Sociedad

Peligro de extinción

Descubren qué está matando a las ranas en todo el mundo desde hace 50 años

Un solo hongo ya provocó la desaparición total de unas 90 especies de anfibios y el declive de más de 400 en tan solo medo siglo. Ataca la piel en forma fatal y ya causó estragos en las poblaciones de la Sudamérica tropical y andina. Llegó de Asia


Una de las especies en riesgo por la enfermedad micótica.

Un estudio científico realizado a escala internacional con instituciones e investigadores de diversos países concluyó que la causa de la disminución de anfibios de forma alarmante en todo el mundo es un hongo. Según publican en la revista Science, una enfermedad micótica destruye la piel de ranas, sapos y salamandras, causando estragos entre las poblaciones de más de 500 especies de todo el mundo en los últimos 50 años. Del total se estima que 90 especies ya se han extinguido, en todos los casos por este mal.

Investigadores afirman que la calamitosa pérdida de biodiversidad es la mayor asociada a una enfermedad en la historia del planeta, por lo que consideran al hongo en cuestión, cuyo nombre científico es batrachochytrium dendrobatidis, como la especie invasora más destructiva conocida hasta ahora, y supera a las ratas y los gatos por la cantidad de especies que extinguió o puso en riesgo de desaparición.

El hongo, que causa la enfermedad fatal conocida como quitridriomicosis, está presente en 60 países, especialmente en Sudamérica y Australia.

La especie batrachochytrium es originaria de Asia, donde no afecta en mayor medida a los anfibios locales, que evolucionaron conviviendo mutuamente.

La quitridiomicosis ataca la piel de los anfibios e impide la correcta regulación del agua y los electrolitos, generando un fallo cardíaco en los animales.

El biólogo especializado en ecología y conservación de especies Ben Scheele, de la Universidad de Australia, advirtió con gravedad: “Se trata de una enfermedad muy virulenta que afecta a la fauna silvestre y está contribuyendo a la llamada Sexta Extinción masiva de especies en la Tierra”.

Los investigadores subrayan la necesidad de regular tanto el comercio internacional de especies como la bioseguridad en las fronteras, ya que el número de anfibios extintos podría aumentar en las próximas dos décadas. “Hemos perdido algunas especies realmente asombrosas. Conocer cuáles están en riesgo puede ayudar a dirigir la investigación futura para desarrollar acciones de conservación”, agregó Scheele, quien encabezó el estudio internacional. “Los seres humanos estamos moviendo animales y plantas por todo el mundo, provocando así la presencia de patógenos potencialmente peligrosos en áreas nuevas. La globalización y el comercio de especies silvestres son las principales causas que permiten que se mantenga la propagación de esta pandemia mundial”.

Con más de un tercio de las casi 8.000 especies conocidas de anfibios, las regiones tropicales de América constituyen la zona del mundo con mayor diversidad de anfibios, y esa fauna es a la vez la que más ha sufrido los efectos de la quitridiomicosis. “El efecto de la enfermedad en los Andes ha sido absolutamente catastrófico. Nuestros estudios ya habían revelado la posible extinción de varias especies y la disminución de muchas otras, sobre todo en los bosques andinos”, señala Ignacio de la Riva, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Csic) de España y del Museo Nacional de Ciencias Naturales y coautor del trabajo.

Especies inmunes

Un estudio previo, en el que participó De la Riva junto a Patricia Burrowes, investigadora de la Universidad de Puerto Rico, confirmaba que aunque el ser humano es con seguridad el principal responsable de la dispersión original de la enfermedad, las aves acuáticas podrían ser potenciales dispersoras del hongo patógeno en estos ecosistemas complejos, lo que multiplicaría su efecto. “En este estudio internacional hemos reunido y analizado toda la evidencia acumulada en los últimos años para revelar la verdadera dimensión del problema a nivel global”, explicó Burrowes.

Los programas de conservación y nuevas técnicas de reintroducción en Australia han evitado la extinción de algunas especies, pero es sumamente complicado eliminar un hongo de un ecosistema completo, en parte porque hay especies a las que la enfermedad no las afecta. “Por un lado es bueno que haya especies resistentes pero, por otro, esto significa que dichas especies portan el patógeno y actúan como reservorios permanentes del hongo”, lamentó el científico australiano Scheele.

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