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Balotaje

Del deporte a la política, con la constancia como bandera

Tras ser diputado nacional, vicepresidente y gobernador bonaerense por dos períodos, hoy va por la Casa Rosada.


Cuando Daniel Osvaldo Scioli inició su carrera deportiva como competidor de motonáutica, hace casi 30 años, jamás pensó que ahora, tras un periodo como vicepresidente y dos como gobernador bonaerense, finalmente competiría por la Presidencia de la Nación, el máximo objetivo de su trayectoria política.

Surgido del ámbito empresarial –su padre era dueño de una cadena de casas de electrodomésticos– y conocido para el público a partir de su incursión como piloto y campeón de lanchas rápidas, el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires es uno de los pocos dirigentes que goza de un cien por ciento de conocimiento en el electorado nacional.

Hincha de Boca, pese a que no suele exteriorizarlo, hizo del “futsal” su cable a tierra y participa de los partidos oficiales de su equipo Villa La Ñata, aunque probó varios deportes, incluso el tenis hasta que perdió el brazo derecho.

Fue en diciembre de 1989, en un resonante accidente en su lancha “La Gran Argentina” a la altura de Ramallo, luego de que una hélice de la embarcación le cortara la extremidad: este episodio lo obligó a forjar su temple para reponerse frente a las adversidades, según remarca el propio dirigente, y a partir de allí desplegó una carrera política que tiñó con “fe y optimismo”, el mantra de su filosofía de vida al que le añadió el color naranja como bandera distintiva.

No fue el único contratiempo en su vida: en 1975 un grupo armado secuestró a su hermano menor, José “Pepe”, hoy presidente de la Fundación Desarrollo Argentino (DAR), cuando tenía 14 años, y lo mantuvo tres semanas en cautiverio.

Scioli, además, es padre de Lorena, a quien reconoció cuando la joven tenía 15 años y que es fruto de un noviazgo con una ex empleada de Casa Scioli –el local de electrodomésticos de su padre– y desde hace dos años y medio es abuelo de Camila.

En pareja con la ex modelo Karina Rabolini desde hace 30 años –se divorciaron en 1998 y en 2003 volvieron a convivir– buscaron un nuevo hijo a través de varios tratamientos sin éxito: hoy presidenta de la Fundación Banco Provincia se convirtió en su principal compañera de campaña, oficiando como una suerte de embajadora política que recorrió el interior del país y se reunió con gobernadores e intendentes justicialistas.

Su esposa encuadra perfecto con un mundo en el que Scioli se mueve con soltura, el del espectáculo, al punto que es muy amigo de artistas como Ricardo Montaner, el dúo Pimpinela, Julio Iglesias y Marcelo Tinelli, entre muchos otros.

En su primer intento para acceder al Sillón de Rivadavia, Scioli apuesta a quebrar la “maldición” que impide a los gobernadores bonaerenses ser electos presidente, más allá del caso de Eduardo Duhalde, quien lo logró pero completando de manera interina el mandato de Fernando de la Rúa tras haber perdido los comicios con el dirigente radical.

Moviéndose con una extrema diplomacia y exhibiendo una notoria habilidad para acercar posiciones y eludir cualquier inconveniente, Scioli se ganó el mote de “hombre de amianto” y, pese a las suspicacias y cortocircuitos con Cristina Kirchner, siempre fue fiel a su compromiso con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Mirado con cierta desconfianza por el kirchnerismo puro, el bonaerense finalmente fue ungido por Cristina Kirchner como el único postulante del oficialismo, por lo que cuenta con el respaldo de la estructura del peronismo tradicional.

En paralelo a su intensa agenda proselitista, el gobernador bonaerense además aprobó los exámenes de las materias que debía de su carrera en la Universidad Argentina de la Empresa (Uade) y a principios de este mes defendió con éxito su tesis y se recibió de Licenciado en Comercialización.

Apadrinado a mediados de los 90 por el entonces presidente Carlos Saúl Menem, Scioli se metió en política como parte de la renovación peronista, en la que también se encuadraban otros personajes que habían ganado fama en el ámbito del deporte y el espectáculo, entre ellos el ex piloto de Fórmula 1 Carlos “Lole” Reutemann y el cantante Ramón “Palito” Ortega.

De la mano del riojano, Scioli obtuvo su primer cargo público en 1997, cuando asumió una banca en la Cámara de Diputados de la Nación, el cual fue el primer peldaño hacia su máxima aspiración: la Casa Rosada.

Así pasó por la Secretaría de Turismo y Deporte en tiempos del interinato de Eduardo Duhalde, saltó a la vicepresidencia en 2003 acompañando a Néstor Kirchner y quedó a cargo de la Gobernación bonaerense en los últimos dos períodos, desde donde busca catapultarse a la Nación.

“Me prepare toda la vida para esto”, repitió Scioli en cada presentación de campaña, confiando en el acompañamiento en las urnas en lo que será su mayor desafío político de su vida.

Carlos Zannini, el “custodio” del modelo

El candidato a vicepresidente por el FpV, Carlos Zannini, conoce como pocos el derrotero político que Néstor Kirchner y Cristina Fernández iniciaron durante los 80 en Santa Cruz, y por eso, a juicio de muchos, su presencia en el binomio que encabeza Daniel Scioli garantiza la continuidad de las políticas iniciadas en 2003.

Nacido hace 54 años en la localidad cordobesa de Villa Nueva, hijo de un albañil y una ama de casa, el actual secretario de Legal y Técnica de la Presidencia se volcó de joven a la militancia política al comenzar sus estudios de derecho en la Universidad Nacional de Córdoba, en los convulsionados años 70.

Zannini se incorporó a la agrupación Vanguardia Comunista, identificada con las concepciones políticas del marxismo que postulaba el líder chino Mao Tse Tung. Ese posicionamiento ideológico de su juventud, sumado a sus rasgos faciales, le valieron el apodo de “El Chino”, con el cual se lo conoce en el ámbito político.

Unas horas antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, Zannini fue detenido en Buenos Aires y trasladado a la Unidad 9 de La Plata, donde permaneció cautivo hasta su liberación, en 1980.

Retornó a su Córdoba natal y completó sus estudios en derecho para graduarse como abogado. Tras el fin de la dictadura, se radicó en Río Gallegos, donde en 1984 conoció a Kirchner y a Cristina, en el Ateneo Juan José Valle. En 1987, Kirchner fue electo intendente de la capital santacruceña y Zannini fue designado como secretario de Gobierno del Municipio.

Cuatro años más tarde, al llegar Kirchner a la gobernación, El Chino asumió como ministro de Gobierno. Luego fue diputado provincial y titular del Tribunal Superior de Justicia. El 25 de mayo de 2003, Kirchner fue ungido como presidente y Zannini pasó a ocupar la Secretaría de Legal y Técnica, desde donde ejerció un rol clave en el armado político del gobierno. Padre de cuatro hijos y casado en dos oportunidades, el 17 de junio último, a pedido de la presidenta, Zannini aceptó integrarse a la fórmula presidencial como compañero de Scioli sin disimular las diferencias de origen y estilo que lo separan del mandatario bonaerense.

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