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Educar para la libertad

Por: Carlos Duclos

El hombre no es sino lo que la educación o su ausencia ha hecho de él. Por eso el pensamiento kantiano sostiene que sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. Uno de los grandes problemas de muchas sociedades es la falta de educación de sus ciudadanos, un hecho que trae dificultades en muchos órdenes. Una sociedad educada emplea sus conocimientos para el bienestar del conjunto, una sociedad sin educación cae en el caos e indefectiblemente hay una parte que sufre el maltrato y la falta de consideración de la otra.

Paulo Reglus Neves Freire, nacido en Recife, una de las regiones más pobres de Brasil, se interesó por la educación de las poblaciones más desposeídas y creó un sistema de enseñanza donde incluyó todos los niveles de educación. Este hombre es considerado como un importante referente en la materia y vale la pena analizar algunas de sus máximas.

 Lo primero que planteaba para poder satisfacer las necesidades del educando es desarrollar la pedagogía de la pregunta. Opinaba que siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta, los profesores contestan a preguntas que los alumnos no han hecho.

Decía que su visión de la alfabetización iba más allá del ba, be, bi, bo, bu. Alfabetizar implica una comprensión crítica de la realidad social, política y económica en la que está el alfabetizado. ¿Quién puede dudar de ello? Hay que decir que tenía mucha razón; hay chicos que antes de adquirir los conocimientos fundamentales necesitan que se atiendan sus necesidades primarias (hambre, falta de amor, situaciones familiares conflictivas, etcétera).

Para este gran educador enseñar exige el respecto a los saberes de los educandos, la corporización de las palabras por el ejemplo, el respecto a la autonomía del educando, seguridad, capacidad profesional, generosidad y saber escuchar. Agrega aquí una frase para tener en cuenta y reflexionar: “Nadie es si se prohíbe que otros sean”. Opinaba que la pedagogía del oprimido deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación.

Al referirse al poder de la palabra expresó que “no hay palabra verdadera que no sea unión inquebrantable entre acción y reflexión. Decir la palabra verdadera es transformar al mundo”.

Este Educador sostenía que “decir que los hombres son personas y como personas son libres y no hacer nada para concretar esta afirmación es una farsa. El estudio no se mide por el número de hojas leídas en una noche, ni por la cantidad de libros; estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”. ¡Simplemente maravilloso!

Son muchas las enseñanzas que dejó este grande de la educación, pero para finalizar hay algunos conceptos fundamentales que dejó plasmados en su paso por la vida: “Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre”.

La cultura no es atributo exclusivo de la burguesía. Los llamados “ignorantes” son hombres y mujeres cultos a los que se les ha negado el derecho de expresarse y por ello son sometidos a vivir en una “cultura del silencio”.

Lo curioso del caso, y preocupante, es que no sólo aquellos que históricamente sojuzgaron al ser humano mediante la negación de la ilustración, sino que algunos de aquellos que dijeron venir a cambiar una realidad indignante impiden al ser humano “ser” aniquilando la estructura educativa.

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