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Dilma Rousseff se distancia de Lula y comienza a definir su liderazgo

La presidenta electa de Brasil empieza a delinear las pautas de su gobierno.

Sobreponerse al carisma y liderazgo de Luiz Inácio Lula da Silva parecía una tarea titánica para una mujer que en toda su carrera jamás ocupó un cargo de representación popular en Brasil. Pero Dilma Rousseff, en los últimos ocho años funcionaria en las sombras, hizo valer los dos meses previos a su asunción para establecer el norte que seguirá su gobierno.

Si bien respetará los pilares que forjaron los dos mandatos de su padrino político, ya estableció su propio estilo en la economía, la política exterior y las alianzas partidarias. Ahora resta convencer de su eficacia al electorado, que sufragó por ella bajo la influencia de Lula. “Será, sin dudas, su tarea más difícil. Debe demostrar que puede sola”, afirmó el analista Paulo Silva a El Ciudadano. A Rousseff, usualmente de perfil bajo y pocas palabras, se le exige un cambio de actitud. “El máximo desafío será vender su trabajo a la población. Todavía no llegó a ése ámbito: todos sus acciones fueron señales directas para la gente en el poder”, destacó.

Una de las decisiones pesadas previa a la toma de mando fue la conformación del futuro gabinete. El Partido de los Trabajadores (PT) cuenta con el respaldo de otras diez agrupaciones, incluida la mayor del país, el centrista PMDB, líder en el Senado y segunda fuerza en la Cámara de Diputados. Sin contar con una postura ideológica claramente definida, durante los dos gobiernos de Lula funcionó como la pata de palo que ayudó a sacar adelante los proyectos oficialistas. Su preponderancia es tal que, además de completar la dupla presidencial con Michel Temer, es acreedor de varios ministerios.

Pero a partir del primero de enero, el PMDB sufrirá una merma de su participación en el poder. Luego de intensas negociaciones, la presidenta electa guardó sólo cinco carteras para sus aliados, de las cuales sólo dos están consideradas ricas: la de Minas y Energía y la de Agricultura. Se espera, además, que el actual ministro de Defensa, Nelson Jobim, sea reconfirmado en el cargo, por lo que serían seis de 37 los puestos que contarán en el próximo gobierno. Aun así, el reparto le quitó influencia al PMDB, que perdió los comandos de los ministerios de Salud, Transportes y Comunicaciones, de los más codiciados por los altos presupuestos que manejan.

Sin embargo, Temer aseguró que su partido está satisfecho por el espacio recibido. También el presidente Lula se manifestó conforme por el resultado de los pactos, aunque no descartó futuros encontronazos. “Yo no estoy convencido de que esté todo resuelto entre nosotros. Dos partidos grandes como los nuestros siempre tendrán problemas”, matizó. Por lo pronto, la futura mandataria reservó para el PT la mayoría de los puestos clave de su gobierno, incluso los de comando político y económico.

Lejos de la posición de Lula, Rousseff ya indicó que tiene sus propias estrategias económicas al anunciar un retiro gradual de las medidas de estímulo fiscal y una reducción del gasto. Además removerá al jefe del Banco Central, institución a la que planea retirarle parte de la independencia que había obtenido en los últimos años.

En política exterior, la ex jefa de Gabinete criticó que Lula haya intentado mediar sobre el programa nuclear de Irán y se haya abstenido de una resolución de Naciones Unidas en la que condenaba la política del régimen teocrático respecto de la muerte por lapidación, a la que calificó de “práctica medieval”.

En una entrevista publicada esta semana por el semanario Isto E, el asesor presidencial en política exterior, Marco Aurelio García, aseguró que la mandataria electa considera necesario fortalecer las instituciones del Mercosur para dotar al bloque regional de mayor capacidad de acción. Paralelamente, el funcionario afirmó que le “gustaría tener una interlocución más fuerte con Estados Unidos”.

Aunque el escenario que recibe en Brasil es benigno, enfrentará obstáculos a la hora de fortalecer el vínculo con el electorado: la economía perdió su ritmo y sus intenciones de limitar las pensiones y los salarios podría quitarle el apoyo de los sindicatos, la piedra angular de los dos últimos gobiernos.

“Allí deberá demostrar que tiene cintura política para controlar ese tipo de enfrentamientos. Creo fervientemente que Dilma dará una sorpresa a muchos. Todo este tiempo se tendió a minimizar su capacidad. Claro que aún parece frágil ante un líder omnipresente como Lula, pero no demorará en ganarse la confianza de los votantes”, destacó el analista Silva.

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