Opinión

De cara al futuro próximo

Democracia cautiva y liberal vs participación popular

"El desafío que debemos asumir es entre una democracia colonizada con un pueblo sometido o una democracia soberana con el pueblo como protagonista"


Jorge Rachid (*)

¿Es el sistema democrático de una sola matriz estructural?

Es la pregunta que abre la búsqueda, hacia la historia en primer lugar y en dirección a dejar de naturalizar conceptos impuestos, pétreos, inamovibles, que en general responden a las imposiciones culturales dominantes, que conducen a modelos coloniales o dependientes, condicionando la conducta de los pueblos.

Según la transmisión académica de la historia antigua, la democracia nace con los griegos, abordando poco el análisis retrospectivo de otras formas institucionales como la egipcia y sus 33 dinastías, menos aún la organización del pueblo Sumerio, los Arameos o Semíticos, ni de sus Códigos como el de Oro o el Hammurabi, de leyes Mesopotámicas.

Había formas institucionales que se forjaban o heredaban, como ahora, pero la mitificación de la democracia griega, como eje del “occidente cristiano”, no despliega una descripción profunda de las condiciones de esclavitud, ni de marginación del pueblo, ni la metodología de elección entre los “decentes”, como llamaríamos hoy las élites oligárquicas. Entre esos “notables” elegían sus conducciones políticas, sobre las cuales reflexionaban sus filósofos, citando textos más antiguos.

Los romanos siguieron ese esquema, pero haciendo de sus ejércitos la fuerza necesaria para sus respaldos políticos imperiales, conducidos en general por sus guerreros, los Césares proclamados ante el pueblo. Pero al mismo tiempo y desde siglos atrás, otras culturas habían construido sus propios caminos institucionales, por ejemplo los Aztecas, los Incas, los Mayas, Guaraníes, Tehuelches, Mapuches, Pampas Querandíes también tenían desde hacía 10 mil años sus propios códigos.

Los tenían también las culturas milenarias más avanzadas de la época, como la china, la persa y la arábiga, que manejaban desde el siglo ll (D.C) el acero, la imprenta, las matemáticas, la astronomía, en una historia que arrancaba desde hacía 6 mil años.

Como vemos la democracia tal cual la conocemos es una institución joven, de poco más de tres siglos, que deviene de la caída de las monarquías absolutistas, así llamadas por haberse transformado hoy en monarquías constitucionales, una forma diferente de democracia parlamentaria.

Esas monarquías fueron degradando sus propias descendencias por su endogamia familiar, que fue trastornando la genética de sus proles, además de la irrupción de los pueblos que clausuraron su poder absolutista, en procesos revolucionarios. En general los procesos institucionales, que no reconocen los nuevos escenarios, degradan al correr del tiempo.

Por esas razones históricas que podemos resignificar, la democracia como imposición de “modelo ideal”, dista de ser un concepto unívoco, en especial cuando está condicionada a límites estrictos por razones culturales impuestas y fuerzas ajenas a la voluntad popular, como el Mercado y sus mandantes, en nuestro caso el Círculo Rojo y la Embajada de Estados Unidos. Esa etapa comenzó cuando autorizaron la apertura democrática desde el Consenso de Washington, en el período pos dictaduras.

A partir de entender esa situación y su contexto, es cuando se llega a la conclusión que cualquier proceso político que abandone las recetas ortodoxas de la economía, impuestas hoy por el capital financiero especulador, será tachado de dictadura, autoritario y despótico, siendo sancionado y bloqueado económicamente, rodeado militarmente y desprestigiado ante la comunidad internacional “occidental y cristiana”.

Así sucede con Venezuela, Nicaragua, Cuba, Irán, Siria y Líbano que se oponen al coloniaje imperial, siendo sometidos sus pueblos a la presión del desabastecimiento y la desesperación, que a su vez crean las condiciones provocadas deliberadamente por esas medidas, para el intervencionismo extranjero y su sometimiento.

Esa situación la definía Juan Domingo Perón en plena Guerra Fría en el año 1949, en el Congreso de Filosofía de Mendoza con más de 100 filósofos de todo el mundo en su ponencia de la Comunidad Organizada: “La única forma de vencer al sistema demo liberal burgués es a través de la organización popular, con poder constituyente y que le permita ser protagonista de la historia y no simples espectador de un menú del cual no participa y elecciones que son opciones”, construida por los “decentes”, determinando una democracia cautiva y dependiente.

Los instrumentos políticos que superen esa situación forman parte del diseño estratégico y la planificación del Modelo de país, integrado, federal, socialmente justo y económicamente libre, abierto al Multipolarismo internacional en la relaciones con el mundo, en la defensa irrestricta de los intereses del pueblo argentino y latinoamericano en su integración en la reconstrucción del Unasur y la Celac.

El orden internacional de la posguerra del 45 quedó atrás y sus instrumentos del coloniaje, con los cuales prefiguraron y se repartieron el mundo de acuerdo a sus intereses, también. Por esa razón tanto el FMI como el Banco Mundial y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que manejaron sus negocios, al amparo del dólar como única moneda de intercambio, quedó atrás. Un nuevo orden económico y geopolítico está naciendo.

El mundo Multipolar, el giro al Oriente, el desplazamiento de Estados Unidos como potencia hegemónica, el deterioro comercial del dólar ante la irrupción de las monedas locales como pago, deja al descubierto un deterioro absoluto de esa potencia, que sólo dependen de las guerras para subsistir como hegemónica, que basa su poder en el complejo militar, industrial, farmacéutico como únicas herramientas de extorsión, ante los países y como esencial para el sostenimiento de su propio PBI.

La irrupción de los Brics (11 ahora), los Convenios Rusia-África con 49 jefes de Estado, el sistema China + 77, el Banco asiático y el del Brics como nuevas fuentes de financiamiento comercial que cuentan con 114 países y casi dos tercios de la población mundial si sumamos la Organización de Cooperación de Shanghai, con un PBI mundial de casi el 50 por ciento, nos muestran el cambio de rumbo epocal.

Hoy el Brics contiene un PBI superior al G-7, aún antes de la incorporación de 11 países que se han asociado.

En nuestro país se desarrolla esa puja internacional, entre los candidatos que por derecha responden al diseño estratégico de la hegemonía representada por Estados Unidos, el Reino Unido e Israel, en el marco del G-7 y el modelo nacional y popular, amplio transversal con eje filosófico peronista, que plantea recuperar una democracia participativa y popular, con un Estado al servicio de los intereses nacionales y latinoamericanos, que han sido debilitados por la irrupción institucional de los dueños del poder económico.

Es entonces el tiempo de animarnos a discutir sobre la democracia, las instituciones, el republicanismo, el federalismo sin prevenciones, preconceptos naturalizados, ni extorsiones de “cosa juzgada”, siempre impuesta por los factores de poder dominantes.

La democracia es un buen instrumento en manos del pueblo, deja de serlo cuando es cooptada por esas baterías misilísticas como los medios hegemónicos, los sectores financieros, una Justicia corrompida e instituciones degradadas, con políticas tradicionales que intentan ser “políticamente correctas” en un mundo incorrecto, mafioso, brutal e inhumano.

Recuperar la política y el Modelo Argentino para un Proyecto Nacional, será una lucha titánica, asimétrica con el poder real, pero necesaria para la construcción del modelo social solidario y biocéntrico, con un Estado rector institucionalmente consolidado, que como plantea el Papa Francisco, democratice el poder y humanice la política, cuidando el ambiente.

Es el desafío a asumir una democracia colonizada con un pueblo sometido o una democracia soberana con el pueblo como protagonista.

(*) Medico sanitarista

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