Policiales

Saga mafiosa

El ascenso en el hampa local desde la cárcel de Chucky Monedita que escaló hasta los cuatro crímenes que paralizaron Rosario

El joven, de 27 años, está recluido desde hace casi una década en el penal de Piñero donde lejos de resocializarse, continúa sumando causas. La última fue este martes cuando quedó acusado por idear y organizar a menores desde su celda de Piñero los ataques homicidas de principios de marzo


Alejandro Isaías “Chucky Monedita” Núñez tiene 27 años, es oriundo de barrio Tablada y está preso desde hace una década tras recibir una condena a 15 años por un homicidio junto a otros delitos. Su apodo circula en las crónicas policiales desde el mismo tiempo como integrante de la banda de Guillermo “Torombolo” Pérez, lugar que heredó de su hermano mayor Marcelo “Monedita” Núñez. Marcelo fue asesinado a los 17 años en 2007, en el marco de una disputa para liderar el narcomenudeo en el Cordón Ayacucho con otra gavilla que respondía a un pesado del hampa local, el también asesinado Domingo “Mingo” Selerpe. Torombolo murió en 2008 luego de que no se pudiera recuperar en prisión de un escopetazo. Por esos años, hubo presentaciones y denuncias en la Justicia por apremios y la persecución a la facción que había quedado de Torombolo por parte de policías, aunque nunca se materializaron en investigaciones concretas.

Chucky Monedita tuvo una estadía fugaz en la cárcel de Coronda, pero la mayor cantidad de su encierro lo pasó en la Unidad 11 de Piñero donde hizo lazos con dos laderos del capo narco Esteban Alvarado. Para ese entonces los contactos de Chucky Monedita con gavillas de barrio Tablada, cuya zona de influencia era Ayacucho al 4000 y Necochea al 3900 (zona conocida como la U), le sirvieron para ofrecer su “mano de obra”.

Uno fue Mauricio Laferrara, condenado a perpetua por seis ejecuciones, y ahora de destino incierto ya que se esfumó en octubre pasado de la cárcel federal de Devoto. El tiempo que compartió su estadía con este joven de confianza de Alvarado, Chucky sumó una causa por liderar una asociación ilícita que octubre de 2020 se dedicó a hacer inteligencia y planear el asesinato por encargo del mecánico Carlos Argüelles, testigo clave en el juicio contra Alvarado. El mecánico fue acribillado casi un año después, en septiembre de 2021 frente a su taller.

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El otro ladero era Francisco “Fran” Riquelme con el que fue imputado en junio de 2023 por digitar a través de sus parejas ataques armados para generar conmoción a la escuela Rosa Ziperovich, el Order en el Complejo Penitenciario y a las comisarías 16ª y 20ª cometidos también el año pasado.

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Los cruces a tiros entre las bandas que les atribuían a Torombolo Pérez y Mingo Selerpe dejaron una veintena de víctimas fatales y fueron atribuidas a la venta de drogas aunque ninguna llegó a una condena por parte de la Justicia federal. Pasaron casi dos décadas y recién en diciembre de 2023, a Chucky Monedita la Fiscalía Federal le abrió una causa por liderar una organización dedicada al narcomenudeo en Tablada y Villa Gobernador Gálvez.

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Todos estos delitos que les atribuyen fueron cometidos desde la cárcel de Piñero, las fojas de los expedientes se alimentan con escuchas telefónicas donde quedaron plasmadas las órdenes de Chucky Monedita a alguna de sus parejas como también a sus laderos. También sus abogados dejaron asentadas presentaciones por apremios y vejaciones, las más graves en 2022 y que también incluyeron al penal de Coronda.

Justamente la conexión de Chucky Monedita con esta última causa es su pareja Brenda “La Cote” Pared, hija de Sergio –uno de los narcos de la vieja escuela que durante 20 años vendió drogas en el Fonavi de Ovidio Lagos y Doctor Riva donde supo sortear a la Justicia Federal y su destino terminó sellado con plomo en febrero de 2013–.

El equipo de fiscales Adrián Spelta, Patricio Saldutti y Franco Carbone imputaron a la pareja junto a otras personas por haber ideado y llevado a cabo un plan criminal en el que cometieron los cuatro asesinatos de los taxistas Héctor Figueroa y Diego Celentano; el playero Bruno Bussanich y el colectivero de la línea K Marcos Daloia junto a balaceras. En esta investigación, también hay nombrados menores que quedaron a cargo de la Justicia de Menores y otros que no son punibles por su edad por lo que deberán tener intervención de otros estamentos del Estado.

Todos estos delitos se cometieron en el transcurso de la primera semana de marzo con el objetivo de aterrorizar a la sociedad. Para la fiscalía, el móvil se enmarcó en una respuesta por las modificaciones impuestas a las condiciones de reclusión en el último tiempo en distintas Unidades Penitenciarias, tanto a nivel provincial como federal, aunque al cierre de esta edición, no había trascendido si la acusación trató las denuncias por vejaciones y torturas de las requisas que en un principio trascendieron como el verdadero móvil de la descarnada e ilógica saga criminal.

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La primera mención en las crónicas policiales de Chucky Monedita fue en 2012. Tenía sólo 16 años. Quedó detenido por 20 días al haber sido mencionado en el homicidio de Cristian “Moroco” Ferreyra, un joven que había sido investigado como autor del crimen de Marcelo Núñez, hermano de Monedita. Ninguna de esas causas avanzó.

Desde ese momento, las intervenciones del Estado aparecieron sólo desde lo punitivo y, lejos de cumplir con su función de resocializar, le allanaron un poco más el camino para escalar no sólo en jerarquía en el mundillo del hampa sino también en la violencia.

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