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Economía: balance y perspectiva

La campaña agrícola, calificada de excelente, fue uno de los sostenes de la recuperación de la economía tras la recesión.

Cuando faltan pocas horas para que termine 2010, el balance que hacen los economistas de distintas escuelas e ideologías es que se deja atrás un buen año en materia económica. Destacan la fuerte recuperación, luego de la recesión de 2009 (que ocurrió por impacto de la crisis internacional), que fue basada en la mejora en el contexto internacional, la excelente campaña agrícola y la pujante demanda interna. Sin embargo, una vez más el problema más acuciante vuelve a ser la inflación, liderada por la suba de los alimentos.

En ese sentido, precisamente el incremento en el rubro de alimentos es el que afecta de manera más fuerte a los sectores de más bajos recursos. Uno de los productos que más subió fue la carne, en torno de un 50 por ciento en promedio, bien básico del consumo de los argentinos. Por caso, para la consultora Finsoport, el precio del asado aumentó un 174 por ciento en un año. Fue este incremento (el de la carne en general) el que hizo que se multiplicaran los reclamos salariales, hecho que aceleró la carrera entre precios y salarios.

En promedio, las consultoras estiman que este año cerrará en torno del 25 por ciento, mientras que para el Indec será de menos de la mitad, de un 12 por ciento (el dato del organismo de estadísticas se difundirá a mediados de enero). Son varios los factores que presionaron a los precios durante 2010: por un lado, el intento oficial de aumentar el incremento nominal de la demanda sin apuntalar la oferta local se tradujo en uno de los frentes que aceleraron las subas. Además, la expansión monetaria, en vez de contrarrestar los efectos inflacionarios, jugó a favor y la convalidó. Es así que una de las tareas pendientes para 2011, si se quiere buscar que el alza del Índice de Precios al Consumidor no afecte el crecimiento de la economía, es morigerar el impacto inflacionario.

Varios economistas, como Miguel Bein, sostienen que no será posible pasar de una inflación de 25 por ciento anual a 5 por ciento o 0 por ciento de un solo saque, por el efecto recesivo que podría provocar. Aconsejan, en cambio, llevar a cabo políticas que vayan aminorando el ritmo de expansión de los precios para llevar al verdadero Índice de Precios al Consumidor en torno al 20 por ciento en 2011; al 15 por ciento en 2012, y así sucesivamente.

Otro de los desafíos para evitar que el crecimiento de la actividad se resienta durante 2011, en pleno año electoral, pasa por estimular la inversión. Según datos de la consultora Orlando J. Ferreres (OJF) y Asociados, en noviembre se expandió un 16,7 por ciento en la comparación con el mismo período de 2009. De este modo, la participación en el PBI fue de 23,6 por ciento. Con este incremento, en lo que va de 2010 la inversión acumuló una suba de 14,9 por ciento anual. Sin embargo, “gran parte de este dinamismo está vinculado a la baja base de comparación puesto que en este período de 2009 la inversión se contrajo un 12,5 por ciento anual. No obstante, este año la recuperación de la inversión estuvo sustentada en el dinamismo de las importaciones de bienes de capital, en lugar de incrementar la capacidad instalada para sustentar el crecimiento económico futuro”, sostiene el informe de OJF y Asoc.

Es así que 2010 deja la economía argentina con las variables que evidencian una relativa solidez en sus números, que permite pensar y planear a más largo plazo para lograr un desarrollo sostenible. Sin embargo, si no se hacen algunos ajustes de sintonía fina, es posible que no se concrete el ansiado despegue.

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