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Dura condena por un crimen

Es para un hombre de 28 años apodado Costilla, quien deberá pasar 16 años preso. El juez de Sentencia le dio 12 años por un homicidio, pero se le sumó una causa anterior que aumentó el monto de la pena.

Costilla, como todos apodan a un temido guapo de villa La Cerámica, fue condenado a 16 años de prisión por el homicidio de Mario Nicolás López, quien falleció de un certero tiro en la cabeza luego de una discusión durante la tarde de Navidad de 2006. Tres meses después del crimen, Costilla cayó malherido en un tiroteo con la Policía que lo buscaba por el crimen de López, pero ya había estado imputado en otros dos homicidios y más de 20 robos calificados. Esta semana, el juez de Sentencia 6ª, Julio García, condenó a Carlos E., de 28 años, a 12 años de prisión por un homicidio calificado, dos robos simples y una amenaza con arma de fuego, pena que acrecentó a 16 años tras unificarla con una condena anterior de un lustro. En tanto, su hermano Eduardo E. fue hallado culpable como coautor de un robo calificado por el uso de arma de fuego, sin acreditación de aptitud para el disparo, y condenado a tres años y medio de cárcel.

El hecho más grave que se le adjudica a Costilla es el asesinato de un joven de 24 años, Mario Nicolás López, quien falleció durante la hora de la siesta del 25 de diciembre de 2006 a pocas cuadras de su casa de villa La Cerámica, luego de recibir un disparo en la cabeza. El móvil fue una discusión que comenzó poco después de las cinco de la tarde, en el cruce de las calles La Cumbre y Los Cocos, en el límite norte del asentamiento de zona norte, y que finalizó cuando uno de sus rivales le disparó un tiro en la cabeza.

La pelea

Durante la investigación, los pesquisas determinaron que esa tarde el muchacho apodado Costilla fue a arreglar asuntos con la víctima, acompañado de un menor y otro joven conocido como Chingolo. Al parecer, según algunos testimonios del barrio, la discusión tenía que ver con un vuelto por la venta de drogas y se vio acrecentada por las bebidas ingeridas durante una extensa sobremesa navideña.

Uno de los elementos probatorios valorado por el juez García es el testimonio de la madre de la víctima, quien aseguró que su hijo, antes de morir en el hospital Eva Perón, le manifestó que “había sido el Costilla” quien lo había herido.

Asimismo, una vecina de la casa lindera a donde ocurrió el homicidio dijo que vio al Costilla golpear con el caño del arma a Nicolás López, y que minutos después escuchó un disparo. Allí observó la presencia del joven apodado Chingolo, además del Costilla y un menor, por lo que no alcanzó a ver quién jaló el gatillo que terminó con la vida del muchacho de 24 años.

El juez también valoró un careo entre el acusado y un menor de edad, quien dijo ser testigo directo y presencial del crimen. Según su relato en sede judicial, el día del hecho pasó por una esquina y se encontró con Costilla que discutía con un amigo suyo llamado Nicolás. En esos momentos Costilla le pidió que fuera a la casa de un primo a “buscar un fierro”, pero el menor dijo que se negó y que Costilla salió con otro amigo en una moto a buscar el arma que consiguió minutos después.

Según el testimonio del menor, quien dos años después recibió dos heridas de bala en la espalda, Costilla acercó el arma al rostro de Nicolás y le disparó a corta distancia. Durante el careo, el acusado adujo que el pibe mentía y lo quería perjudicar porque él le propinaba palizas a su madre y a veces también a chico. También dijo que el menor recibía presiones de la Policía para perjudicarlo en la investigación. No obstante, estos argumentos no fueron considerados verosímiles para el juez.

Detención

Costilla cayó el 1º de marzo de 2007 en Gutenberg e Ituzaingó, zona en la que estaba aguantado cuando lo buscaban por el homicidio de López. Fue tras un tiroteo que le produjo una herida de bala en el abdomen y quedó preso por el crimen de 2006. En esa oportunidad, la Policía dijo haberle secuestrado un revólver calibre 32. La captura se produjo cerca de las 2.30 de la madrugada cuando efectivos del Comando Radioeléctrico, que patrullaban la zona, observaron a dos personas que se desplazaban en bicicleta. Los uniformados decidieron detenerlos para identificarlos, pero al notar la presencia policial uno de ellos abandonó el rodado y comenzó a correr, al tiempo que disparaba contra los efectivos que lo perseguían.

Ya en enero de 2002 le habían imputado a Costilla el homicidio de Julio Leguizamón, pero pudo zafar de la acusación, lo que repitió cuando lo acusaron de matar, en 1999, a Napoleón Moreno.

También apareció varias veces en las crónicas policiales de La Cerámica su hijastro, que también heredó su apodo, ya que se lo conoce como Costillita, quien con sólo 15 años cayó herido al Eva Perón con dos plomos en la espalda, un hecho que dijo no recordar en qué circunstancias había ocurrido.

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