Policiales

Enrejado otra vez

Del guante blanco a la mano con pistola: 6 años de prisión a un estafador que se volvió tiratiros

Brian Landolfi tiene sólo 26 años y ya tiene alto prontuario. Con el papel de joven abogado lograba quedarse con autos y formularios 08 firmados por sus víctimas. Pero tras pasar por la cárcel de Piñero salió a las órdenes de un "pesado" para sobresalir con balas y amenazas, hasta a policías


Del guante blanco al guante de box. Brian Landolfi Sosa tiene 26 años y una carpeta que ya tiene peso considerable. El joven, que hace apenas poco más de dos años, en abril de 2018, había sido condenado en juicio abreviado a 1 año y medio de prisión, pagar 80 mil pesos a sus víctimas y devolver vehículos a cuyos propietarios había estafado, recibió una nueva condena a 6 años de prisión efectiva, en un acuerdo similar pero por delitos bastante más violentos y graves.

“Tentativa de homicidio agravado por uso de arma de fuego y portación de arma de fuego de guerra; amenazas coactivas agravadas por tener como propósito la obtención de alguna medida o concesión de un miembro del poder público de Estado, y lesiones graves agravadas por el uso de un arma de fuego y por la participación de un menor de edad; amenazas coactivas (2 hechos) y asociación ilícita, todos en calidad de coautor y en concurso real”, fueron los hechos por lo que los acusó la Fiscalía y Landolfi aceptó responsabilidad.

Este miércoles, en los Tribunales de San Lorenzo, la jueza de primera instancia Griselda Strólogo resolvió homologar el procedimiento abreviado presentado por la Fiscalía y aceptado por la defensa condenando a Landolfi Sosa a la cárcel.

El fiscal del caso, Aquiles Balbis, le imputó al muchacho una catarata de delitos, entre ellos haber formado parte de una asociación ilícita, organización que mediante la distribución de 11 roles cometió en los últimos dos años, desde julio de 2018, una cantidad no determinada de hechos delictivos para apropiarse y mantener un territorio para la venta de drogas la menudeo.

“La organización se estructura a partir de una estructura vertical en donde los diversos integrantes de cada una de las células asumían roles que les permitían lograr objetivos económicos individuales, al mismo tiempo que hacer aportes a las acciones colectivas de la red”, sostuvo la Fiscalía.

En ese marco, se le atribuyó a Landolfi haber ejecutado de propia mano hechos ilícitos de “menor relevancia” en la organización, pero no por ello menos graves: se encargaba, según la acusación, de las amenazas contra policías, testigos y denunciantes, en busca de garantizar que los primeros abandonaran el barrio Copello de Capitán Bermúdez; que los segundos se alejaran de los estrados o se desdijeran de declaraciones anteriores, y que los últimos no pisaran ninguna oficina pública para dar cuenta de hechos de los que habían sido víctimas.

Landolfi estuvo preso en la cárcel de Piñero, donde llegó como estafador, haciéndose pasar varias veces por abogado para convencer más a sus víctimas. Le llegaron a decir “el rey del 08”, porque lograba que le firmaran los documentos de compraventa de autos que terminaba no pagando. Pero salió de Piñero como un “pesado” de armas llevar, y sin titubeos de usarlas.

Según la acusación Landolfi conoció en prisión a Walter “el Viejo” González, con quien compartió pabellón, y se puso a sus órdenes. Al salir, se encargó de hacer los “trabajos” que le mandaran. La lista no es corta. Uno de ellos tuvo lugar en Capitán Bermúdez el pasado 14 de julio de 2018. A las 18.15, cuando ya estaba oscuro, Landolfi pasó en una Yamaha YBR por calle Venezuela entre Puerto Rico y Puerto Argentino de Capitán Bermúdez, como acompañante. La moto era suya, pero la conducía un menor de edad. Y atrás, como escolta, la seguía un Fiat Siena que también era suyo, al mando de alguien que no se pudo identificar todavía.

En el lugar mencionado la moto se subió a la vereda para sorprender a J. B., quien estaba lavando su auto. Landolfi le preguntó si ahí estaba otra persona y mientras J. B. contestaba sacó un arma y le disparó 7 tiros, lo dejó herido y la minicaravana siguió raudamente su recorrido. Por ese hecho, la Fiscalía lo acusó de homicidio en grado de tentativa, agravado por uso de arma de fuego y por la participación de un menor de edad, y portación de arma de fuego de guerra en carácter de coautor.

Unas semanas después, el 28 de agosto de 2018 a las 13.50, Landolfi volvió a golpear en Capitán Bermúdez. Iba al volante de un Peugeot 207 negro por Rivadavia al 100, acompañado por otra persona, y se detuvo en esa cuadra para ir hasta el teléfono público de la Cooperativa Telefónica local. Discó el número de la central del Comando Radioeléctrico y cuando lo atendieron esparció amenazas exigiendo que los móviles policiales que estaban en barrio Coppello se fueran de allí.

Media hora después, a las 14.15 llegó a Catamarca al 200 y sin bajar del auto amenazó a Oscar R., de 57 años, con la misma exigencia. En simultáneo, su acompañante sacó un arma de fuego y le disparó en una pierna. La Fiscalía le atribuyó amenazas coactivas agravadas por tener como propósito la obtención de alguna medida o concesión de un miembro del poder público del Estado y lesiones graves agravadas por el uso de un arma de fuego y por la participación de un menor de edad en carácter de coautor y en concurso real.

Un día antes, el 27 de agosto, a las 16.45 en Estanislao López al 300 de la localidad de Salto Grande, Landolfi se trasladaba en el mismo auto pero en el asiento del acompañante. Con él había otras personas y todos se dirigen a un local comercial para amenazar a un empleado.

La coacción era, en realidad, para el propietario del comercio, y el reclamo que retirara un denuncia contra de una tercera persona. “Asimismo, se le atribuye también en misma fecha haberse trasladado en dicho vehículo al local comercial ubicado dentro del camping Los Dos Puentes, y efectuar amenazas a una mujer para retirar la denuncia contra una tercera persona ya imputada, afectándola en su libre y normal determinación para decidir acciones que son propias del accionar de una víctima y/o testigo en dentro de la administración de justicia”, agregó la Fiscalía, que por ese hecho le endilgó amenazas coactivas por obligar a otro a hacer algo contra su voluntad; dos hechos en concurso real como consumado y en calidad de coautor.

Ahora Landolfi, que supo ser descripto como un joven carismático y entrador, y que se ganaba la confianza de sus víctimas mintiéndose abogado, dueño de una agencia de autos o empleado de la Justicia, cumplirá los 30 tras las rejas y lejos de aquel halo de simpatía que le permitía llevarse autos y formularios firmados.

Aunque lograba su objetivo, a la par dejaba un reguero de huellas y señales, y no les fue difícil a los investigadores, tras las denuncias de las personas timadas, dar con él. Incluso había transferido a familiares suyos autos que logró llevarse, con los que a su vez armó nuevas maniobras de venta y permutas, y hasta un intento que coprotagonizaron su ex pareja y su ex suegra, para cobrar un seguro por uno de los vehículos, del que habían denunciado el robo.

Según la investigación de entonces, a cargo de la fiscal Valeria Haurigot, Brian, cuyo oficio real, según dijo, era el de albañil, y su nivel de estudios terciario incompleto, se contactaba con personas que querían vender sus autos y lo publicaban en páginas web. Tras un primer contacto, mantenía conversaciones por Whatsapp mientras ganaba su confianza, hasta que finalmente consumaba el engaño al momento de realizar las transacciones.

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