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El caso Storni no es parte del escándalo en la Iglesia

Monseñor Arancedo defendió a su antecesor en el Arzobispado de Santa Fe. “No se siente culpable”, dijo.

El arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, defendió a su antecesor Edgardo Gabriel Storni, condenado en diciembre último a ocho años de prisión por abuso sexual agravado, en una causa iniciada por un ex seminarista. “Lo de Storni no es un caso de pedofilia”, dijo ayer Arancedo en una entrevista con la emisora santafesina LT10 que lo consultó a propósito de la conmoción mundial generada por los casos de ocultamiento que se conocieron de hechos que involucran a religiosos y la Iglesia intentó mantener en secreto.

En medio de un clima de sospechas por los diferentes casos de pedofilia que involucran a la Iglesia en su totalidad y que salpican incluso al papa Benedicto XVI, las declaraciones de Arancedo aparecen como la confirmación de una política corporativista en el seno de la institución religiosa.

“No es un caso de pedofilia, no confundamos. A Storni la Iglesia le ha pedido la renuncia y él se encuentra en una casa, que es del Arzobispado, por obispo que ha sido aquí. Ha dejado de ejercer su ministerio. Ha habido, de parte de la Iglesia, firmeza frente al hecho. Y él se siente no culpable”, dijo el arzobispo santafesino.

Storni fue condenado el 30 de diciembre de 2009 a ocho años de prisión por abuso sexual agravado por su condición. El delito fue en perjuicio del ex seminarista Rubén Descalzo y el hecho ocurrió en 1992, pero la denuncia que abrió la causa recién fue realizada en 2002, luego de que Storni renunciara a su cargo, jaqueado por el escándalo público que suscitó la publicación del libro Nuestra Santa Madre, de Olga Wornat.

El ex arzobispo fue condenado a los 73 años; por lo tanto goza del beneficio de la prisión domiciliaria, que cumple en la misma casa quinta –ubicada en la localidad cordobesa de La Falda– en la que está refugiado desde su salida del Arzobispado santafesino. La quinta es propiedad del Arzobispado.

Arancedo señaló: “Él (Storni) ha renunciado y se sigue defendiendo ante la Justicia”. Consultado sobre el delito cometido por su antecesor, el arzobispo contestó: “Es un tema que me cuesta responder. Hay una duda, un juicio, una persona que denunció y él, que se defiende porque entiende que no es un acto de abuso, que no lo hizo con esa intención. Hay mucha gente que lo conoce y lo recuerda con mucho respeto”.

“Él niega que haya habido (abuso). Según el texto que yo leí, es un beso que le dio en el cuello (al seminarista, que estaba a su cargo). La Justicia lo ha tomado. La Iglesia y él lo niegan, por supuesto. Y tiene todo el derecho de defenderse, porque entiende que no es un acto de abuso, que no lo hizo con esa intención”, siguió Arancedo.

“En la Iglesia ya no ejerce la función de obispo. No se lo trasladó a otra diócesis. Él está en una casa particular, viviendo honestamente, solo y no ocupa ningún cargo en la Iglesia”, agregó el arzobispo, en referencia a la actualidad de Storni, que sigue recluido en las sierras cordobesas.

—¿Y cobra jubilación? – quiso saber una periodista.

—Eso no lo conozco bien –retrucó Arancedo, y luego confirmó–: él está jubilado como obispo emérito.

La pregunta no fue inocente. Hay una ley vigente desde la última dictadura que estipula el pago de haberes para distintos prelados de la Iglesia católica. Los obispos retirados (eméritos) reciben una pensión mensual y vitalicia, es decir, de por vida, a pesar de que los beneficiarios no hacen los aportes previos.

El costo de esas pensiones sale de una partida especial del presupuesto nacional y los pagos se realizan a través de la Secretaría de Culto, que depende de la Cancillería, y no por la Ansés como ocurre con los trabajadores jubilados. Según el matutino porteño Página/12, Storni recibe un importe mensual neto de 6.376,24 pesos.

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