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EE.UU.: la publicación de los informes es “un crimen”

Clinton, secretaria de Estado, dijo que la filtración es “un ataque contra la comunidad internacional”.

“Estas revelaciones no son un ataque a la política exterior de Estados Unidos. Son un ataque contra la comunidad internacional”, dijo ayer la secretaria de Estado de EE.UU, Hillary Clinton, en conferencia de prensa tras la publicación de 250 mil documentos diplomáticos secretos por parte del sitio Wikileaks. Por su parte, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs también dijo que el presidente Barack Obama está “cuanto menos disgustado” y definió la filtración “un crimen grave”.

Clinton admitió la veracidad de los documentos y explicó que “fueron robados de las computadoras del gobierno de los Estados Unidos” en los últimos días.

Sin embargo, enfatizó que esos escritos no representan la opinión formal de los Estados Unidos sobre su política exterior, sino que se tratan de discusiones internas y “privadas” en el seno de la administración norteamericana.

Para la secretaria de Estado el contenido de los informes pone en riesgo a “personas reales, personas que han dedicado su vida a proteger a los demás. No hay nada de grandioso en sabotear las relaciones pacíficas entre las naciones”.

Clinton dijo que espera que las revelaciones no afecten a las relaciones de Estados Unidos con sus socios en el mundo.

“Quiero que nuestros aliados sepan que vamos a tomar medidas concretas contra quienes han hecho posible esta filtración”, aseguró.

Clinton advirtió que Wikileaks y sus filtraciones violaron el derecho a la información privada del gobierno. “Robar documentos y difundirlos es algo muy grave”, añadió.

Además, comentó que en vísperas de la filtración, tuvo conversaciones con representantes de varios países, entre ellos el ministro de Asuntos Exteriores turco, Ahmet Davutoglu. “Las personas de buena fe entienden la importancia de información diplomática sensible”, dijo. “Las personas confían en la comunicación confidencial mientras hacen su trabajo”, agregó.

En tanto, el gabinete de Barack Obama empezó a medir los daños y ordenó a todas sus agencias de espionaje una revisión inmediata de sus sistemas de comunicación para resguardar la información clasificada.

A través de la Oficina del Presupuesto (OMB, en sus siglas en inglés), la Casa Blanca insistió en que “cualquier publicación de información clasificada es una violación de la ley y compromete nuestra seguridad nacional”. Dicho esto, Jacob Lew, director de la OMB, ordenó a las 16 agencias que componen la inteligencia norteamericana que reestructuren sus sistemas de manera que no todos los empleados tengan acceso a toda la información sino sólo a la que sea estrictamente necesaria para su trabajo.

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