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Desde Rosario dan un gran paso contra el cáncer de pulmón

Por Santiago Baraldi.- Está en etapa final de pruebas, en la ciudad y en otras partes del mundo, una vacuna terapéutica para pacientes en tratamiento.


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Luis Fein, del Instituto Oncológico Rosario, participó en la investigación de una vacuna que apunta a prolongar la vida de quienes padecen cáncer de pulmón y que llevó 18 años de trabajo junto al Instituto Molecular de La Habana, Cuba, y la Universidad de Quilmes. “Es una vacuna terapéutica, no es preventiva, se usa en pacientes que ya tienen la enfermedad avanzada y que han hecho tratamientos convencionales como la quimioterapia o la radioterapia y se ha encontrado alguna respuesta en estos pacientes y la enfermedad se estabiliza. En algunos ensayos clínicos controlados, la vacuna dio como resultado que prolonga la supervivencia de estos pacientes, por lo cual parece ser al menos promisoria”, explicó Fein, hermano de la intendenta Mónica, quien lo recibió en el Palacio de los Leones junto a sus colegas Raúl Sala, Álvaro Romera y Cristian Micheri.

—¿Cuáles son las características de esta vacuna?

—Hace 18 años que científicos del Instituto Molecular de Cuba, junto a la Universidad de Quilmes, trabajaron en tratar de identificar en qué tumores humanos la vacuna podía ser útil; ellos identificaron un neo antígeno, es decir, una sustancia que está solo en la superficie de la célula tumoral y no está en la superficie de las células “normales”. Hace una diferenciación, encuentra lo que se denomina un “blanco”. Cuando se hace un tratamiento con quimioterapia o radioterapia, mata las células malas, pero también muchas células buenas; con esto, se identifica un “blanco” que sólo está en los tumores. A la Universidad de Quilmes le llevó mucho tiempo identificar ese “blanco”, una vez que lo identificaron, comenzaron a utilizar la vacuna en ratones para ver si eso desarrollaba una respuesta inmunológica y descubrieron que sí. Luego se comenzó en una fase inicial para probar con personas que demostraron la eficacia de la vacuna. Nosotros somos muy defensores de la investigación clínica como una de las maneras de avanzar en la medicina y en general; en la población, hay mucho reparo, está la creencia de que los pacientes van ser usados como conejillos de Indias.

—Una vacuna se relaciona con prevención y en este caso se aplica a personas ya enfermas…

—No es una vacuna terapéutica, en realidad no deberíamos llamarla vacuna, sino inmunoterapia activa. El objetivo que tiene este tratamiento es un anticuerpo monoclonal: lo que hace es tratar de que el paciente que tiene el tumor, hace incrementar con esta vacuna la inmunidad contra el tumor y hacer que el paciente lo rechace o lo contenga, ése es el objetivo; en eso se parece a cualquier vacuna, sin embargo, las vacunas se dan de manera preventiva; en este caso, uno ya tiene la enfermedad, lo que hace esta vacuna es estimular la inmunidad para tratar de rechazarlo.

—¿Es sólo aplicable a pacientes con cáncer de pulmón?

—La vacuna tiene utilidad con pacientes con enfermedad avanzada; son pacientes con cáncer de pulmón, que es el cáncer más frecuente en la Argentina, unos 10 mil casos nuevos por año, que provoca unas 9 mil muertes. El 85 por ciento de los pacientes que tenemos llega con la enfermedad avanzada, no hay un método de detección temprana, como puede ser el caso del papanicolau o la mamografía en las mujeres. Cuando consultan, la enfermedad ya es incurable desde el punto de vista del tratamiento, porque el cáncer de pulmón se puede curar sólo si se opera: si uno detecta una etapa temprana, se detecta un nódulo y se saca, pero como no hay método para detectar precozmente, los casos que nos llegan son avanzados. Lo que se hace es quimioterapia o radioterapia, a veces una u otra o combinadas, es el mejor tratamiento disponible hasta la fecha. El rol de la vacuna o inmunoterapia activa es en aquellos pacientes que fueron sometidos a quimio o radioterapia y logramos que el tumor se detenga o deje de crecer –o incluso que retroceda–. Sabemos que a la larga o a la corta ese tumor va a volver a crecer, entonces, el agregado de esta vacuna ha demostrado que prolonga ese período en el cual el paciente está con la enfermedad estable o más chica, hace más largo el período hasta que reaparezca la enfermedad; eso es lo que ha demostrado esta vacuna.

—¿Cómo se aplica, en cuántas dosis y durante qué tiempo?

—Hay una fase que se llama de inducción, que se aplica de manera intradérmica, en un pliegue de un brazo, de una pierna o en el abdomen, como lo hacen los insulinodependientes. Se colocan cinco aplicaciones en 14 días, donde se estimula más rápidamente el sistema inmunitario para que rechace y después se hace una terapia de mantenimiento, que es una aplicación por mes. El tiempo es relativo, mientras el paciente tenga respuestas se sigue aplicando. Siempre controlando con tomografías, y resonancias, para saber si el tumor creció o no; evaluar la clínica del paciente, si está mejor o peor.

—¿Ya se aplica en el país?

—Hasta ahora la hemos estado usando en el marco de lo que se llama ensayo clínico. En la Argentina no estaba probada y la única forma de saber su utilidad es hacer un grupo con vacuna y otro grupo de control,  que es lo que estamos haciendo, porque la vacuna aún no está disponible. Se hace con mil pacientes en varios lugares del mundo. En Rosario, dentro de este ensayo se está aplicando a unos diez pacientes y otro grupo “control”: con el tratamiento convencional, sin vacuna.

—¿Esa aplicación la dispone el médico?

—Hay un sistema centralizado que “aleatoriza”: a éste se le hace la vacuna, a éste no. El paciente, previamente, lee lo que se llama un consentimiento informado, aprobado por la Anmat, los comités de ética, etc. y decide si quiere participar o no. Obviamente que si no recibe la vacuna recibe los tratamientos convencionales. Nosotros vemos el paciente, le hacemos el diagnóstico, le hacemos la quimio o radioterapia, cuando se estabilizó le proponemos el estudio clínico. Si el paciente acepta participar, se le hacen una serie de controles de seguridad y si es candidato se habla a un sistema central internacional, que dice a qué paciente se le aplica la vacuna y a cuál se le sigue el control. No depende de nosotros sino de un sistema que trabaja para todo el mundo de la misma manera.

—¿En que otros tipos de cáncer se está trabajando?

—Este tipo de antígeno es lo que se llama un gliocolípedo, que está en la célula tumoral, está en otros tumores como en los neuroblastoma o en el cáncer de mama. Posiblemente la vacuna puede seguir varios caminos; en los cánceres de pulmón, una vez que se demuestre totalmente su valor, lo usemos en etapas más tempranas: los pacientes cuando se operaron, como prevención, podemos aplicar la vacuna, después de la cirugía… Hay mucho desarrollo posible.

—¿Cuánta gente trabajó en este proyecto?

—Primero los cubanos junto a la gente de la Universidad de Quilmes, el Hospital de Clínicas de Buenos Aires, el Instituto Ángel Roffo. Después se incorporó el Instituto de Oncología Rosario y otros siete centros más de todo el país. El laboratorio hizo todo el trabajos y nosotros en el desarrollo clínico; somos quienes conseguimos los pacientes y participamos en el seguimiento muy de cerca, hay que ver si hay un efecto colateral inesperado, si está respondiendo, si está tolerando el tratamiento, eso lo hacemos a diario con los pacientes en tratamiento.

—¿Cuándo estará a la venta?

—En principio, a mediados de julio estaría comercializándose bajo el nombre de Vaxira, realizado por un laboratorio argentino, Elea, tanto Cuba y como la Universidad tienen parte de los derechos, son “dueños” de la vacuna.

—¿Las fuertes campañas antitabaco y las prohibiciones  han influido para que haya menos casos de cáncer de pulmón?

—El 80 por ciento de los cánceres de pulmón está vinculados al cigarrillo. Si no hubiera fumadores, sería una rareza. Las campañas son necesarias porque el cigarrillo no sólo provoca cáncer de pulmón, sino otros tumores o enfisemas o enfermedades cardiovasculares. Las limitaciones a los fumadores son muy buenas, en Nueva York, por ejemplo, ya no dejan fumar ni en las plazas, el fumador queda estigmatizado. Todavía no estamos viendo en las estadísticas una merma en la cantidad de casos: el fumador ha fumado mucho tiempo, entonces, todavía tenemos de arrastre cifras altas. En Estados Unidos, que han sido pioneros en las restricciones, lo que se ve en las curvas de mortalidad en los cánceres de pulmón, es que en las mujeres fue aumentando porque la mujer comenzó a fumar 30 años después que el hombre. Estas campañas tienen resultado. Tenemos un registro de cáncer en nuestra provincia y con el tiempo vamos a ver las mejoras de estas restricciones actuales.

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