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Editan en Estados Unidos dos discos en vivo de Bill Evans grabados en Buenos Aires

El sello Resonance Records lanzó este sábado en ediciones limitadas en CD y vinilo "Morning Glory" e "Inner Spirit", un par de materiales registrados en vivo en 1973 en el teatro Gran Rex y en 1979 en el San Martín, respectivamente, en las que fueron las dos únicas visitas al país del artista


En coincidencia con el “Record Store Day”, una especie de “Noche de las disquerías” impulsada por tiendas independientes de ese país, el sello estadounidense Resonance Records lanzó este sábado en ediciones limitadas en CD y vinilo Morning Glory e Inner Spirit, un par de discos de Bill Evans registrados en vivo en 1973 en el teatro Gran Rex y en 1979 en el San Martín, respectivamente, en las que fueron sus dos únicas visitas a nuestro país.

Se trata de dos ediciones de lujo de los conciertos junto al contrabajista Eddie Gómez y el baterista Marty Morell, en el primero de los casos; y por Marc Johnson y Joe Laberbera, en el segundo; acompañadas por fotos inéditas de ambos tríos y de aquellas memorables jornadas, como así también de textos con testimonios de los músicos, reseñas de la época, análisis del crítico Marc Myers y la reconstrucción de esas giras a través de capítulos del libro Grandes del jazz internacional en Argentina (1956-1979), de Claudio Parisi.

“Estas son dos adiciones extremadamente importantes para la discografía oficial de Bill Evans. Se merecían grandes presentaciones y tratamientos de lujo y muestran dos partes muy importantes de su carrera con dos bandas diferentes que son parte clave de su legado; además de ser música excelente. Fuimos muy afortunados en poder volver a las cintas originales”, dijo a Télam Zev Feldman, uno de los máximos responsables de Resonance Records.

Precisamente, aunque se trata de dos conciertos que históricamente podían conseguirse de manera pirata y eran muy valorados en la amplia discografía del genial pianista, la novedad reside en que en este caso las publicaciones se realizaron en base a las cintas originales grabadas por el fallecido ingeniero de sonido Carlos Melero desde la consola de los shows y cuentan con el aval de todos los involucrados.

Esto fue posible por las gestiones del periodista local Roque di Pietro, quien conocedor de la exhaustiva búsqueda de Feldman de cintas en vivo inéditas de leyendas del jazz y ante la publicación de un trabajo previo de Evans, le acercó las cintas de estos dos conciertos grabados por Melero.

“Roque estaba familiarizado con el trabajo que estaba haciendo en Resonance de nuestro álbum anterior de Bill Evans. Me enteré que Melero grabó un montón de diferentes artistas en Buenos Aires, incluidos estos conciertos de 1973 y 1979 de Bill Evans. Resonance adquirió las cintas y tomó varios años obtener todos los derechos. Decidimos que podíamos publicar estas grabaciones oficialmente por primera vez y aprovechar la oportunidad para volver a los carretes de cinta originales para obtener la mejor fidelidad posible”, detalló Feldman.

Las cintas estaban “en buenas condiciones y no se necesitó mucho trabajo en lo referente a interrupciones en el audio o ruidos, pero sí requirieron algo de ecualización”, indicó el productor ejecutivo e ingeniero del proyecto, George Klabin.

“Melero solía grabar los shows en los que hacía sonido, muchas veces a escondidas, para luego escucharlos y analizar bien cómo habían salido y qué cosas podía mejorar; pero también se quedaba con esas cintas como souvenir, así que existe una gran colección de conciertos registrados así”, explicó a la citada agencia el periodista Claudio Parisi, quien puntualizó que el ingeniero “fue perfeccionando así no solo las grabaciones sino también la manera de esconder los grabadores”.

Conocedor a fondo de la historia del jazz y de la discografía del pianista, Feldman afirmó que estos dos registros “representan a Bill Evans en su mejor momento” y marcó algunas particularidades al respecto.

“El largo y atronador aplauso final de «Waltz for Debbie» en «Morning Glory» me da escalofríos cuando lo escucho. De «Inner Spirit» me encanta la versión de «Theme from M.A.S.H», una canción que tocó durante ese período y lo asocio mucho con ese trío en particular”, apuntó el directivo.

Además del valor que de por sí tiene la edición oficial de estos dos conciertos, la realidad es que abre la puerta para que en el futuro se publiquen más conciertos de figuras del jazz en la Argentina registrados por Carlos Melero.

“Estoy en contacto con los archivos de Melero así que siempre es posible. ¡Nunca se sabe!”, expresó Feldman al ser consultado sobre el tema.

Los celos de Piazzolla y la sorpresa de Remus

Aunque las dos visitas al país de Bill Evans contaron con una modesta atención por parte de la prensa y el público masivos, una excitación generalizada atravesó al mundillo musical vernáculo, que se agolpó en los halls y ocupó las butacas del teatro Gran Rex, en 1973; y del Ópera y el San Martín, en 1979.

Ningún músico vernáculo quiso perder la ocasión de escuchar en vivo al genial artista y en algunos casos incluso intentar tomar contacto personal con él, lo cual arrojó un cúmulo de anécdotas al respecto.

Si bien existe una grabación realizada desde la consola por el ingeniero de sonido Carlos Melero, también existe una cinta del show mañanero del 73 tomada con un grabador desde el público por el recordado armonicista Hugo Díaz, aunque lo curioso es el motivo por el cual la hizo.

El periodista Claudio Parisi, autor del libro Grandes del jazz internacional en Argentina (1956-1979), contó a Télam que el músico local había llevado el grabador porque “había seguido de largo desde la noche anterior y tenía miedo de quedarse dormido”, por lo que pensó que de esa manera podría en todo caso escuchar la cinta más tarde y no perderse nada.

Tampoco quería perderse de ninguna manera el concierto del 79 en el teatro Ópera el pianista Adrián Iaies, quien en ese momento cumplía con el Servicio Militar Obligatorio en el cuartel de Ciudadela, y para ello estaba dispuesto hasta a abandonar una guardia si era necesario, más allá del castigo que recibiría.

“Pedí permiso en el cuartel para ir, expliqué quién era y lo que significaba para mí, pero obviamente a los milicos no les importó y me lo negaron. Les dije que no me importaba porque me iba a escapar e iba a ir igual. «Si logra escapar con vida, lo espera un calabozo cuando vuelva», me dijeron, porque había que saltar un paredón con alambres de púa, correr por un descampado”, rememoró Iaies a pedido de Télam.

Y remató: “Me escapé, vi el show con pilcha de soldado y cuando volví me encerraron en el calabozo, pero no me importaba porque ahí encerrado no podía dejar de pensar en lo que había visto. Sonaba esa música en mi cabeza”.

Quien sí tuvo el posibilidad de conocerlo fue el contrabajista Alfredo Remus, a quien se lo presentó el periodista Nano Herrera, en el lobby del Hotel Claridge, en donde se hospedó en 1973.

“Cuando Nano Herrera nos presenta, Bill Evans me hace repetir mi apellido, se quedó pensando unos segundos y me dice: «Remus, yo tengo un disco suyo en Nueva York». Casi me muero. Resulta que Horacio de Dios, que era muy amigo mío, había llevado varios discos de músicos representativos del jazz y, entre ellos, había alguno mío. El asunto que Evans lo tenía, lo escuchó y le gustaba, así que imaginate que fue un mimo terrible para mí, que soy `billevariano´ de la primera hora”, recordó el contrabajista.

El genial pianista también reconoció en 1979 entre la gente que esperaba por su show en el hall del San Martín al bandoneonista Walter Ríos y lo abrazó efusivamente, lo que provocó los celos de Astor Piazzolla.

Ocurrió que el animador radial y conocido melómano Mochín Marafioti había llevado la noche anterior a Bill Evans a ver un show de tango en Caño 14 y el pianista había quedado maravillado con Ríos, a quien pidió conocer luego del espectáculo, por lo que lo reconoció fácilmente al otro día en el San Martín.

“¡Hijo de puta! ¿Cómo puede ser que Bill Evans te conozca a vos y no a mí?”, lanzó divertido, aunque con un dejo de celos, Piazzolla a Ríos, quien se encontraba al lado de él al momento del efusivo abrazo.

Por su parte, los músicos locales de jazz Hernán Ríos y Pepi Taveira estuvieron a punto de agasajar al trío completo que vino en 1979 con un asado, pero el encuentro se frustró por un compromiso televisivo.

De acuerdo al relato de Parisi, los argentinos se acercaron al hotel Bauen, donde se hospedaba el trío, para invitar a Marc Johnson y Joe Labarbera al agasajo, y aunque aceptaron, finalmente tuvieron que cancelar por la convocatoria a Bill Evans para actuar en el programa de Andrés Percivale. Luego se enteraron que el propio Evans hubiera asistido a la comilona de haber tenido la noche libre.

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