Policiales

Saga de la barra leprosa

De La Rocca para los ejecutores del Cuatrerito: “Decile que le dé adelante mío”

Los dos acusados de matar al jefe de la barrabrava de Newell's fueron condenados a 19 y 18 años de cárcel. Sentencia que un tribunal de segunda instancia confirmó tras la apelación de la defensa. En el fallo se conocieron los mensajes donde el sucesor instigaba el crimen


El Cuatrerito fue acribillado a tiros en plena tarde del 7 de junio de 2016 frente a la puerta 6 del Coloso del Parque. Foto archivo: Manera.

La Cámara Penal confirmó la condena de 19 y 18 años de cárcel, respectivamente, para dos hombres sindicados como los autores del asesinato de Matías “Cuatrerito” Franchetti. El joven, de 26 años, estaba a cargo de la barra brava de Newell’s tras la tensa situación que dejó en el Parque la detención de Diego “Panadero” Ochoa. Los condenados son Leandro Altamirano, de 34 años, y Brian Gruning, de 25, quienes fueron atrapados “in fraganti” tras una persecución tras el crimen. En la revisión del fallo de los camaristas, a la que tuvo acceso El Ciudadano, se conocieron mensajes de celular donde los autores planificaban la balacera contra el Cuatrerito con Maximiliano “Cabezón” La Rocca, quien se quedó con la jefatura del paravalanchas leproso por poco más de dos semanas hasta que también lo mataron a tiros.

En junio pasado se inició un juicio oral y público que tuvo a Altamirano y Gruning como responsables del crimen del Cuatrerito ocurrido el 7 de junio de 2016 frente a la Puerta 6 del estadio Coloso Marcelo Bielsa. Según reconstruyó la Fiscalía, la víctima recibió un llamado en donde le avisaron que lo iban a pasar a buscar pasadas las 14 para ir a las instalaciones del club del Parque. Cerca de las 16.30, Cuatrerito salió del Coloso acompañado por otras personas, entre las que estaban el Cabezón La Rocca. Cuando iba a subirse a un auto fue acribillado a tiros por un hombre que se subió como acompañante de un motociclista que lo esperaba a unos metros. Hubo al menos una docena de disparos calibre 9 milímetros. La autopsia determinó que Cuatrerito tenía al menos seis impactos en el cuerpo, con orificio de entrada y salida.

Parte de la secuencia fue tomada por una cámara de seguridad que está en la entrada principal del estadio. En las imágenes se ve que el tirador corrió hacia la moto ante la mirada de dos policías que estaban de franco. Los uniformados los siguieron. El motociclista huyó en contramano y en la esquina de los bulevares 27 de Febrero y Oroño -previo a descartar un arma-, los policías lograron detener a los sospechosos.

Ambos fueron enjuiciados y el tribunal, a cargo de las juezas Paula Álvarez, Patricia Bilotta y Mónica Lamperti, condenó a Altamirano y Gruning a las penas de 19 y 18 años respectivamente por el delito de homicidio agravado por uso de arma de fuego.

Se determinó que Altamirano fue el ejecutor y Gruning, el conductor de la moto. La defensa de ambos acusados apeló la sentencia pero los camaristas Carlos Carbone, Daniel Acosta y Alfredo Ivaldi Artacho confirmaron el fallo de ambos al entender que no hubo contradicciones entre los testimonios de los policías de civil que iniciaron la persecución.

También descartaron la hipótesis defensista de que los autores fueron otros. Los camaristas argumentaron que -tras el descarte del arma durante el escape- uno de los jóvenes que estaba vendiendo turrones se acercó al lugar y se agachó. Luego guardó algo en su mochila que resultó ser la pistola calibre 9 milímetros que habían tirado los agresores, describieron.

El tribunal de Cámara también tuvo en cuenta la reticencia en los testimonios de las personas que estaban con la víctima y coincidieron con la evaluación que hicieron los magistrados de primera instancia al considerar que esas reacciones pudieron estar vinculadas “a un estado de temor propio de la situación imperante en ese momento entre las facciones de la barra de Newell’s que dirimían sus conflictos de liderazgo delictivo a sangre y fuego, y como muestra la muerte del propio Cabezón La Rocca y de otros allegados”, dijeron.

Los camaristas evaluaron además los mensajes telefónicos entre Gruning, el conductor de la moto, y La Rocca donde hablan de ejecutar a alguien en una fría planificación, hacen referencia a llevar “la herramienta”, de dos cargadores y momentos antes del hecho, el Cabezón le escribió: “Decile que le dé adelante mío” -por Altamirano, el ejecutor-, revelando al menos la instigación de La Rocca para el homicidio y confirmaron la sentencia condenatoria para los acusados.

La maldición de la jefatura

La saga fatal comenzó luego de que Ramón Machuca, alias Monchi Cantero, fuera detenido el 6 de junio de 2016 en Buenos Aires, tras mantenerse tres años prófugo. Franchetti estaba al mando de la pesada leprosa en el marco de un entendimiento entre Los Monos y los Ungaro-Funes celebrado hacía unos pocos meses, cuando el heredero de Diego “Panadero” Ochoa –condenado por el crimen de su antecesor Roberto “Pimpi” Caminos en 2010–, Nelson “Chivo” Saravia, diera un paso al costado tras ser blanco –tanto él como familiares y allegados– de reiterados ataques a balazos.

Al día siguiente de la captura de Monchi, Cuatrerito fue asesinado al salir del club. Como jefe quedó Cabezón La Rocca. Veintiún días más tarde fue asesinado frente a una farmacia de avenida Pellegrini al 5300, también al salir de los parrilleros de la entidad del Parque. El sucesor fue Ariel “Tubi” Segovia que quedó al frente hasta octubre de 2016 cuando lo balearon en bulevar Avellaneda y Mosconi. Ahí fue preso hasta el 24 de abril de 2018 cuando fue ejecutado a traición en el pabellón que compartía con sus “socios”, los Caminos, en la cárcel de Coronda.

El último heredero conocido del paravalanchas rojinegro fue Emiliano “Jija o Kija” Avejera, quien dejó el puesto vacante desde febrero del 2018 cuando le dictaron un pedido de captura por estar acusado de asesinar a sangre fría a un integrante de la familia Funes, en sociedad por ese momento con el clan Ungaro. En septiembre de ese año, lo detuvieron en Córdoba y lo imputaron como uno de los autores del asesinato de Jonatan “Bam Bam” Funes acribillado al salir de la cárcel de Piñero tras visitar a sus hermanos: Lautaro y Alan.

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