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Editoriales independientes se vuelven a mostrar en feria

Por Laura Hintze.- Esta tarde, en bulevar Oroño y el río, expondrán sus publicaciones y su voluntad unas 30 iniciativas de todo el país.


“¡Loco, despiértense! ¡Tenemos grandes escritores!”. La exclamación pertenece a Lucas, un editor independiente que llegó desde Buenos Aires. El llamado del joven puede ser una forma de concentrar, entre dos comillas, lo que representa la Feria de Editoriales Independientes. Organizada por el Festival Internacional de Poesía, esta tarde estará en la Feria del Boulevard (bulevar Oroño y el río). Las editoriales independientes, que cada vez tienen más presencia pública, no sólo aportan sus libros, sino que implican una nueva forma de ver y pensar la literatura y la cultura en general. “Una editorial independiente es más una forma de querer que una forma de hacer”, resume Cristian De Nápoli, otro poeta y editor que se acercó a Rosario.

Ocho editoriales rosarinas, veintiuna de otras provincias e incluso otros países, forman parte de esta particular feria, que estuvo desarrollándose a lo largo del Festival Internacional de Poesía, que culminó ayer, y hoy se muda a la Feria del Boulevard. Hace cuatro años que las editoriales independientes se sumaron al Festival Internacional de Poesía, junto con el ingreso del Centro Cultural Parque de España a la organización, entidad que asumió la coordinación. “Antes, sólo existía una mesa oficial donde cada poeta podía dejar sus libros a la venta, no había editoriales. Empecé a preguntar nombres de editoriales chiquitas, independientes, y así se fue armando. Cada vez somos más”, contó la organizadora, Virginia Russo.

“Como lo que ofrecíamos era una ayuda económica, buscamos a los que saldrían mejor beneficiados”, señaló Russo. Así, el Centro Cultural Parque de España pone la infraestructura, alquila los stands y paga viáticos por día y un hostel por editorial, a modo de colaboración con las industrias culturales alternativas. “Ofrecen otra calidad de edición, más dulce, pero lo mejor es el diálogo que se genera entre los editores”. Así, poetas y editores comenzaron a relacionarse, a editarse mutuamente, a intercambiar experiencias.

“Intérpretes de una época”

Pero, ¿qué es una editorial independiente? ¿Cómo y cuándo surgen? ¿Cuáles son las características de estos libros y editores? Los propios protagonistas lo explican.

“Para mí, una editorial independiente es la que se guía por parámetros diferentes a los de las editoriales masivas”, esboza “Ture”, de ediciones La Masmédula. “Y me refiero a parámetros artísticos, económicos, contractuales. Además, es otro el vínculo con el autor, lo vemos como un ser humano con ansiedades, miedos, dudas. Las masivas tienen otro trato”, explica. Desde su perspectiva, el carácter de independiente no tiene que ver con la plata, sino con cómo se enfoca la relación con el autor: “No se caracteriza por su tamaño, sino por la índole de lo que hace”, precisa.

Cristian De Nápoli es porteño y, desde su editorial “Black y Vermelho”, edita a poetas de otros países. Para él también la importancia de la “independencia” radica en el autor. “Tenés que quererlo. Lo mimas, estás orgulloso de publicarlo. Yo no les pido un centavo, estoy feliz de que me den el libro, que leí y me encantó. Por eso los publico”. Cristian apuntó también al catálogo, un poco “voraz” y que no apunta directamente a la distribución en las librerías. “No se reduce a la frialdad de decir «tomá, te dejo 20 libros y en un año paso a ver cómo salió». La editorial independiente va a ferias, a radios, habla de los libros que publica. Si yo lo tengo que definir, es una manera de querer más que de hacer”, sostiene.

Lucas Oliveira no cree en el concepto de editorial independiente, aunque lo acepta: “Acá somos todos proyectos independientes. Pero ninguno es igual”. La diferencia para él está en cómo se financia cada uno: “Es una forma de decir que no sigue el recorrido de una empresa ni el mandato de un jefe”. Oliveira está en Funesiana, que edita autores que no han publicado mucho o jamás lo han hecho. “En este mundo hay extremistas, fanáticos, algunos que dicen que el autor no tiene que poner ni un peso, otros que dicen que sí, y a partir de eso surgen cosas copadas. Es difícil que alguien abra y lea nuestros libros, pero después les encanta. Entonces les decimos: «Viste que hacemos buenos libros»”, cuenta.

De los 90 hasta ahora

Cómo y por qué surgen estos proyectos es otra de las cuestiones. “En los 90 se importaba mucho, era todo muy barato y llegaba de afuera. Era muy fácil acceder a buena literatura. Pero con el tiempo empezó a ser difícil, más caro. Siempre leíamos más a los de afuera, y nos olvidamos del acá. Pero podés hacer una editorial en cualquier parte del mundo. Eso surgió porque hubo tres o cuatro locos que se cagaron en el mercado y dijeron «¡yo puedo hacer un libro!». Y se fue haciendo, nos copiamos mutuamente, empezó a ser un movimiento. Se vio que no es tan difícil. Y un montón de lugares olvidados, como San Juan, Salta, Santiago del Estero, Neuquén, tuvieron un libro de alguien que vive con ellos y habla de su lugar. Antes nos decían qué leer, grupos editoriales multinacionales decidían qué se publica en San Juan. ¡Es estúpido!.¿Por qué nadie se revela? ¡Loco despiértense! ¡Tenemos grandes escritores!”, dice Ture.

Para Ture, en cada época hubo intentos de salir de los moldes masivos. Recordó, así, a la Rosa Blindada o al Grupo Barrilete. Para él, “cada editor es intérprete de una época”, y lo que cambia son las herramientas de difusión y manifestación, pero no la esencia.

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