Esta noche, a partir de las 21.30, en el teatro El Círculo (Mendoza y Laprida), Dyango realizará un recorrido por su extensa discografía en el marco de la gira que llamó Corazón Mágico Tour.
Dyango es un artista que reúne una extensa trayectoria en la que obtuvo 55 discos de oro y 40 de platino, lauros que le han sido concedidos tanto en España como en Latinoamérica e incluso en Estados Unidos. De entre todos ellos, cabe citar el doble disco de platino conseguido por el álbum A corazón Abierto.
A lo largo de su carrera el artista grabó 50 discos entre los que se destacan Morir de Amor, que incluía el tema “Espérame en el cielo” de Los Panchos; Quan l´amor és tan gran, grabado en catalán y en el que se incluye un dúo con Jaume Aragall; y Serenatas, que incluye rancheras y otros estilos musicales.
En los últimos días el español volvió a ingresar a las bateas con Puñalada, un material que contiene algunos tangos clásicos matizados con su inconfundible voz y capacidad interpretativa. Dyango habló acerca de la gira que está desarrollando, su último material discográfico y su desconocida afición por la pintura.
—¿Qué repertorio eligió para “Corazón Mágico Tour”?
—Vamos a realizar un recorrido por las canciones que alguna vez fueron grandes éxitos, pero no a modo de popurrí, sino que vamos a interpretar las canciones completas. La gente lo va a disfrutar muchísimo porque normalmente el público reclama las canciones tradicionales, y esta vez tendrá lo que le vamos a dar.
—¿Va a interpretar algunos de los temas que componen su último disco “Puñalada”?
—No, ese disco espero estrenarlo en un festival de tango. Es un disco muy especial para mí, primeramente porque es el número cincuenta en mi carrera y por eso decidí que fuera distinto, que contenga sólo tangos. Con este material, según me han dicho, me trasformé en uno de los artistas extranjeros que verdaderamente canta tango. Al menos eso me dijeron los tangueros argentinos.
—¿Cómo surge su afinidad con el tango?
—Sin duda, de la voz de mi mamá. Ella me cantaba canciones de Gardel, de (Agustín) Irusta, (Roberto) Fugazot y de (Lucio) Demare. La primera canción que escuché en mi vida fue un tango, y por eso procuré cantar los tangos clásicos y hacerlo bien.
—¿Siente que las nuevas generaciones se incorporan a su público?
—Tiene que ver con que las mamás ya van a mis recitales con sus hijas. Las mamás quieren a Dyango y ahora las niñas también quieren a Dyango. Uno se vuelve un cantante de familia, los temas que escuchaba la mamá ahora los escuchan las hijas y vienen a los conciertos a conocer al cantante que hace esas canciones.
—Además de ser cantante, es pintor, ¿cómo lleva adelante esta carrera paralela?
—La gente sólo conoce mi faceta de cantante pero no conoce la de pintor. He pintado toda la vida para mí, hasta que alguien me dijo que podía exponer mis cuadros. Cuando no estoy cantando, estoy pintando, es como un veneno para mí. Quiero empezar a exponer mis pinturas en Argentina para que conozcan también esa faceta mía.
—¿Cómo vive sus presentaciones en Argentina?
—Fantásticamente, los argentinos tienen una pasión distinta a la de los demás países y debo reconocer que distinta a mi tierra. Quieren a los artistas igual, pero allá la gente no es tan apasionada como puede serlo aquí. Eso se demuestra en el fútbol, allí juega el Barcelona, que es el mejor equipo del mundo, con permiso (risas), y la gente está aplaudiendo como si estuviera en la ópera, en cambio aquí te vas a ver un River-Boca y desborda otra pasión. Es otro tipo de público y genera otras sensaciones.
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