Dueño de una extensa carrera musical y pronto a editar un nuevo disco solista, el Tano Viamonte atiende el teléfono, se dispone a contar los detalles de El arte industrial, un material escrito antes pero grabado durante la cuarentena que se conocerá este viernes. “Hay un contexto de desigualdad”, dice en el marco de una extensa charla. “Cuidarnos, a muchas personas nos impide trabajar. Y ahí hay una desigualdad en la toma de decisiones sobre lo que es saludable y lo que no lo es. Todos queremos la salud, pero también el sector está bastante golpeado. La cultura no está siendo valorada como algo que pueda hacer a la calidad de vida de la comunidad. El arte es una herramienta fundamental y no está siendo utilizada. Podríamos hacer un uso más activo, y con mucha más llegada, que cumpla ese rol de dar amor, contención y de brindar un punto de vista diferente”, dijo el músico a El Ciudadano.
Pero la charla había comenzado mucho antes. “Ayer encontré la tapa de un casete de 1996”, dijo al pasar. La cuarentena encontró al músico con el proyecto de grabar un nuevo disco. Los temas ya estaban, las grabaciones se fueron dando a la distancia. En paralelo se puso a recorrer su historia, a revisar cajones, a rearmar esa discografía que había quedado un poco perdida en los distintos soportes y a subirlos a internet. A ese casete de mediados de los 90 de los que no hay registro le siguió una época de artista callejero, un viaje a Buenos Aires, un regreso y la conformación de Lanzallamas, su primera banda ya casi pisando los años 2000. También Juan Barrilete y el acompañamiento de Los Santitos Desvelados; distintos momentos de un camino que hoy imprime dentro de la “psicodelia suburbana”, un mote que quizá le puso un periodista, pero con el que se sintió identificado.
Una dicotomía
¿Qué es el arte industrial? El nombre del disco tiene que ver con los primeros dos temas: “El arte musical” y “El arte industrial”. Y analizó: “Se plantea una dicotomía. Veníamos, con varias personas amigas, hablando sobre el arte, sobre cómo insertarse en circuitos laborales que permitan una calidad de vida interesante. Hay como una dualidad. Quedó la idea sobre la dualidad entre el arte musical y el arte industrial. El arte musical, por estar por fuera de la industria, genera algo en lo que potencialmente somos todos iguales. Lo llevamos adelante con creatividad, vocación y ganas, con esas herramientas uno ya puede hacer su arte musical. El arte industrial es un poquito más complejo porque entra el factor capitalista y no todas las personas que hacemos arte tenemos las mismas oportunidades. Por ejemplo, de grabar en el mismo estudio. Empieza a haber diferencias propias del sistema por el que estamos regidos”.
“Entonces se me ocurrió plantear esa dicotomía, hurgar en qué posibilidades nos da cada una de esas posturas y ver que nadie está encerrado en una de esas dos burbujas, sino que se interrelacionan, que hay un montón de espacios grises; es un diálogo más que una oposición”, apuntó.
“Los rótulos me cuestan mucho”, dijo el Tano consultado sobre cómo será el nuevo disco en materia musical. “Una vez alguien dijo que yo hacía psicodelia suburbana, creo que fue (el periodista) Juan Cruz Revello, y me pareció que podía llegar a andar. Hay mucho de psicodelia, de suburbano y son canciones. También hay un formato que me gusta mucho, con el que el año pasado sacamos un disco con un trío que tengo que se llama Seres Colgantes, y es lo que yo llamo la canción de pasillo, que arranca y no vuelve nunca al mismo lugar, al estribillo”, explicó apasionado y puntilloso sobre el material en el que participan Taka Carlesso en batería y percusión, y Luciano Acquaviva en sintetizadores.
El amor como motor activo
“No creo que haya quedado una persona sin repasar su vida o parte de ella en la cuarentena. A mí me hizo dar cuenta, en lo artístico, que tuve una lucha librada casi siempre en contextos adversos, con mucha carga, pero rodeado de un amor muy fogoso por parte de pares y de la familia, con una belleza que me emociona cuando la veo en retrospectiva. Entonces me propuse darle más importancia a algunas cosas que tienen que ver con la realización del arte, que antes no me había dado cuenta por lo vertiginoso que se vuelve todo”, relató el músico.
Y puntualizó: “Cuando uno está muy metido en algo es muy difícil tomar distancia. En el 2016 hice una pausa para acomodar el plano psíquico (risas). Cuando volví me empecé a plantear un montón de cosas, entre ellas la dicotomía del arte que está en el disco desde donde iba a dar lo mejor de mí. Muchas veces por un montón de cuestiones uno se ubica del lado más industrial, que está buenísimo, pero a veces carece de base, porque lo que mueve todo esto es el amor, la energía más potente que tenemos. El amor vence al odio, pero tiene que ser más activo que discursivo porque el odio tiene esa particularidad, es activo. Para que el amor triunfe hay que contraponerle a la otra energía un peso similar o mayor. Y muchas veces, por la vorágine de la vida, uno no cae en esto y se le pasa de largo y termina arrancando desde un lugar que no es el que está bueno. Una vez que la cabeza para y te das cuenta, ponés el cimiento que tenés que poner y salga lo que salga es de una sinceridad absoluta”.
“Desde hace un tiempo construimos desde ahí, porque va a ser más potente y con más llegada, que siempre es lo que uno busca tanto en el arte musical como en el industrial, uno hace esto para compartir no para guardárselo. Y cuando uno comparte esta bueno hacerlo con la mayor cantidad de gente posible. Lo que empieza a pasar es que cuando lo das desde el amor, empieza a haber un ida y vuelta. Vas cambiando, se va enriqueciendo lo que hacés. Si la relación es fría no tenés devolución, de otro modo crecés. La interacción esta buena en todos los ámbitos, en el artístico es fundamental. Eso es algo que me vengo planteando hace mucho sin claridad y ahora estoy totalmente convencido”, concluyó.
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