Ciudad

Lucha y dedicación

Dolor por la muerte de Felisa Lemos, médica y Ciudadana Distinguida de Rosario

Su trabajo en el campo de la epidemiología estuvo atravesado por otras disciplinas. Logró amalgamar de manera ecléctica ciencia y lucha, un profundo compromiso por la identidad y los derechos básicos de los barrios rosarinos más postergados


La médica María Felisa Lemos falleció el domingo y fue despedida con mucho dolor pero también con muestras de cariño en las redes sociales por quienes tuvieron el placer de compartir con ella los diferentes ámbitos en los que se desempeñó.

“Se nos fue la Feli, como viene doliendo el corazón por la pérdida de tantas personas hermosas! Pude agradecerle por su enorme generosidad, tomarme unos buenos mates con ella, aprender montón, pensar, proyectar cuántas cosas! Lo que no puedo Feli es despedirme de vos, será un hasta siempre compañera!

Me quedo con tu sonrisa, tus chamamés, tu fuerza y tus palabras:  …’ organizarnos para luchar, luchar para vencer’”, escribió la ex concejala Celeste Lepratti.

En 2018 Felisa Lemos fue nombrada “Ciudadada Distinguida” de la cuidad de Rosario. La médica epidemióloga fue homenajeada por su “coherencia política, compromiso y trayectoria profesional”.

El acto se realizó el martes 2 de octubre de 2018 en el recinto de sesiones y justamente estuvo encabezado por la autora de la iniciativa, Celeste Lepratti, quien con mucha emoción reconoció el trabajo realizado por la médica octogenaria, tanto en Rosario, el interior de Nicaragua y en su Goya natal. “Quisiera poder contarles en este breve tiempo cómo fue mi vida, tan intensa”, dijo, y no olvidó mencionar sus años en la clandestinidad y momentos de mucho riesgo, cuando su vida pendía de un hilo. Y por supuesto, su experiencia en Rosario, a principios de los noventa, cuando se incorporó a trabajar como médica en el ámbito municipal y provincial. En ese registro, mencionó a “muchos compañeros de la salud pública”, especialmente a Débora Ferrandini, fallecida hace unos años.

Su trabajo en el campo de la epidemiología estuvo atravesado por otras disciplinas. Logró amalgamar de manera ecléctica ciencia y lucha, un profundo compromiso por la identidad y los derechos básicos de los barrios rosarinos más postergados.

Su vida

Lemos nació en Goya, Corrientes, en 1938, y vivió en Rosario desde principios de la década del noventa. A la ciudad llegó luego de haber transitado una profunda experiencia como médica rural y epidemióloga, carrera que perfiló inicialmente hace medio siglo en los Esteros del Iberá y luego continuó en África y Nicaragua. En ese país latinoamericano participó en la atención primaria durante la etapa revolucionaria de 1979 a 1991.

La médica proviene de una familia que se instaló en Corrientes en el siglo XVIII, cuando salían de Asunción a fundar ciudades. En 1956, luego de recibirse como maestra normal, decidió trasladarse a Buenos Aires, albergándose en la casa de una tía, trabajando en lo que fuera para mantenerse, situación que le permitió estudiar medicina en la  Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), título que consiguió en 1967. Desde entonces gestó una costumbre que la acompaña siempre: “Amar, trabajar, militar y estudiar simultáneamente”.

En la década del ’60 abrazó las ideas del movimiento obrero estudiantil argentino que luchaba contra la dictadura de Juan Carlos Onganía, las del Mayo francés, enamorándose del movimiento feminista y siguiendo de cerca los primeros pasos de la Revolución Cubana.

De 1967 a 1970 se desempeñó como médica rural de los Esteros del Iberá, en su Corrientes natal. “Fue una experiencia muy rica, sobre todo por la gente. Al principio no podían entender porque estaban acostumbrados a los médicos varones. Que apareciera una médica mujer les pareció de lo más extraño. A pesar de ello fui muy bien recibida y aprendí tantas cosas del interior profundo, costumbres, saberes y conocimientos que me enriquecieron como persona y médica”, recordó a través de reseñas de su vida.

Becada obtuvo la maestría en Salud Publica en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) en 1970. A partir de allí volvió a su región para desempeñarse como directora de Planificación hasta 1973.

La desaparición de dos compañeras que vivían con ella, sumado a la persecución a la que estaba expuesta y la detención de su compañero Enrique, la obligaron a permanecer en la clandestinidad hasta que ambos pudieron exiliarse en Francia desde 1978.

En París, consiguió revalidar su título de médica luego de rendir las equivalencias y pasa a trabajar en el Inserm (Instituto Nacional de la Salud e Investigación Médica).

Luego participó del proceso de transformación de Nicaragua, país en el que vivió 12 años hasta que retornó a la Argentina y se afincó en Rosario.

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