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Edificios y mansiones, ecos de esplendor en Rosario

Por: Ernesto Del Gesso

El puerto, el ferrocarril y la inmigración fueron los elementos de la conjunción de factores que hizo que en las primeras décadas del siglo XX la ciudad viviera un período de prosperidad, que entre otras manifestaciones expuso como símbolo de la situación edificios y mansiones de arquitectura funcional y estética de alto nivel. Si bien fue tardía con relación al mismo auge de este tipo de construcciones en Buenos Aires, no por ello perdía encanto porque era novedoso para Rosario. Lucieron (y muchas lo hacen  en la actualidad) los modelos de las escuelas italianas y francesas con el clásico eclecticismo introducido en cualquiera de los estilos, fenómeno muy propio en aquellos famosos arquitectos argentinos, entre los que se cuentan los de nuestro medio. Muchas de esas construcciones son petit hotel y otras presentan fachadas de art noveau y art decó, principalmente de este último estilo. El legado patrimonial que en gran parte se mantiene para orgullo de la ciudad, es fehaciente testimonio histórico de un pasado de esplendor cuyo principal exponente es nuestro coqueto bulevar Oroño. Recorriendo su plaza central o veredas, se puede observar el cambio social impuesto en la edificación después de más de medio siglo de las construcciones originales. Pero en este aspecto, en el bulevar se observan dos sectores diferenciados cuyo límite podemos considerarlo en calle Salta.

El sector al norte de esta avenida destaca la presencia de altos edificios de propiedad horizontal, todos de imponente y destacada belleza, donde en su mayoría había casas de arquitectura propias de sectores medios y pensiones, construcciones de las que todavía quedan algunos modelos en pie con un edificio de mercado restaurado. Esta característica de las unidades originales se debe a que estas cuatro cuadras y la zona circundante estaban  muy vinculadas a la actividad portuaria y ferroviaria.

Sin cruzar la calle tomada por límite, se manifiesta una obra de arquitectos como jalón hacia el sur del bulevar de una serie de exquisitas mansiones. En la esquina noroeste se mantiene –muy desfigurada– una reliquia arquitectónica que fue el cine teatro Real, que algunos con nostalgia, aparte de las películas, recordarán los bailes de carnaval. Esta  ampulosa construcción destinada a sala de cine en la década del 30, habla del auge de ese arte y de la calidad y belleza de la obra que debe haber encantado al público asistente. Sus arquitectos, José Gerbino y Leopoldo Schwarz, fueron, justamente, los que en forma individual o conjunta y también asociados a otros, han realizado muchas de las más hermosas propiedades de viviendas durante los años 20 y 30.

El sector del bulevar se extiende hasta Montevideo y se evidencia un paisaje edilicio diferente al anterior. Si bien se mantiene la infaltable presencia –y en permanente avance– de los horizontales, la edificación dominante es la de las casas señoriales. Aquí el cambio social se expresa en la transformación de muchas de las lujosas viviendas familiares en sedes de instituciones de todo tipo, aún cuando la mayoría corresponde al ámbito de la salud. En este sector del bulevar se encontrarán los nombres de muchos de los más famosos arquitectos de la época incluidos los ya nombrados.

Pero antes de buscar esos nombres en las suntuosas residencias con planta alta y algunas de dos pisos superiores, ya sean residenciales u ocupadas por instituciones, será importante detenernos en una esquina estratégica como lo es Oroño y Córdoba, lugar emblemático en la ciudad. No sólo por el cruce de dos arterias de intenso tránsito, sino porque ambas mantienen la tradición de ser las más famosas de Rosario, habiendo aumentado la segunda la jerarquía por la declaración de Paseo del siglo al tramo que desde la peatonal confluye en el bulevar. Pero en esa esquina hay otro emblema de la ciudad, que es el edificio conocido como La Comercial de Rosario, compañía de seguros que hace años ha dejado de existir. Las características de esta construcción marca el final de nuestro período y el paso al modernismo. Si lo comparamos con los edificios horizontales de años posteriores y los actuales, se destacarán sus hermosos y enormes balcones curvos que dan idea de estilizada ochava como mensaje de permanencia a la suntuosidad del bulevar Oroño. Sus arquitectos fueron De Lorenzi, Otaola y Rocca. De ellos, el primero, figura relevante en la arquitectura del país, marca también el paso de su producción art decó al modernismo. De Lorenzi sólo puede ser tratado por profesionales de su arte, pero para mención de alguna de sus construcciones será suficiente indicar la edificada para su familia en Córdoba y Moreno, edificio con mucha historia contemporánea que pasará a ser Museo de la Memoria.       

Continuando por el bulevar buscaremos los nombres prometidos de famosos arquitectos.

Para esto hay una excelente oportunidad en la sucesión de tres frentes casi continuos en la acera este, entre las calles Rioja y San Luis, en el tramo ya cercano a esta última. En uno, el primero hacia el sur, en un resto de fachada de lo que fue una de las típicas casas de toda esa cuadra, aparece el del ingeniero inglés Boyd Walker, de destacada labor en décadas anteriores a nuestro tema. Lo de resto de fachada se debe a que, con elevado criterio de respeto por el patrimonio de la ciudad, una moderna construcción de varios pisos para oficinas de una organización de servicios de salud, mantuvo el frente antiguo. Luego de dos viviendas comunes de estilos modernos, encontramos a nuestros conocidos Gerbino y Schwarz en el palacete con numeración 991. La tercera y última de las firmas corresponden a las de Hernández Larguía y Newton, en la residencia de la esquina, que repite el pequeño jardín de las anteriores. En ésta, la reja cubre la ochava y permite aprovechar todo el frente sin quiebre. El interior de esta casa, en uso de una institución de enseñanza de idioma inglés, es suntuoso, destacándose en la sala central una amplia escalera de madera con barandas muy trabajadas en la que sobre el rellano luce un artístico vitral. Para concluir el paseo resulta oportuno hablar de la última mansión del sector con frente compartido con Montevideo. Actualmente sede del consulado de Italia, es obra de Leopoldo Schwarz. Algunos autores no descartan la participación de José Gerbino, ambos arquitectos que iniciaron el sector con el cine teatro Real en la calle Salta.

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