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Dos homicidios en menos de una hora y en un radio de 15 cuadras

Ambos hechos fueron perpetrados desde vehículos en movimiento y se presume que se utilizó una misma arma.


asesinato

Dos homicidios en el plazo de una hora y en un radio de 15 cuadras ensangrentaron la zona oeste de la ciudad pasada la medianoche de anteayer. Ambos hechos fueron perpetrados desde vehículos en moviendo y causaron, además, cuatro heridos de bala, aunque ninguno revestía gravedad. La Policía descartó que el segundo ataque, en el corazón de barrio 7 de septiembre, haya sido en venganza del primero, sobre avenida Eva Perón al 7700, ya que las vainas recolectadas en la escena de cada crimen pertenecían a la misma pistola. Más bien, los pesquisas relacionaron los hechos al advertir que habrían sido cometidos por los mismos autores.

Franco Nahuel Zalazar tenía 23 años y era conocido como Nahuelito. Vivía en uno de los monoblocks del fonavi 7 de Septiembre y minutos antes de la medianoche del viernes conducía su moto Tornado 250 cc por calle Colombres y la detuvo en el semáforo de avenida Eva Perón. En ese momento se puso a su par un Chevrolet Astra color blanco con vidrios polarizados, desde el que se asomo una pistola calibre 9 milímetros que descargó un cargador entero sobre el muchacho.

Al menos ocho plomos impactaron en la espalda del joven que cayó muerto al lado de su moto, ante la mirada de espanto de los clientes de una heladería apostada en la misma esquina.

La noticia causó un profundo dolor entre los allegados de la víctima, que al igual que los vecinos de la zona aseguraron que era “laburante”, estaba comprometido con su novia y jamás utilizaba armas “ni se metía con nadie”.

No obstante, la brutalidad con la que fue acribillado despertó todo tipo de hipótesis entre los suyos en busca de una explicación coherente.

“La moto la había comprado usada hacía seis días. Todavía no tenía todos los papeles, por ahí lo confundieron con el dueño anterior”, deslizó una mujer mientras que otra persona dijo que Nahuelito no le tenía miedo a nadie, y quizás le hizo frente a algún pesado o se resistió a un robo.

“Era un pibe de barrio, no se iba a dejar faltar el respeto y si lo molestaban se iba a agarrar a las piñas, pero no andaba armado, ni era un pendenciero ni nada raro. Lo que le hicieron no tiene nada que ver con él”, relató otra persona profundamente conmocionada tras remarcar que el muchacho era hincha de Central y que si iba a la cancha era porque se compraba la entrada.

“Era un hincha como cualquier otro, hasta se había tatuado en la espalda «Los Guerreros» en honor a su equipo de fútbol”, dijo.

Fuentes del caso informaron que Zalazar tenía solo un antecedente penal por amenazas, de abril de 2011, por un hecho que tenía que ver con su personalidad.

“Nunca lo vi mostrar miedo”, dijo un conocido tras tildar de inexplicable que le hayan disparado 13 veces a un pibe que laburaba como empleado metalúrgico. “Renunció a la empresa cuando lo llamaron de la General Motors, que le dieron trabajo porque se cansaron de que le lleve un currículum por semana. Pero después lo echaron y estuvo un mes sin trabajar, hasta que hace unas semanas entró en una fábrica metalúrgica de Granadero Baigorria, estaba muy contento”, añadió.

Segundo episodio

La segunda parte de la saga violenta en la que se contaron unas 30 detonaciones ocurrió 15 cuadras al norte, en el corazón de barrio 7 de Septiembre, donde vivía Zalazar. Fue cerca de la una de la madrugada de ayer y tuvo de blanco una cortada entre monoblocks, a metros de Colombres y Martínez Estrada, en la que se juntan durante las noches varios muchachos del barrio, sindicados por algunos vecinos de consumir bebidas alcohólicas y algún que otro estupefaciente.

Sin embargo, la lluvia de balas que irrumpió en la noche desde dos motos y un auto en movimiento causó una víctima fatal que no estaba entre la pibada sino dentro de un automóvil Renault 19.

Leyla Alario, de 21 años, recibió un disparo en la espalda que ingresó por la parte trasera del auto en el que la joven esperaba a su novio, que había bajado a hablar con unos chicos de la zona. Falleció en el hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, al que fue trasladada por su pareja, Luciano M., de 32.

La feroz balacera, que según los vecinos contó con más de 30 plomos, causó además heridas a otros cuatro muchachos aunque ninguno revestía gravedad.

Los jóvenes fueron identificados como Alan F., de 18; Michele V., de 17; Daniel T., de 18 y Lucas R., de 22, todos oriundos del barrio, y dos de ellos con antecedentes por delitos contra la propiedad y conocidos por sus apodos.

“Son siempre 20 o 30 los que se juntan en la cortada, pero el problema es con un par de ellos que roban en otro barrio y traen la bronca para acá”, dijo una vecina tras agregar que los tiros fueron disparados cuando pasaron cuatro muchachos a bordo de dos motos y un Peugeot 206 gris con vidrios polarizados cuya cantidad de ocupantes no fue precisada.

Lo particular de ambos ataques, según una alta fuente policial, es que varias de las vainas 9 milímetros recolectas en los dos violentos episodios tenían “la misma huella digital del arma”, por lo que se presume que al menos uno de los tiradores participó en ambos hechos.

En ese sentido, un jefe policial explicó que las vainas cuentan con tres marcas inconfundibles conocidas como la huella digital. “La uña extractora, la púa que pega en el culote y el vallado que queda en el casquillo”, dijo el vocero tras aclarar que ahora falta hallar el arma en cuestión.

Otro de los puntos que investiga la Policía es la posible relación entre Zalazar y los pibes baleados en 7 de Septiembre, dado que habría una amistad entre uno de ellos y el joven asesinado una hora antes de la balacera.

Los crímenes son investigados por la subcomisaría 21ª y la seccional 17ª, junto a la Brigada de Homicidios y el juzgado de Instrucción 11ª, a cargo de Hernán Postma.

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