Por: Daniela Barreiro
Entre el amor, la disconformidad, la constante lucha por la aceptación personal y el mismísimo fin del mundo se encuentra Moderna una obra que, dirigida por Sebastián Villar Rojas y Paula Valdés Cozzi, se estrena esta noche, a partir de las 22, en el Teatro Caras y Caretas (Corrientes 1518).
Tanto Moderna como Todo se incendió de repente (una obra que se estrena el domingo 13, ver aparte), cuya dirección está encabezada por Valdés Cozzi, son una producción del Grupo Pause, un equipo de trabajo que ya consiguió varios reconocimientos de la mano de estas dos puestas.
Uno de los premios que ganó Moderna propició su estreno en Buenos Aires el año pasado. “El texto original de la obra ganó un concurso organizado por la sala Espacio TVK, el premio era la edición de un libro con el texto de la obra, la presentación de la puesta y una temporada. A mediados de este año vamos a volver a presentarnos en Buenos Aires”, contó Villar Rojas, quien debuta como dramaturgo tras varios años de carrera en la literatura.
“Escribí Moderna pensando que la iba a dirigir –aseguró– y eso se nota. Siempre sentí que yo tenía que darle forma arriba del escenario porque con el tiempo y después de ver mucho teatro fui desarrollando una mirada particular de las actuaciones y de los registros y no quería que se perdiera cierta forma de plantear las cosas en cuanto a la actuación que siempre imaginé rítmica y dinámica pero realista”.
Moderna, protagonizada por Natalia Dean, María Florencia Sanfilippo, Emilio Dei-Cas y Gabriel Cejas, centra su trama en una pareja que ante una inesperada visita decide montar una farsa de amor y felicidad para aparentar un presente lleno de éxito.
“Empezamos por contar la historia de una pareja y el elemento irruptivo de esta pareja es la frustración por no poder hacer lo que quieren, por no poder sentirse satisfechos con lo que tienen en la vida. La disconformidad está puesta en el personaje femenino y como materialización de esa disconformidad y como contraste está el éxito y la satisfacción plena del personaje de Moderna, que es la mejor amiga de Aleja. Moderna llega de París después de 10 años sin verse y Aleja va a intentar falsificar su propia vida para sorprenderla”, contó Villar Rojas.
“Se preparan falsas identidades y para ello se valen de diversos recursos –continúo–. El elemento de comedia está puesto en el error, el obstáculo, el furcio y los lapsus que van trasformando la obra en una comedia de situaciones en las que empieza a aparecer un montón de desvíos por los que ella nunca logra montar su farsa. De hecho las desviaciones llegan a una apoteosis del error que coincide con el día del fin del mundo”.
Acerca de las concepciones de la modernidad que se ven urdidas en el texto de la obra, Villar Rojas explicó: “Hay un juego de palabras, ya que conceptualmente y vulgarmente lo moderno llega a tener significados contrapuestos. Por un lado decir que alguien es moderno es una característica positiva. Pero podemos decir que lo moderno, como período histórico de la civilización occidental, ya pasó. Por otro lado está la vida de pareja que hacen Albert y Aleja sin haberse movido del lugar del que nacieron y, por supuesto, sin haber cambiado de pareja. Uno podría decir incluso que las actitudes de Moderna pasaron de moda, porque todo fluye tan rápido que nos deja a todos fuera de moda o demodé. Aleja intenta generar una farsa de éxito y felicidad imbuida por la idea de la falsa vida del artista”. El director adelantó que el desenlace de esta historia tiene que ver con esa idea de progreso a través de la ciencia: “Aún tenemos la idea del constante progreso de la ciencia para proveer a la humanidad de más recursos y garantizar una vida de felicidad. Siguen siendo las ciencias el motor de progreso, entonces el planteo tiene que ver con cuestionarse si la ciencia también nos puede poner en peligro”.