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Aniversario

Dickens, un narrador apasionado

Esta semana se cumplieron 146 años de la muerte del novelista inglés que pintó como nadie las miserias de la época victoriana


“Es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos. Es la edad de la sabiduría, y también de la locura. Es la época de la fe, y también de la incredulidad, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Lo tenemos todo, pero no somos dueños de nada, caminamos derechito al cielo pero tomamos el camino a otro lado. En fin, esta época es tan parecida a todas las épocas, que nada de lo que aquí voy a contar debería, en realidad, sorprendernos. Nada. Ni el perdón, ni la venganza, ni la muerte, ni la resurrección”. Con estas palabras comienza Historia de dos ciudades, la obra de 1859 que escribió Charles Dickens, el notable novelista inglés de cuya muerte se cumplieron 146 años esta semana.

Coloso de la literatura universal, Dickens fue el principal novelista de la era victoriana, a la que pintó como nadie utilizando de forma magistral dos herramientas: el humor y la ironía, con las que realizó una feroz crítica social.

Charles John Huffman Dickens nació el jueves 7 de febrero de 1812 en el distrito de Landport, perteneciente a la ciudad inglesa de Portsmouth, y fue el segundo hijo del matrimonio compuesto por John Dickens y Elizabeth Barrow.

Recién a los 9 años comenzó a ir a la escuela, pero interrumpió sus estudios cuando su padre, un modesto funcionario, fue encarcelado, en 1824, por no pagar sus deudas. Así, con sólo 12 años, Charles tuvo que trabajar en una fábrica londinense de pomada para zapatos, donde cumplía extenuantes jornadas laborales de más de 10 horas diarias. Estas vivencias marcaron su vida como escritor ya que dedicó gran parte de su obra a denunciar las condiciones deplorables bajo las cuales sobrevivían las clases proletarias y la explotación infantil. En su novela David Copperfield, la más autobiográfica, escribió: “Yo no recibía ningún consejo, ningún apoyo, ningún estimulante, ningún consuelo, ninguna asistencia de ningún tipo, de nadie que me pudiera recordar. ¡Cuánto deseaba ir al cielo!”.

Entre 1824 y 1826 Charles asistió de nuevo a la escuela, como pupilo en un colegio londinense, aunque la mayor parte de su educación fue autodidacta. Lector voraz, él se describía a sí mismo como “un niño muy pequeño y no especialmente cuidado”, y de pequeño hacía gala de una “memoria fotográfica” de personas y eventos, lo que más tarde le ayudaría a trasladar la realidad a la ficción.

En 1827 consiguió trabajo como secretario en un estudio jurídico y, tras estudiar el oficio y desempeñarse como taquígrafo judicial, se convirtió en periodista en el Parlamento, con lo que se habituó a realizar precisas descripciones de hechos. En esa época conoció a María Beadnell, de quien se enamoró, pero su familia lo rechazó como pretendiente de la joven. Para entonces, él ya estaba trabajando como reportero en una publicación de su tío, The Mirror of Parliament, y para el periódico liberal The Morning Chronicle.

Luego, su narrativa comenzó a publicarse en formato de folletín.

En diciembre de 1833, Dickens publicó, bajo el seudónimo de Boz, la primera de una serie de breves y originales descripciones de la vida cotidiana de Londres en The Monthly Magazine, una revista que editaba su amigo George Hogarth. Tras ello, un editor de la ciudad le encargó un volumen de nuevas notas en este estilo, que debían acompañar a las ilustraciones del famoso artista George Cruikshank. El éxito de este libro, titulado Los apuntes de Boz (1836), le permitió al novelista casarse con Catherine Thompson Hogarth, hija de George Hogarth, quien había sido consejero de Sir Walter Scott. Ella lo animó a preparar una colaboración similar a la anterior, pero esta vez con el conocido artista Robert Seymour. El resultado de esta colaboración fue el libro Los papeles póstumos del Club Pickwick (1836-1837), una obra en un estilo muy próximo al de los cómics, cuyo éxito consolidó la fama del novelista, e influyó notablemente en la industria editorial de su país, pues su innovador formato, el de una publicación mensual muy poco costosa de novelas por entregas, marcó una línea que siguieron otras editoriales.

Debido a que por entonces no todo el mundo poseía los recursos económicos necesarios para comprar un libro, cada nueva entrega de sus historias era esperada con gran entusiasmo por sus lectores.

La siguiente obra de Dickens fue el autobiográfico Oliver Twist (1838), retrato fiel de toda una época, en el que el colorido picaresco se ve subrayado por el tono, entre ingenuo y sentimental, que late en el corazón del personaje, y que el autor sabe manejar con gran maestría. La fama que le proporcionó este libro se vio ampliada por las siguientes novelas que publicó: Nicholas Nickleby (1840) y El almacén de antigüedades (1841). Hombre de enorme energía y talento, paralelamente se dedicó a muchas otras actividades. Editó los semanarios Household News (1850-1859) y All the Year Round (1859-1870), escribió dos libros de viajes, Notas americanas (1842) e Imágenes de Italia (1846), administró asociaciones benéficas y luchó porque se llevaran a cabo reformas sociales.

En 1841 fue nombrado hijo adoptivo por la ciudad de Edimburgo y al año siguiente viajó a Estados Unidos, donde fue rechazado debido a las conferencias que impartía y a la novela Notas de América contraria a la esclavitud, un flagelo que él había padecido en carne propia en su infancia. A pesar de ello se reconcilió con el público norteamericano después de la publicación de Canción de Navidad (A Christmas Carol, tal su título original en ingles, también traducido como Un cuento de Navidad), en 1843, que se convirtió rápidamente en un clásico de la narrativa infantil universal.

La etapa de madurez de Dickens se inauguró con Dombey e hijo (1848), novela en la que alcanzó un control casi perfecto de los recursos novelísticos y cuyo argumento planificó hasta el último detalle.

Pero su gran best seller fue David Copperfield –novela publicada por entregas en 1849 y como volumen único en 1850–, del cual llegó a vender hasta 100.000 ejemplares en poco tiempo. En 1856, su popularidad le permitió comprar Gad’s Hill Place, una mansión ubicada en Higham, Kent.

Mientras tanto, las actividades extraliterarias de Dickens incluían la gestión de una compañía teatral que funcionó hasta la subida al trono de la reina Victoria, en 1851, y las lecturas de sus obras en Inglaterra y en Estados Unidos. Además, fundó el Daily News, hizo de actor y comenzó a dar conferencias, que versaban sobre derechos de autor, defensa de las prostitutas y condena de la pena de muerte, muy en boga en Londres como divertimento del pueblo.

Sin embargo, todos estos éxitos se vieron empañados por sus problemas familiares. Hacia 1850 la salud de Dickens empeoró, agravada por la muerte de su padre, de una hija y de su hermana Fanny. Y en 1858 naufragó el matrimonio fruto del cual habían nacido 10 hijos.

Tras separarse de su esposa, escribió Grandes esperanzas (1861) y Nuestro amigo común (1865).

En 1859 publicó una obra diferente a sus creaciones anteriores –que se basan en personajes infantiles y muestran una implacable crítica a la sociedad británica de la época–: Historia de dos ciudades, una novela histórica en la que se narra la vida en el siglo XVIII, en la época de la Revolución francesa. Al mismo tiempo la historia se desarrolla en dos países: Inglaterra y Francia, y en las ciudades de Londres y París, respectivamente, en los albores de la Revolución francesa. La primera ciudad simbolizaría de algún modo la paz y la tranquilidad, la vida sencilla y ordenada; mientras la segunda representaría la agitación, el desafío y el caos, el conflicto entre dos mundos en una época en la que se anuncian drásticos cambios sociales. Con más de 200 millones de ejemplares vendidos Historias de dos ciudades es la novela más vendida de la historia y el séptimo libro más vendido.

Con todo, el exceso de trabajo, su vida personal conflictiva en el terreno afectivo, su enfermedad mental (ciclotimia, trastorno bipolar) y su dependencia del láudano (combinación de opio y vino), lo condujeron a una muerte prematura y repentina, mientras trabajaba en El misterio de Edwin Drood.

El miércoles 8 de junio de 1870, mientras estaba en su residencia de Gad’s Hill Place, Dickens tuvo un derrame cerebral que le provocó la muerte al día siguiente.

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