresiva producción desde 1959 hasta 2001. La muestra se inicia con las ilustraciones y viñetas de la artista para los cuentos de Horacio Quiroga, luego descubre el humor de los retratos y la fuerza de los rasgos marcados, el afán vanguardista por el uso del texto en la imagen y el gusto ornamental. El libro que editó el Museo, está disponible en: www.macromuseo.org.ar/libros.

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