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El Abal que necesitaba la reforma

Por: David Narciso

De pronto, una luz al final del túnel devolvió viabilidad a la reforma impositiva que reclama el gobierno provincial y que había encallado en la Cámara de Diputados a causa de los cambios que los senadores le introdujeron al proyecto original.

Si alguien pregunta qué tan lejos está esa lucecita que asoma al final del túnel, hay que responderle que en Buenos Aires. Fue allá adonde alumbró, después de los contactos políticos que el gobernador Antonio Bonfatti mantuvo con funcionarios nacionales. Es la política la que hizo encallar la reforma; es la política la que la revivió.

El oficialismo consiguió el jueves que la mayoría opositora aceptara darle preferencia para el 6 de septiembre al debate en el recinto. En las actuales relaciones de fuerza es todo un logro si se tiene en cuenta que la criatura viene de ancas. Horas antes el gobierno hizo los deberes sentando al ministro de Economía, Ángel Sciara, ante los diputados.

Los que estuvieron allí cuentan que la extensa reunión fue abundante en ironías y chicanas cruzadas y que Sciara dio un amplio panorama sobre la situación financiera de la provincia, los esfuerzos por contener gastos, las razones de la subejecución del presupuesto de obras públicas, los recursos que llegan desdela Nación, entre otros. Mientras el ministro explicaba por qué son imprescindibles los recursos que promete la reforma tributaria, la oposición jugaba su rol, buscando instalar la sensación de que si los derrochones socialistas se ajustasen el cinto no se necesitaría tocar impuestos.

No es un dato menor –y más abajo se entenderá por qué– detallar quiénes votaron la preferencia: por supuesto toda la minoría oficialista, el Frente parala Victoria, el Movimiento Evita, los diputados sindicales (hasta ahí todos sectores del PJ afines conceptualmente a practicar una reforma aunque rechazan la que votó el Senado), y los legisladores que responden a María Eugenia Bielsa y el rafaelino Omar Perotti.

Desde que arremetió con la reforma tributaria, el plan del gobierno fue cerrar un acuerdo con el Senado, donde es mayoría el PJ. Abrir el proyecto a los cambios que se querían introducir estaba previsto, pero con la premisa de que debían encontrar eco entre los diputados del PJ, que serían clave para convertirlo en ley.

Los senadores desvirtuaron tanto el proyecto original que se dice que algún artículo ni siquiera sobrevive a un planteo de inconstitucionalidad en los Tribunales. Sin embargo no fue ese el principal problema, sino que la letra final no contaba con la más mínima simpatía de los diputados justicialistas que pintaban como circunstanciales aliados.

Sin interlocutores válidos que le garanticen la cantidad de votos mínimos que requiere el oficialismo para sacar adelante el proyecto, el gobernador comprendió que la única chance de sobrevida de la reforma pasabala Casa Rosada.

El planteo fue llano: lo que nos niegue el justicialismo en Santa Fe, tarde o temprano tendrá que llegar vía gobierno nacional.

El primer atisbo de este acercamiento fue quince días atrás, cuando el secretario de Transporte nacional Alejandro Ramos, en un plenario de intendentes, bajó línea: “Nos ponemos a disposición del gobierno provincial por una orden de la presidenta dela Nación”.

A la par, el jefe de Gabinete Juan Abal Medina lanzó una convocatoria reservada a los referentes santafesinos más afines al gobierno nacional. Explicó la situación cara a cara a José Luis Freyre, presidente del partido (en esa reunión también estuvo el ministro Lorenzino), pero el mensaje también llegó a Agustín Rossi, María Eugenia Bielsa, Luis Rubeo y Omar Perotti.

Distintas fuentes consultadas por El Ciudadano coincidieron en quela Casa Rosadano bajó una orden ni les dijo que tenían que votar tal o cual cosa que suponga renunciar a convicciones o forzar cambios en el proyecto. Sí les pidió a esos referentes que ayuden a aliviar la situación de la provincia, y una forma de hacerlo es evitando que los tiempos se sigan dilatando. Más si se tiene en cuenta que es un hecho que el proyecto sufrirá cambios y regresará al Senado.

Entre esas modificaciones, en el justicialismo hay quienes ponen como condición reequilibrar la carga de la reforma, aliviando a los sectores urbanos que recibieron ajustes en servicios públicos y tasas municipales, y poniendo más el acento en los contribuyentes rurales, tanto por alícuota de Inmobiliario Rural como por actualización de la valuación fiscal de los campos.

Parte de este nuevo escenario exhibió en su últimas declaraciones el presidente dela Cámara, Luis Rubeo: “Lo que noto y percibo por las conversaciones que he mantenido con los legisladores es que hay una vocación de que se asemeje más a una reforma tributaria y no lisa y llanamente a una suba de impuestos que fue lo que se voto”, aseguró en declaraciones al programa “Convenio” que se emite por LT3. Ratificó que el “concepto fundamental es que el que más tiene más tiene que pagar”, en contradicción a lo que votó el Senado, y que “hay una idea de modificar, no de un sólo golpe, los avaluos fiscales, para que se acerquen un poco más a la realidad del mercado inmobiliario, ya que no se modifican desde 1974.

Después de cuatro meses de idas y vueltas, los tiempos se vuelven cruciales. Las conversaciones entre la provincia yla Naciónno apuntan al mes próximo, sino a la última semana de diciembre cuando haya que pagar la factura grande de salarios y aguinaldos.

Santa Fe pasó el invierno con recursos propios sin que le sobre nada, mientras quela Nacióntuvo que adelantar o prestar fondos a media docena de provincias, entre ellas Buenos Aires, que en un abrir y cerrar de ojos le llevó 1.600 millones de la caja. Puede que en Santa Fe grupos de la oposición se entusiasmen con la posibilidad de ver a Bonfatti en diciembre ingresar al Club de los Ahorcados y golpear las puertas dela Rosadaen busca de un salvavidas, pero es seguro que de Cristina para abajo a ninguno le copa tan cara idea.

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