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Desde la cocina de las noticias

Por Rubén Alejandro Fraga.- A poco de cumplir medio siglo en el oficio, Carlos Ulanovsky hace memoria de usos y costumbres en su último libro, “Redacciones. La profesión va por dentro”, y lleva al lector de paseo por los últimos 50 años del periodismo argentino.


“¿Qué es una redacción? Durante varias horas al día, un loquero sin remedio, un salón de usos múltiples, una sociedad en pequeño. Un conjunto de intereses diversos, y a menudo opuestos, cuyo objetivo final es el mínimo ensamble, la razonable homogeneidad, el orden común para conferirle dirección adecuada a un medio de comunicación”. Así reza un pasaje de Redacciones. La profesión va por dentro (Sudamericana, Buenos Aires, 2012), el último libro del periodista, docente, crítico, historiador y escritor Carlos Ulanovsky.

Nacido en Buenos Aires en 1943, Ula –como lo llaman cariñosamente sus colegas y amigos– eligió ser periodista de vocación y de profesión en 1963. Antes, a los 15 años, había debutado en estas lides en la “inmodesta” revista estudiantil Orbe, mientras cursaba el secundario en el Colegio Nacional Mariano Moreno junto a su amigo Rodolfo Terragno, quien lo convocó a sumarse a la publicación –en la que se encontraron, no casualmente, con personajes como Jorge Luis Borges, Astor Piazzolla y Bernardo Houssay–.

Padre de dos hijas, abuelo de dos nietos e hincha de Racing, en poco tiempo Ulanovsky cumplirá 70 años de vida y 50 de periodista. Trabajó en numerosos medios gráficos de la Argentina y de México, donde vivió un exilio de más de siete años en los oscuros tiempos de la última dictadura. Colaboró con revistas como Leoplán, Siete Días, Casos, Ocurrió y Panorama, e integró, entre otras, las redacciones de Confirmado, La Opinión, Satiricón, el diario Noticias, Chaupinela, El Ratón de Occidente, La Razón, Clarín, Humor, El Porteño, Página/12 y La Maga. Además, tuvo apariciones esporádicas en televisión y permanentes en radio, medio en el que continúa trabajando.

Como escritor se inició en 1969, con un libro que terminó secuestrado y quemado, “adversidad que se modificó con los siguientes títulos”, que ya suman 18, la mayoría sobre la historia de los medios de comunicación en la Argentina.

Ulanovsky confiesa que en el más de medio centenar de redacciones que pisó aprendió, “como en el café-escuela del tango”, buena parte del catálogo de lo aprensible y aplicable, entre ello que “no hay nada más viejo que el diario de ayer”. Toda la rica experiencia adquirida en esos ámbitos que signaron una travesía de su vida es la que comparte con el lector en su último libro, Redacciones…, sobre el que conversó con El Ciudadano.

— “Redacciones…” ¿es el más autobiográfico de tus 18 libros?

—Éste responde al género, pero me parece que más autobiográfico o personal o íntimo es Seamos felices mientras estamos aquí, un libro de crónicas de mi exilio en México, que apareció inicialmente en 1983, que tuvo versión corregida y aumentada en 2001 y que alcanzó tercera vida en edición de bolsillo en 2011.

—¿Qué es una redacción?

–Algunos pueden ver en ellas sólo una oficina, pero para mí es nuestro mayor recinto de caídas y glorias, de fobias y amores, de papelones y secretos. Doy fe, porque he desarrollado al máximo cualquiera de esos géneros. Y hablando de géneros, diría también que es un espacio que tiene algo de teatral, en donde se desarrolla la ficción de interpretar la realidad y está habitado por personajes que cumplen cada uno un papel tan diferente como imprescindible. No por nada tantas veces, dentro de una redacción, me sentí un príncipe y tantas otras, un mendigo. Es el alma del encuentro común de unos seres llamados periodistas y cincuenta cosas más, pero para qué repetirlas si ya las escribí en el libro.

—Desde el lejano 1963 hasta hoy frecuentaste más de cincuenta medios y redacciones. ¿Qué transformaciones experimentaste en ellos?

—Transformaciones de todo tipo: personales, profesionales, humanas. Las redacciones fueron mi escuela de vida, la carrera universitaria que no tuve. No es poco.

—Si tuvieras que destacar a algunos de los maestros que tuviste en el periodismo (y a los que dedicaste tu libro), ¿quiénes serían y por qué?

—Por suerte tuve muchos maestros y yo fui un buen alumno que me dejé enseñar. A todos les estoy agradecido. La lista es extensísima. Pero, sobre todo, agradezco a los que me hicieron dar cuenta de lo que vale un no a tiempo y a los que me ayudaron a centrarme y a bajar los humos.

—El año próximo cumplirás cincuenta años en el periodismo. ¿Cómo ves el presente del oficio (como te gusta llamarlo) en la Argentina?

—Veo un presente atribulado, padeciendo el momento de transición entre lo analógico, que definió los 200 años pasados, y lo digital que llega con todo y quién sabe en dónde nos depositará.

—En los últimos años proliferaron las carreras de formación de periodistas; ¿esto se tradujo en que los periodistas de hoy sean mejores que los de ayer?

—Es muy positivo que hoy los jóvenes aspirantes cuenten con lugares de formación y con maestros eficientes y responsables. Sin embargo no me atrevería a decir que eso los ha hecho superar a los anteriores.

—¿Qué rol juegan las nuevas tecnologías aplicadas al periodismo, en momentos en los que algunos vaticinan que los medios digitales terminarán por matar al diario de papel?

—Por el momento son dichos, supersticiones, agorerías fatalistas y de ocasión. Escribir con una computadora, como estoy escribiendo yo, me hace infinitamente feliz, pero sigo valorizando y privilegiando el tener algo inteligente e interesante para decir.

—¿Cómo imaginás las redacciones del futuro?

—Lamentablemente, mucho más despobladas que las actuales. Probablemente el cerebro y el corazón de esas redacciones serán más cibernéticos que humanos.

—¿Qué consejos les darías a los jóvenes que piensan dedicarse al periodismo?

—Que estudien idiomas, que lean mucho, que se especialicen en algo y, fundamentalmente, que no se la crean.

—Es común en las redacciones esa sensación de angustia una vez que la edición del diario comenzó a girar en las rotativas y sentimos que nos olvidamos de algo o que podríamos haberlo escrito mejor. Si pudieras parar las rotativas de “Redacciones…”, ¿cambiarías o agregarías algo?

—No: me conforma y representa este texto. Lo que me gustaría mucho es que otros colegas también hicieran memoria y eso generara una colección de libros acerca del oficio de la que yo fuera el editor.

Radio, tv, diarios y revistas

Carlos Ulanovsky cuenta con una amplia bibliografía con títulos destacados que inició tempranamente. Algunos de los más connotados son: TV guía negra: una época de la television enla Argentinaen otra época (con la también periodista Silvina Walger, 1974); 1951-1976. Televisión argentina: 25 años después (1976); Los argentinos por la boca mueren: cómo usamos y abusamos de la lengua (1994); Paren las rotativas: una historia de grandes diarios, revistas y periodistas argentinos (1997); Días de radio: historia de la radio argentina (en colaboración, 1997); Nunca me pasan los mensajes (junto a Adolfo Castelo y Jorge Guinzburg, 1998); Seamos felices mientras estamos aquí: crónicas de exilio (2001); Siempre los escucho: retratos de la radio argentina en el siglo XXI (con Pablo Sirvén, 2007); ¡Qué desastrela TV(2009); Tato. Buenos Aires (donde figuran partes textuales del actor cómico, 2010).

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