Edición Impresa

Dos miradas sobre la Navidad

Por: Rafael Luis Pineda

La iconografía de la Navidad se vació de contenido en aras del consumismo.
La iconografía de la Navidad se vació de contenido en aras del consumismo.

A los que llevamos muchas Navidades sobre nuestros hombros y hemos vivido las tradiciones cristianas desde la cuna nos sorprende cómo, en los últimos años y más en éste, el sentido de la fiesta que conmemora el nacimiento de Jesucristo se ha ido vaciando de contenido, al punto de que en muchos lugares se ha convertido en una fiesta cuasi pagana. La representación del pesebre ha pasado a ser un adorno casi sensiblero en las casa de familia y en tantos otros lugares en los que los “belenes” ya no representan la “bisagra” de la historia de la humanidad porque en muchos sitios se le ha quitado su trascendencia a la realidad de la historia.

Leyendo algunos artículos que comentan estas fiestas tan sentidas en la tradición familiar me encuentro con dos que vale la pena comentar porque, aparentemente opuestos, trasuntan miradas comunes aunque con sentidos diferentes. Ambos han sido publicados en la sección de Opinión del diario ABC de España.

En el primero, César Nombela, catedrático de Microbiología en la Universidad Complutense, escribe sobre la “Promesa cumplida”, porque el tiempo de Navidad es tiempo de promesas, donde se hace claro el verdadero sentido del hombre, realidad abierta a la trascendencia, donde la única pregunta importante que podemos hacernos –¿por qué estoy aquí, cuál es mi destino, cuál la razón de mi existencia?– tiene respuesta y convertida en la mejor noticia. Nace un Niño que sabe muy bien a qué viene al mundo: a mostrarnos que Dios es para todos y, desde entonces, cada niño que nace es signo que renueva nuestra esperanza y nuestra condición ontológica de hombres libres. Descubrir el milagro de la vida del Niño de Belén es reconocer también que nuestra vida es un verdadero milagro, oportunidad permanente para compartir todo con todos, de honrar la vida como canta la melodía.

En esta línea escribe también Juan Manuel de Prada, un joven abogado devenido en notorio escritor y articulista, contestatario de lo “políticamente correcto”, quien titula “La guerra de Navidad” a su artículo publicado días antes en el periódico madrileño. Es necesario saber que la sociedad española se ha debatido en las últimas semanas en un enfrentamiento político duro con las autoridades gubernamentales por una nueva ley que libera el aborto desde la adolescencia. Millón y medio de personas se reunieron en Madrid el pasado 17 de octubre para manifestarse contra esa ley, que fue aprobada por los diputados días atrás.

De Prada comienza recordando una frase de Chesterton: “Las campanas que celebran el nacimiento del Niño suenan como cañonazos”, porque los hombres han convertido a esta fiesta, a instancias y para regocijo de los falsificadores de la Navidad, en una celebración del consumo materialista olvidando su sentido más profundo, que, de vivirla como Dios manda, podría hacer realidad en la vida de cada uno esa paz que se anuncia en las marquesinas, que se desea de corazón y que está tan lejana!!!

Agrega el articulista que aquel nacimiento misterioso conmovió los cimientos del palacio de Herodes del mismo modo que hoy el llamado a vivir la Navidad en su verdadero sentido revuelve el vientre de muchos que, teniendo el poder, no quieren perderlo a instancias de hombres y mujeres que entiendan que éste es un llamado a la esperanza en el cambio de la vida de muchos de los que, transitando caminos equivocados, puedan volver la mirada a la estrella de Belén.

Dios se hace hombre gestado en el vientre de una mujer, se amamanta en sus pechos, se cobija inerme en su regazo. La nueva alianza de Dios con los hombres, que se sellará 33 años después en la cruz, se inicia en el vientre de su Madre y, a partir de allí, el vientre de la mujer podrá convertirse en campo de batalla, porque cada vez que un niño es concebido podrá ser motivo de alegría plena para esa madre, o de dudas o de rechazo directo. Desgraciadamente los Herodes siguen combatiendo a la descendencia de la mujer en su propio vientre, muchas veces el lugar más inseguro donde puede habitar el ser humano, y para ello se valen de leyes que amparan jurídicamente la decisión de la mujer de terminar con una nueva vida en su vientre.

Pero la Navidad es tiempo de promesas cumplidas y de esperanzas concretas, por lo que si bien es necesario llamar la atención de las cosas que van pasando a nuestro alrededor, también es necesario vivir de certezas y éstas son las que nos trae el verdadero sentido de la Navidad: un Niño ha nacido y viene a rescatar del barro a todos los hombres de buena voluntad.

Y no tengan dudas que son muchísimos más de los que parecen. Sólo se hace necesario que hagan un poco más de ruido.

Comentarios