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Panorama complejo

Discursos de odio en la sociedad argentina: quiénes los aprueban y quiénes los rechazan

Un estudio dirigido por investigadores del Conicet indaga cuán propensos son los argentinos y argentinas a reproducir en la esfera pública enunciados que promueven la discriminación y deshumanización de personas con distintas identidades sociales


Hace aproximadamente diez años, el Grupo de Estudios Críticos sobre Ideología y Democracia (Gecid) del Instituto de Investigaciones Gino Germani, bajo la dirección del investigador del Conicet Ezequiel Ipar, comenzó a estudiar las nuevas modalidades de autoritarismo social.

De acuerdo con Ipar, en aquellos años recién empezaba a afianzarse la articulación entre mitologías autoritarias y el ethos neoliberal, que algunos años después enmarcaría la profundización de procesos des-democratizadores en diferentes puntos del globo.

A fines de 2020, el Gecid en conjunto con el programa Lectura Mundi, de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), crearon el Laboratorio de estudios sobre Democracia y Autoritarismo, con el propósito de encarar un abordaje sistemático de los dilemas actuales de la democracia en el marco de la emergencia de los neoautoritarismos.

La conformación de este nuevo laboratorio permitió al equipo dirigido por Ipar sistematizar el trabajo cualitativo y dar a la investigación cuantitativa una mayor masividad, así como escalarla a nivel nacional.

“Uno de los aspectos que más nos interesa indagar, en torno a la crisis de las democracias, es el debilitamiento que ciertos valores y consensos democráticos experimentan en algunos grupos de la sociedad civil”, afirma Ipar. El equipo del Leda realizó una encuesta telefónica a nivel nacional a 3140 personas (todas mayores de 16 años), que permitió sistematizar información en torno a las tendencias en la sociedad argentina a aprobar y reproducir discursos de odio (DDO) y otros prejuicios sociales en la esfera pública.

Hasta el momento, el análisis de los datos de la encuesta ha llevado a la publicación de cuatro informes: “Discursos de odio en Argentina”; “Xenofobia en la Argentina”; “El antisemitismo en la Argentina: tramas e interrogantes” y “Sesgos de género en la Argentina”.

¿Qué son los discursos de odio?

Los especialistas parten de definir a los DDO como “cualquier tipo de discurso pronunciado en la esfera pública que procure promover, incitar o legitimar la discriminación, la deshumanización y/o la violencia hacia una persona o un grupo de personas en función de la pertenencia de las mismas a un grupo religioso, étnico, nacional, político, racial, de género o cualquier otra identidad social”.

El índice de DDO (que permite determinar si una persona aprueba, desaprueba o es indiferente a este tipo de discursos) se estructura a partir de tres enunciados que le son presentados a los encuestados para que expresen su grado de acuerdo, desacuerdo o indiferencia hacia los mismos: una afirmación racista con connotaciones segregacionistas; un discurso crítico de las posiciones ideológicas que discriminan al colectivo LGTB+ y una afirmación xenofóbica.

“Las afirmaciones que le presentamos a los encuestados son enunciados que surgieron en discusiones en las que nosotros establecemos el contexto y ejercemos de árbitros, pero en las que no participamos. En el estudio cuantitativo lo que nos interesa ver son los niveles de aceptación y rechazo que tienen estos discursos en la ciudadanía”, señala Ipar.

El resultado de la encuesta indica que un 26,2% de la ciudadanía argentina promovería o apoyaría DDO, mientras un 17% sería indiferente y un 56,8% los criticaría o desaprobaría. Al observar cómo se correlaciona la aprobación de los DDO con la región geográfica del país en la que se reside, se ve que el apoyo de este tipo de expresiones se intensifica hacia el centro de la Argentina (donde un 30,7% de los encuestados los promueve) y al noroeste del país (30,4%), y exhibe los niveles más bajos en la Patagonia (20,5%).

Cuando se mira la aprobación, desaprobación o indiferencia hacia los DDO según el grupo generacional del que forman parte los encuestados, se advierte que entre la población millennial (personas entre 25 y 40 años) hay una mayor predisposición a abrazar este tipo de discursos (31,1%) y una menor propensión a criticarlos o desaprobarlos (51%).

Son los baby-boomers (56 a 74 años) quienes menos apoyan los DDO (19,6%), así como quienes más los desaprueban (64,3%). Entre los más jóvenes, en los centennials (15 a 24 años), si bien la aprobación de los DDO (26,5%) está un poco por encima de la que tienen en la población en general (26,2%), la desaprobación (61,5%) es muy alta, y son los menos propensos a mantenerse indiferentes (12,3%).

Los DDO y las nuevas tecnologías de comunicación

“Lo que ocurre con los millennials muestra que las nuevas generaciones no tienden necesariamente a una mayor progresividad, como se podría suponer. Los DDO atraviesan de manera diferenciada, pero trasversal a todas las generaciones. Los millennials están más expuestos que generaciones anteriores a una cultura de internet en la que priman los DDO. Twitter, por ejemplo, es una red social muy popular entre los millennials, y ha sido caldo cultivo, en los últimos  años, para la emergencia de nuevas culturas políticas que dan lugar a este tipo de expresiones de odio”, afirma Lucas Reydo, becario del Conicet.

“Se podría conjeturar que los centennials responden a otro tipo de uso de redes, más relacionado con el entretenimiento que con el debate público”, agrega.

Ipar dice: “Ahí se puede construir una gran hipótesis, porque estamos hablando de hábitos que se generaron en la socialización de las diferentes generaciones a través de distintas tecnologías de comunicación”. “El espacio público es la condición sine qua non de la vida democrática, porque ahí se forma, con la mayor libertad y en el mayor plano de igualdad posible, la voluntad popular. Esto podrá parecer idealista, pero aun la ficción de que ese espacio existe es un requisito para la democracia. Lo que  queremos estudiar es cuáles son los efectos de esa transformación del espacio público por estas tecnologías de comunicación que surgieron, en un comienzo, como democratizadoras, dado que ponían a todas las personas en el lugar de productores de discursos que podrían ser considerados por otros,”, explica el investigador.

DDO según nivel educativo y la ocupación de las personas

De acuerdo con los resultados de la encuesta, las personas con posgrados completos e incompletos son las menos propensas a apoyar o promover DDO (16,1%) y las más dispuestas a desaprobarlos y criticarlos (68,2%). En este sentido, la tendencia general marca que cuanto mayor sea el nivel educativo alcanzado por las personas encuestadas, menor es su disposición a identificarse con DDO. “Respecto de estos datos hay que tener en cuenta dos cuestiones. Por un lado, que las personas con mayor capital cultural suelen asumir los cuestionarios con cierto distanciamiento estratégico y, por lo tanto, frente a preguntas morales que tienen respuestas identificables como socialmente respetables, pueden no contestar con plena autenticidad. En cambio, quienes tienen menor capital cultural tienden a responder con menos cálculo y mayor honestidad”, explica Ipar.

“Los resultados muestran que, en general, a mayor nivel educativo, menos propensión a identificarse con DDO. Esto coincide con lo que suelen mostrar los estudios históricos sobre la disposición a desplegar actitudes autoritarias. Sin embargo, lo que ocurre con el grupo de los que tienen secundario completo muestra cierta divergencia con la tendencia general. Ahí lo que se podrían estar traduciendo son ciertas fricciones de la vida económica y situaciones de vulnerabilidad por parte de clases medias o medias bajas. Se podría aventurar que la mayor disposición a aprobar y reproducir DDO por parte de este grupo tiene una explicación económica”, manifiesta Ipar.

Al ver la incidencia que puede tener el tipo de ocupación de los encuestados respecto de su postura sobre los DDO, los resultados muestran que es entre el grupo de quienes se identifican como dueños patrones o empleadores, que se ve una mayor disposición a apoyar este tipo de discursos (33,4%). Por otra parte, quienes se asumen como empleados (28%) y obreros (27%) también muestran valores levemente superiores al resto de ocupaciones. Estos resultados, mirados en conjunto y a contrapelo de los de nivel educativo, muestran lo apresurado que sería pretender trazar una relación unívoca y lineal entre variables sociodemográficas e identificación con DDO, así como la necesidad de complejizar estos vínculos.

 

 

 

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