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Educación

Por: Rabino Shlomó Tawil

B”H. Nos encontramos en los últimos días de la festividad judía de Janucá, tema ya mencionado en este espacio. En esta oportunidad nos referiremos a uno de los significados de la palabra Janucá. Etimológicamente viene de la palabra hebrea Jinuj que significa inauguración, y la relación con esta festividad es rememorar la reinauguración del gran templo de Jerusalem, profanado y dañado por el ejército griego. Inauguración o Jinuj en hebreo se relaciona directamente con educación ya que educar connota inaugurar la formación de un individuo, puede ser en un trabajo, en un deporte o en la vida misma. De esto último trataremos. Cuando la educación es de un principio, es decir a partir de la inauguración de la vida de una persona, desde la mas tierna edad, lograremos los objetivos con mas seguridad como dice el Rey Salomón (Proverbios 22:6) “Educa al joven de acuerdo a su camino, y así, aun cuando envejezca no se apartará de él”. La educación comienza incluso antes que el niño pueda entender, incluso antes que pueda hablar o cuando está en la cuna.

Desde el enfoque judaico la educación comienza cuando el niño está en el vientre materno porque las fuerzas que moldearán y formarán su futuro carácter y conducta ya están operando. Así como la mamá debe tener algunos recaudos para la salud física del embrión, así lo debe ser en su conducta moral y espiritual, como es ya sabido actualmente por la ciencia que de acuerdo al tipo de música que escucha la madre influenciará en el carácter de la futura vida del nacido.

El judaísmo va mas lejos y advierte que la educación comienza incluso antes de la gestación. El Talmud (Literatura legal judaica de hace 2000 años atrás aprox.) cuenta que cierta vez un grupo de grandes Rabinos se percató que un niño resaltaba llamativamente como insolente y audaz. Dijeron que su anormal arrogancia y audacia habían sido causadas por la relación conyugal irregular de sus progenitores. No solamente la relación de los progenitores debe ser en un ámbito formal matrimonial, sino también de pureza y santidad, con pensamientos nobles.

En consecuencia, la educación no es un simple “problema” que se resuelve inscribiendo a un niño en la escuela. Muchos padres sufren desafortunadamente como resultado del descontrolado desenfreno de sus propios hijos, unas de las causas primordiales reside en la falla cometida por sus padres quienes voluntaria o involuntariamente omitieron el implementar todas las etapas mencionadas.

En los textos bíblicos y talmúdicos se alude a la descendencia al sinónimo semilla. Al elegir la expresión semilla en relación a esto, nuestros Sabios corporizaron ante nosotros las imágenes específicas y las ideas que esa palabra nos trae a la mente. Uno de esos conceptos consiste en el magnífico proceso del crecimiento, el que transforma una diminuta semilla en una reproducción múltiple, ya sea un grano o, en el caso de la semilla de una fruta, en un árbol frutal.

La educación de un niño pequeño es como plantar una semilla. Pero no se trata del cultivo fácil de una simple planta. Se trata más bien de la nutrición de árboles frutales en potencia, lo cual, en última instancia, tendrá como resultado generación tras generación de los de su clase. Por lo tanto, se necesita mucho tiempo y gran esfuerzo para asegurarnos su educación. Otro pensamiento que el Talmud pretende inculcarnos al usar el vocablo “semilla”, se refiere al cuidado que requiere una planta o una semilla joven durante el proceso de crecimiento y que el efecto de un leve cuidado adicional en una temprana etapa, se multiplica considerablemente en el producto final.

Si se hace una incisión en un árbol ya maduro, el corte no se extiende y el daño queda confinado al área particular en donde se practicó el corte. Sin embargo, si se hace un rasguño en la semilla antes de plantarla, ello puede redundar en marcado detrimento de toda la planta, llegando aún a deformarse todo el árbol, como resultado de ese minúsculo rasguño.

A partir de este concepto los educadores, al tratar con un individuo siempre deben estar motivados por la pujante impresión que de él y en él vemos a muchas generaciones. Enfocado desde esa perspectiva el educador adquiere el verdadero sentido de responsabilidad que su sagrada misión le impone, educando generaciones fuertes de espíritu y moral.

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