Ciudad

Disturbios y agresiones en festejos de alumnos

Estudiantes deambularon en “doble turno” desde el Monumento hasta Oroño. En medio del clima de algarabía provocaron daños y pintaron autos con aerosoles. Un agente de la GUM fue golpeado por un adolescente. Filmaciones de videocámaras irán a la Justicia. Llamado de atención a padres e instituciones educativas.


La toma permite ver jóvenes en el techo del puesto de flores de plaza Pringles.
La toma permite ver jóvenes en el techo del puesto de flores de plaza Pringles.

La Guardia Urbana Municipal (GUM) demanda algún golpe de efecto de padres y las instituciones educativas a las que están vinculados los cientos de jóvenes que ayer, en doble turno, produjeron disturbios y hasta agredieron físicamente a un agente mientras éste trataba de organizar el tránsito en el centro de la ciudad. También rompieron mobiliario urbano, pintaron autos y hasta el ambo del titular de la GUM, Gustavo Franco. Por estos hechos, el municipio se hará de los registros audiovisuales para acompañar una presentación ante la Justicia santafesina. “No se trata de chicos fuera del sistema educativo. Es inconcebible que la familia y la escuela no hagan nada”, consideró Franco.

Hace pocos años se instaló entre alumnos de colegios del centro la extraña modalidad de celebrar el inicio del último año de clases. Esto es, chicos que cursarán el 5º año se reúnen para lo que llaman “la previa”, una despedida anticipada del cursado. A partir de la semana pasada diversos grupos vienen haciendo ruido desde la madrugada, con detonaciones de bombas de estruendo incluida, en una caravana que se desarrolla por calles y avenidas.

Los chicos le ponen calor y mucho bullicio a su alegría, a veces algo desmesurada, como ocurrió en la mañana de ayer cuando una chica del Colegio Sagrado Corazón escribió con aerosol el saco del titular de la Guardia Urbana Municipal (GUM), Gustavo Franco. En la espalda de la prenda quedó inscripta la sigla “SC”, en referencia al establecimiento educativo. Por la tarde, y luego de que el propio colegio se ocupara de identificar a la responsable del hecho, la madre de la joven y la propia alumna se entrevistaron con Franco. De ese encuentro, además del pedido de disculpas correspondiente, quedó una certeza: la chica recibirá “algún tipo de consecuencia” por su acto, según indicó el titular de la GUM. “Tiene que haber un tipo de reparación positiva. No sé cómo ni cuándo, es algo que hablaré con el abogado. No quiero que se dramatice ni agrandar el hecho, pero los actos que se generan tienen consecuencias. Tampoco quiero que se hable de sanción. Vamos a esperar unas horas antes de tomar una decisión”, señaló Franco. “Los del turno de la tarde” no estaban identificados como los del Sagrado Corazón. Sin embargo, Franco sugirió que posiblemente eran de la escuela Normal Nº1, ubicada en Corrientes y Mendoza. Entre los disturbios ocasionados, el funcionario destacó que fueron responsables de algunos arrebatos a transeúntes y hasta pintaron con un aerosol sintético color violeta una camioneta  que estaba estacionada frente a la Plaza Pringles. El raíd continuó por calle Córdoba hacia el oeste. A su paso, aunque no se pudo establecer la cantidad exacta, replicaron las pintadas en otros autos estacionados. Según relató Franco, el agente de la GUM Ezequiel Arbert intentaba, junto a otros compañeros, desviar el tránsito de calle Córdoba ya que el grupo de jóvenes (unos 200 en cálculos del municipio) caminaba en dirección al bulevar Oroño impidiendo la circulación. En la esquina, un joven intentó agredir físicamente a una agente que acompañaba a Arbert en el procedimiento. Con un certero golpe en el rostro, el joven derribó al agente y luego fue protegido por los demás adolescentes.  Alrededor de las 18 horas los disturbios cesaron luego de que  pidieran asistencia a la Policía. Siempre según Franco, el agente radicó la denuncia policial, aunque esperarán a contar con los registros audiovisuales de las cámaras de videovigilancia municipal para avanzar con las denuncias penales. Por otro lado, Franco apuntó a la responsabilidad de los padres de los jóvenes. Y también de las escuelas que argumentan no tener injerencia en actos ocurridos más allá de las puertas del establecimiento.

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