Observatorio

Series

“Devs”, atmósfera hipnótica en el terreno de la especulación científica

La serie de ciencia ficción describe la desaparición de un joven ruso que trabaja para una corporación norteamericana dedicada al desarrollo tecnológico que repentinamente desaparece. Pero el verdadero enigma está en lo que hace esa empresa, algo que podría cambiar la historia de la humanidad


Devs es una serie de ciencia ficción creada íntegramente por Alex Garland, quien ha estado asociado, de un modo u otro, a proyectos en general destacables. El en principio escritor londinense obtiene un cierto reconocimiento inmediato con sus primeras novelas The Beach y The tesseract, ambas llevadas al cine, la primera por Danny Boyle (con guion del mismo Garland) y la segunda, en una producción más discreta y menos lograda, por los hermanos Pang. Posteriormente extiende su colaboración con Danny Boyle en los guiones de Sunshine, y 28 días después, y con Mark Romanek en la incómoda adaptación de Nunca me abandones, novela de Kazuo Ishiguro. Ya en 2015 debuta como director con su delicada e intensa película Ex Machina, a la que sigue, como podría preverse, una mediocre producción de Netflix, Aniquilación, donde una idea interesante se derrumba en un pastiche de referencias tan pretencioso como fallido. Esta vez, con Devs, se cargó por primera vez una serie; escribe, dirige y produce un relato de ciencia ficción que da forma a una mirada oscura sobre las implicaciones del avance tecnológico en el marco del espionaje industrial. Nada muy nuevo, en realidad, desde las proliferaciones de la desconfiadas especulaciones futuras post Black Mirror, pero en lo que va de la serie, con sus tres capítulos emitidos, logra crear una atmósfera hipnótica e intrigante que presenta aspectos muy logrados. La serie está producida por la cadena FX para la plataforma de streaming Hulu (propiedad del monstruo Disney), y HBO España también la está emitiendo, no así aún su filial latinoamericana.

El misterio del objeto de estudio

La anécdota central es más o menos simple. Sergei, un joven ruso que trabaja para una corporación norteamericana dedicada al desarrollo tecnológico llamada Amaya, es ascendido a una sección ultrasecreta de la empresa (Devs es el nombre de esa sección). Todo es muy misterioso, ni siquiera quienes trabajan allí saben exactamente lo que están haciendo. Tras el primer día de trabajo, Sergei desaparece, y su novia Lily, también empleada en la misma corporación, comienza su búsqueda personal. El enigma no es, desde ya, la desaparición misma de Sergei, ya que tal hecho se resuelve de inmediato entre líneas narrativas que tienen que ver con el espionaje industrial. El verdadero enigma, por el contrario, es el objeto de estudio de la sección Devs, un desarrollo tecnológico que podría cambiar radicalmente las concepciones dominantes del mundo y, allí mismo, la completa historia de la humanidad y su destino. Riesgoso planteo que habrá que ver cómo es manejado en el decurso de la serie, ya que, como suele suceder en este tipo de estrategias, el problema siempre latente es que, ante la desmesurada dimensión del enigma y las expectativas así creadas, finalmente cualquier resolución podría resultar insatisfactoria.

La posibilidad de un imposible

Los fundamentos tecnológicos del enigma están asociados al desarrollo de la computación cuántica y a la fantástica especulación sobre ciertas posibilidades impensables allí abiertas. Pero ¿qué es y de qué se trata esa computación cuántica?, bueno, desde ya se trata de algo de difícil comprensión para la mayoría de lxs mortales. Se esbozan algunas conjeturas, explicaciones en lenguaje técnico, descripciones enrevesadas, pero nada de eso alcanza, claro, para saber exactamente de qué estamos hablando, y mucho menos, seguro, para saber si algo de esas especulaciones tiene base real (o que aparentemente las tiene). De todas formas, hay que remarcarlo, tal cosa no produce ningún tipo de inconveniente en el despliegue de la intriga. Por el contrario, esa dificultad es parte fundamental del juego. Lo vuelve más atractivo y absorbente en su deliberada opacidad. Afirmadxs desde el fascinante comienzo en el sólido terreno de las fantasías especulativas y de los terrores atávicos por ellas suscitados, la veracidad y la comprensión de dichos fundamentos pasan a segundo plano. Lo que importa aquí es el modo en que, con una hipnótica delicadeza nos van sumergiendo poco a poco, y de modo verosímil, en la posibilidad de un imposible que no se llega a dilucidar con claridad, y que justamente por eso desata los mecanismos de la fascinación.

Una soledad infinita

Las líneas argumentales que rodean al enigma y que sostienen el cuerpo de la intriga son conocidas y ya bastante utilizadas: la corporación cuyas investigaciones traspasan los límites éticos y el espionaje industrial que involucra a Estados Unidos y Rusia. Pero eso, aunque importante, es apenas el marco que disfraza de thriller a una propuesta que parece ir planteando una suerte de desconfianza con respecto al destino de la humanidad en su afán de conocimiento total. El tono del relato es algo lánguido, hay una suerte de desencanto que sobrevuela sobre la luminosa presencia de los extraños dispositivos tecnológicos. La rara belleza de la parafernalia tecnológica de Devs se deja imbuir siempre por ese tono algo desesperanzado que se abre permanentemente a las preguntas sobre el para qué de todo esto. Ya en películas más o menos recientes como, entre otras, Interestelar, de Christopher Nolan, o Ad Astra, de James Gray, el desmesurado desarrollo tecnológico destinado a cruzar los límites conocidos del universo para desplegar más poder, finalmente encontraban su única justificación en el reconocimiento de necesidad de los afectos cercanos. Devs parece ir pensando en esa línea: el terrible afán de explicarlo y conocerlo todo para mejor dominar se desmonta finalmente en el reconocimiento de una soledad infinita que debe ser resuelta aquí, en el reconocimiento profundo de la vida en común y en el redescubrimiento del amor. Pero esto, claro, es especulación, hay que ver aún por dónde despliega la serie el alcance de los enigmas esbozados.

Impactante construcción atmosférica

Un elemento fundamental de Devs es la construcción atmosférica de ciertos momentos ligados a esa misma tecnología en juego de la que desconocemos sus alcances. La presentación de la sección secreta Devs, en los primeros minutos del comienzo, es un hallazgo. La sección está ubicada en medio del bosque, y se compone de una rara estructura de módulos flotantes que disuelven la materialidad tecnológica en el espacio de lo onírico. Es claro, desde allí, que lo realmente importante no es la veracidad científica del planteo, sino ese espacio insondable de las preguntas existenciales al que la ciencia nos abre. De igual modo, el momento en que el equipo de investigación accede a las primeras imágenes logradas mediante la tecnología cuántica, se arraiga en ese terreno indeterminado entre la especulación científica y el sueño. Diminutas partículas blancas danzan en la pantalla, arman y desarman figuras que se acercan a algo reconocible para luego disolverlo; finalmente, tras breves figuraciones y desfiguraciones, algo se puede “leer” en esa imagen: es Cristo crucificado. Esa tecnología, en apariencia, borrará ciertos límites espacio-temporales permitiendo acceder a hechos pasados y futuros (peor esto último les está prohibido). La primera imagen buscada es la de Cristo, la segunda, buscada por un integrante varón del equipo, es una relación sexual entre Marilyn Monroe y Arthur Miller. Clarísima declaración del eje del problema que ronda a Devs: la ética de esta humanidad no está a la altura de la ciencia que busca desarrollar. De ahí el desencanto y la sensación algo amarga que la serie tan bien establece como tono en sus primeros episodios.

Comentarios