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Dictan nueve años de prisión al Rey de la Efedrina

El rosarino Mario Segovia fue condenado en Buenos Aires por contrabandear a México casi 300 kilos del precursor químico que se usa para las drogas sintéticas. Lo habían apresado en 2008 y cobró fama tras revelarse su lujoso estilo de vida en Fisherton.

Mario Segovia, conocido como “El Rey de la Efedrina”, fue sentenciado ayer a nueve años de prisión acusado del contrabando de casi 300 kilos de ese precursor para elaborar drogas ilegales sintéticas a México en un cargamento de 12 toneladas de azúcar. La decisión fue tomada por el Tribunal Oral en lo Penal Económico 2 al término de un juicio por “contrabando simple agravado por haber utilizado documentación aduanera falsa, por la intervención de tres o más personas y por ser perjudicial para la salud”. Además, el Tribunal resolvió condenar a Rubén Alberto Galvarini a 7 años de cárcel, a Jorge Javier Gómez a 6 años, ambos por haber sido autores del delito de contrabando en dos oportunidades. El despachante de Aduanas Damián Iñurrutegui fue penado con 3 años y Alicia Colángelo, titular de la empresa por la cual se iba a despachar la carga, a 2 años y 8 meses de prisión, como partícipes secundarios de un hecho, pero el cumplimiento de estas penas quedó en suspenso.

También resultaron condenadas dos empresas, South American Docks (Sadocks S.A.), que estaba a nombre de Galvarini, y Euromac S.R.L. (cuya titular es Colángelo) a quienes se les retiró la personería jurídica y se les canceló la inscripción ante el Registro Público de Comercio. En tanto, el tribunal absolvió a Rubén Darío Galvarini, Andrés Enricci y José Luis Sicardo. La lectura de los fundamentos se realizará el próximo 31 de mayo, a las 13.

Mario Roberto Segovia, conocido como “Marito”, de 38 años, comenzó a ser juzgado por las causas 1835 y 1909 el viernes 15 de julio del año pasado por el Tribunal Oral en lo Penal Económico Nº 2 de Capital Federal, compuesto por los jueces Claudio Gutiérrez De La Cárcova (presidente), Luis Gustavo Losada y César Osiris Lemos, por el supuesto contrabando, en el año 2007, de 294 kilos de esa droga sintética a México disimulados en un embarque de azúcar que fue secuestrado en un galpón del barrio porteño de Barracas, perteneciente a la firma Sadocks.

Junto a Segovia –quien usaba el nombre falso de Héctor Germán Benítez– fueron sentados en el banquillo de acusados los comerciantes Rubén Alberto Galvarini, de 65 años y su hijo Rubén Darío Galvarini, de 38, oriundos de Villa Gobernador Gálvez, pero con domicilio legal en la zona norte de Rosario; el comerciante Jorge Javier Gómez (48), domiciliado en Capital Federal; los empleados aduaneros José Luis Sicardo (40) y Andrés Enricci (65); el despachante de Aduanas Maximiliano Iñurrutegui (37); y la empresaria Alicia Colángelo (57), titular de Euromac SRL, firma a través de la cual se iba a realizar el contrabando del precursor químico.

El debate oral duró casi ocho meses, tiempo en el cual desfilaron unos 140 testigos.

Segovia, conocido como “el Rey de la Efedrina”, fue detenido en noviembre de 2008 en el aeroparque metropolitano Jorge Newbery cuando estaba a punto de embarcar en un vuelo hacia Iguazú, provincia de Misiones. En esa oportunidad le secuestraron un auto VW Passat, dos teléfonos, dos notebooks, 3 mil dólares y 2 mil pesos.

Tras su arresto, el por entonces ministro de Justicia Aníbal Fernández lo sindicó como el “mayor proveedor de los carteles mexicanos”.

Al mismo momento, la casa en la que residía, ubicada en la zona más coqueta de Fisherton, en el oeste de Rosario, fue allanada.

En ese lugar los pesquisas secuestraron un automóvil Rolls Royce, dos camionetas Hummer, una Range Rover Sport y dos cuatriciclos, como así también tres lujosos relojes Rolex, 3 kilos en lingotes de oro, 270 mil euros, 70 mil dólares y libras esterlinas.

Quien estuvo al mando del operativo fue el juez de Zárate-Campana Federico Faggionato Márquez –quien tiempo después fue destituído– en el marco de la megacausa de la “ruta de la efedrina” que se había iniciado con el hallazgo de un laboratorio clandestino en una quinta de Ingeniero Maschwitz en la cual se producían metanfetaminas para exportar.

Por ese episodio, en octubre de 2010, 15 personas, 10 ciudadanos mexicanos y 5 argentinos, fueron condenados por un Tribunal Oral de San Martín a penas de entre 4 y 6 años de prisión, acusados de integrar una organización que traficaba efedrina a México.

Además, Segovia está imputado en otra causa, iniciada en julio de 2006 cuando personal de Aduana de Ezeiza encontró un bulto sospechoso proveniente de un laboratorio francés que –según se determinaría tiempo después– contenía aconitina y ricinina, sustancias altamente tóxicas que, entre otros usos, se emplean para elaborar armas químicas en base a su mortífera potencia: la aconitina, por ejemplo, produce la muerte en adultos con dosis de tan sólo 3 a 8 miligramos.

El juez Ezequiel Berón de Astrada (a cargo de la investigación) determinó que Segovia usó la identidad de Benítez para adquirir al laboratorio francés Latoxan 250 miligramos de aconitina y 500 miligramos de ricinina. Por este hecho será juzgado por el mismo tribunal que lo condenó ayer.

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