Sociedad

Opinión

La otra pandemia: El dengue en el barrio, la falta de agua y la salud de la población

Qué sucede en las barriadas de la ciudad de Rosario que no cuentan con un derecho humano fundamental como el agua y su relación con la salud de los ciudadanos


Por Débora Maskin, Licenciada en Trabajo Social/ Colegio de Profesionales de Trabajo Social de la 2da Circunscripción

Trabajo en un centro de salud de la Municipalidad de Rosario que se encuentra ubicado en el distrito Oeste de la ciudad; allí traspasando “la cordillera de los Andes” y casi en el limite de la ciudad. Este año, tan particular para todo el mundo, lo comenzamos con el primer caso de dengue autóctono en Rosario, razón por la cual debimos salir prontamente a “bloquear” la zona a los fines de evitar o minimizar la circulación barrial del virus. ¿Qué significa esta palabra? Un bloqueo epidemiológico consiste en recorrer 9 manzanas (la primera del caso confirmado y las 8 que se encuentran alrededor) dado que el mosquito vuela en un radio de 100 metros. En esta recorrida se brinda información sobre la enfermedad, se realiza el “descacharreo” (retirar de los patios y zonas exteriores objetos que puedan juntar agua), se fumiga y detecta a personas con síntomas compatibles con la enfermedad. Al no contar con vacuna, las acciones se centran  fundamentalmente en controlar al mosquito transmisor.

El virus del dengue es considerado uno de los virus reemergentes más importantes del mundo. Es una enfermedad viral trasmitida por los mosquitos: los humanos son su principal huésped y los mosquitos su vector (en particular el Aedes aegypti). El Aedes aegypti es un mosquito principalmente de hábitos domiciliarios, los huevos se depositan en espacios y recipientes domésticos usados como depósitos de agua (o que puedan almacenar la misma de manera circunstancial, por ejemplo luego de lluvia).

Como parte integrante del equipo de salud, como trabajadora social y entendiendo la salud de manera integral participé de la recorrida barrial que nos iba a llevar casa por casa para dialogar con los vecinos, aquellos que diariamente se acercan al centro de salud. La pregunta que muchas veces surge es qué aportes específicos puede brindar el trabajo social en un equipo de salud al trabajar sobre una enfermedad como el dengue. Lo primero que me viene a la cabeza es la mirada social de la enfermedad: ver “más allá” de los síntomas, poder cuestionarnos por qué ciertas poblaciones enferman más que otras. El trabajo social es una profesión que interviene en lo social; y si entendemos que hay múltiples determinantes sociales que afectan la salud es así que la salud y lo social se encuentran íntimamente ligados.  Aquí es donde quiero hablar de los determinantes sociales de las enfermedades: las condiciones en que las personas desarrollan cotidianamente su vida. Condiciones que no podrán ser modificadas por la “buena voluntad” o no de la población: vivienda, trabajo, acceso a educación, acceso a la salud, condiciones ambientales, etc.

Conocer el barrio y su población es una herramienta fundamental para el desarrollo de nuestra profesión, la cual se desarrolla, en muchas ocasiones, en terreno, en las barriadas con la comunidad, creando un lazo con ésta y con las organizaciones barriales. Estas últimas son actores fundamentales, son el nexo inmediato con los vecinos.

Retomando lo que fue planteado con anterioridad: ¿Qué queremos decir cuando planteamos que las condicionantes sociales afectan la salud de la población? Quiero relatar algo sucedido en el primer bloqueo de dengue realizado este año en el barrio donde trabajo. Lo que primeramente llamó la atención de los compañeros que integran los equipos de bloqueo de la Municipalidad fue que todas las casas contaban con agua almacenada en diferentes elementos: baldes, tarros, tanques y todo utensilio que sirva para acumular aquel bien tan preciado y fundamental para la vida, generándose así las condiciones excelentes para la reproducción del mosquito transmisor del virus del dengue. ¿Por qué la gente acumula agua de esta manera? Aunque estamos en el Siglo XXI y la tecnología avanza a pasos agigantados, aún hay poblaciones enteras que carecen de este derecho humano elemental para la vida consagrado como universal; quedando solamente plasmado teóricamente como tal. Entonces podemos decir que el acceso efectivo a sus derechos, como ciudadanos, se encuentra limitado.

El dengue es una enfermedad que puede afectar a toda la población pero no es mera casualidad que el primer caso de dengue autóctono de Rosario se dio en un barrio en donde la vida trascurre con tantas privaciones; asentamientos con infraestructura inadecuada, sin abastecimiento de agua y donde las condiciones de vida son más favorables para la multiplicación del mosquito Aedes.

Dicho barrio no cuenta con agua; los vecinos deben depender del paso de la cuba (camión que porta agua potable y la distribuye en las casas) algunos días en la semana y, en dicho momento, llenar todos los elementos disponibles para no dejar escurrir ni una gota de ese bien tan preciado que será necesario para la higiene personal, el aseo del hogar, etc. Para tener agua para consumo humano deben caminar hasta las canillas públicas (una de las cuales se encuentra ubicada dentro de una de las zanjas). Cuando hablamos de que no cuentan con acceso al agua, lo que diferencia a estos barrios empobrecidos de otros, es que tampoco dispone la población de posibilidades económicas para realizar una perforación que permita extraer la misma.

Los asentamientos de la periferia de la ciudad presentan graves problemas de hacinamiento, empobrecimiento y marginación; si bien son urbanizaciones no planificadas, allí habitan ciudadanos que han sido arrastrados a estas aberrantes condiciones de vida por el sistema que no ha logrado incluirlos, son excluidos producto de la desigualdad social. Barrios sin agua potable, sin cloacas, cercanos a basurales, con viviendas inadecuadas; sin tener acceso a los servicios elementales. Las condiciones de vivienda son una de las determinantes principales de la salud. Cuántas veces consideramos como sinónimo vivienda a tener un techo sin pensar que una vivienda con condiciones adecuadas implica mucho más que esto: significa que la misma cuente con adecuada ventilación e iluminación, calefacción, materiales de construcción adecuados, espacio suficiente, lugar para relajarse, seguridad de tenencia, etc.

Donde todo se naturaliza, donde estas privaciones pasan a ser la normalidad del cotidiano de la población, a lo que se han acostumbrado (generación tras generación) es donde el trabajo social debe plantear interrogantes sobre el contexto, la naturalización para intentar lograr que los vecinos puedan reclamar legítimamente por sus derechos, válidos como ciudadanos, a hacerse oír y ser escuchados. Cómo transformar los problemas manifestados y vividos por los vecinos en situaciones problemáticas (problematizarlos) para buscar las estrategias para ponerle voz; siempre escuchando y respetando el pensamiento de la población. Las cuales, generalmente, no tienen acceso a los organismos de toma de poder y decisiones; que sienten que no pueden tomar el poder (cuántas veces he escuchado en el centro de salud que la gente se disculpe por “molestarnos” cuando estamos allí como trabajadores; somos trabajadores del Estado, el centro de salud es del barrio). Aunque no siempre las problemáticas surgidas se encuentran en la agenda pública es importante tratar de que se escuche la voz de aquellos sectores que se encuentran invisibilizados en la sociedad.

Y el año se nos pasó (o nos lo robaron como escuche decir por allí) y volvió el calor y con él, los mosquitos. Y la preocupación desde el centro de salud nuevamente por el dengue y los barrios siguen igual, esperando, latiendo, sin agua, sin casas adecuadas, con múltiples privaciones. La salud está determinada por las condiciones sociales de vida; es por esto que las acciones para mejorarla deben ser sociales.

 

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