Espectáculos

Nuevas experiencias

“El ángel de la valija” se apropia de los recursos del presente, entre el cine y el teatro    

El elogiado espectáculo teatral local para un solo actor que tiene como protagonista a Severo Callaci, con dramaturgia y dirección de Sergio Mercurio y producción de Agustina Toia, que se presentó en diferentes escenarios del mundo, se prueba este sábado en su versión para streaming


El vuelo cósmico de un ángel dispuesto a recorrer el mundo se detuvo con la pandemia y el cierre de los teatros desde mediados de marzo. A pocos meses de un balance donde todo era positivo, El ángel de la valija, espectáculo teatral para un solo actor estrenado en Rosario en 2017 que tiene como protagonista a Severo Callaci, con dramaturgia y dirección de Sergio Mercurio y producción de Agustina Toia, había sido visto, hasta diciembre último, por más de 6 mil espectadores en once países, tanto en castellano como en italiano y subtitulado, y preparaba una gira nacional y un viaje a Estados Unidos para este año.

Pero la inercia generada por la irrupción de la pandemia mundial le quitó el aire al teatro, que si se ha sostenido a lo largo de los siglos es, precisamente, porque de una de las pocas cosas que puede hacer alarde es de esa incertidumbre y ese riesgo que implica el fenómeno vivo frente a un público presencial. Pero el tiempo hizo su tarea, y como pasó con muchos grupos y colectivos de teatro, el streaming, aquello que se miraba con recelo, pasó a ser una opción cuando el supuesto regreso a una supuesta nueva normalidad es apenas una expresión de deseo.

“Lo que vamos a estrenar este sábado es una versión íntima de cine-teatro del El ángel de la valija”, adelantó Agustina Toia para tomar posición frente a la potencial pérdida de profundidad y sentido poético que ofrece en vivo uno de los trabajos más notables de la escena local de los últimos años que ha recibido elogios en muchos otros escenarios del país y del mundo. Para esta versión de cine-teatro se rodearon de un gran equipo que se completó con la música original de Marcelo Torrone y Ariel Migliorelli, quien también tuvo a su cargo el trabajo en sonido directo, diseño sonoro y mezcla final. La cámara y el montaje son de la propia Toia, el vestuario de Laura Perales, los dispositivos escénicos de Lucas Comparetto, imágenes y color de Marcos Garfagnoli y asistencia de producción de Ana Otto.

El ángel de la valija es la historia de un pibe de la calle que se resiste a despojarse de todo en la partida final; pero sobre todo, se resiste a dejar su valija. Esa es la excusa para que el inocente y pueril Ezequiel, que necesita “ver para creer y entender”, preste su cuerpo a su tía, a sus vecinos, a la que cree que es su novia, pero sobre todo, vaya más a fondo con la idea de desdoblamiento: conviven en él, como en todos los seres humanos, el bien y el mal; la tragedia cotidiana mezclada con otra más clásica y milenaria.

“Para nosotros ha sido un gran desafío adaptarnos y apropiarnos de este momento, porque todos queremos volver a lo de antes pero parece que el mundo cambió. Por eso lo primero fue la quietud, la espera y la reflexión. Fue pensar de qué modo, cómo. Seguimos esperando pero como no se reactivaba y había pasado mucho tiempo, llegó la idea de esta versión de cine-teatro como una forma de buscar y probar nuevas formas de crear y de comunicarnos”, detalló Toia a El Ciudadano, compañera de vida y de trabajo de Callasi y con quien además ensaya Las Juanas, donde ella actúa y el dirige, y juntos montan por estos días el documental El señor de los árboles, que rodaron en el Museo del Árbol de Córdoba en enero pasado.

Nuevo lenguaje

Como pasó con la mayoría de las y los teatristas, el abordaje de un nuevo lenguaje, más allá de la experiencia de cada uno en materia audiovisual, resultó un desafiante salto al vacío. “El resultado es cine y es teatro; en principio es cine por la idea de la cercanía, del primer plano, el detalle, algo que se volvió una oportunidad porque El Ángel es un personaje lleno de detalles. Al mismo tiempo, hay toda una construcción de un paisaje sonoro, creado por Ariel Migliorelli, dado que grabamos en su estudio, Corcovado, en un momento en el que se habilitó el rodaje de obras”, analizó Toia.

“Empezamos pensando en la posibilidad de filmarla en un teatro”, dijo a su tiempo Callaci. Y destalló: “De entrada nos dimos cuenta que teníamos que cuidar un poco más el sonido, y así apareció Ariel y terminamos rodando en su estudio, que lo adaptamos especialmente. Fue una experiencia muy intensa, muy profunda; fue volver a actuar después de tanto tiempo de introspección y estando solo, sin el público, algo muy fuerte para cualquier actor. Pero al mismo tiempo me di cuenta que ese punto que yo miro en el espacio cuando actúo es un punto infinito, y no importa si está la gente o no, porque siempre lo importante es poder comunicarnos, poder seguir elaborándonos a través de las cosas que vamos haciendo. En ese punto se sostiene la historia que estoy contando y yo también sostengo al mundo en ese mismo punto. Me conecté profundamente con eso, con Agustina y con la cámara, y sobre todo con las cosas maravillosas que fueron apareciendo en los ensayos, mezclando los lenguajes e inventando algo nuevo, porque se trató de un laboratorio hermoso. Y sobre todo, venciendo nuestros prejuicios, teniendo menos miedos y animándonos un poco más, este sábado lo liberamos al mundo”.

Territorio y estética

“Esta es una versión íntima de la obra que mantiene la espacialidad de su versión original; transcurre en la misma caja negra, con las mismas luces y los mismos objetos. Pero en ese registro pudimos jugar con la experiencia cinética que propone la cámara que de algún modo es ese espectador que quería ver los detalles y se los perdía y ahora los tiene allí. De algún modo es una reconstrucción de la obra teatral desde la mirada y con los recursos del cine. Y otro dato importante es que es una versión completamente rodada en blanco y negro con algunos detalles mínimos de color que recuerdan al primer cine, quizás al viejo cine ruso”, destacó Toia en relación con un recurso que por momentos evoca los viejos carteles de la Revolución de Octubre, el clásico del cine francés Le Ballon rouge de mediados de los 50, o aquella icónica escena de La lista de Schindler donde en medio del blanco y negro que acompaña la sordidez del relato, una pequeña niña vestida de rojo se vuelve una metáfora sobre la vida como también pasa con la valija que no quiere soltar el protagonista de esta historia.

“Teníamos un 2020 muy armado, con un montón de cosas hermosas y esto nos cambió todo; fueron unos meses de estar en casa, de parar, de mucha profundidad, de pensar un poco cómo veníamos viviendo y no me refiero sólo a nosotros sino a la humanidad. Aprovechamos para terminar de escribir Las Juanas, tenemos los textos y las imágenes, y paradójicamente estamos editando El señor de los árboles que es un material que habla del retorno a la ecología, a la naturaleza, de una forma de crear que parte de nuestros corazones”, expresó Callaci.

“Después de pasar el invierno –completó el actor– pensamos cuál era la manera de apropiarnos de este momento; no me gusta la palabra adaptarse porque me suena a resignación. Me parece que hay que apropiarse de lo que tenemos cerca para poder vivir este momento. El teatro surgió alrededor de un fuego reproduciendo cosas que habían visto y llegó hasta acá; esta mierda no se lo va a llevar puesto. Siento que hay que acercarse a ese ritual del comienzo, porque es eso lo que, en definitiva, siempre le va a permitir al teatro sobrevivir”.

Para agendar

El ángel de la valija en versión cine-teatro se podrá ver este sábado a las 20 de Argentina, Uruguay y Chile, a las 18 de Colombia, a las 17 de México y a la medianoche de España. Las entradas a precios populares se pueden adquirir en https://linktr.ee/ElAngeldelaValija, y una vez comprado el ticket el material queda disponible durante 24 horas.

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